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Quien a hierro mata

Título original: Idem
Origen: España / Francia / EE.UU.
Dirección: Paco Plaza
Guión: Juan Galiñanes, Jorge Guerricaechevarría
Intérpretes: Luis Tosar, Xan Cejudo, Ismael Martínez, Enric Auquer, María Vázquez, Daniel Currás, Rebeca Montero, María Luisa Mayol, Jessica Serna, Tamara Canosa, Xosé Manuel Esperante, Víctor Duplá, Xoel Fernández
Fotografía: Pablo Rosso
Montaje: David Gallart
Música: Maika Makovski
Duración: 107 minutos
Año: 2019


7 puntos


…A HIERRO MUERE

Por Cristian Ariel Mangini

(@cristian_mangi)

La venganza es uno de los tópicos que más han atravesado al cine desde que se cristalizaron sus posibilidades narrativas, dando exponentes que juegan con reinventar convencionalismos narrativos y explorar posibilidades formales y aquellos más clásicos que apuntan a explorar desde el noir y el neo noir su faceta más clásica. El film Quien a hierro mata, de Paco Plaza, es un thriller de venganza convencional, un neo noir español que no por eso deja de ser menos atrapante y contar con algunas actuaciones que resaltan y le dan grosor a un film que de otra forma habría pasado casi desapercibido. Es en lo atrapante, más allá de algunos giros previsibles y decisiones de guión un poco caprichosas, que gana este último estreno de Netflix de tono sombrío y desolador.

La introducción no tarda en mostrarnos el proceder de la peligrosa banda dirigida por el  viejito en silla de ruedas Antonio Padín (Xan Cejudo), que resulta ser un narco legendario que por razones humanitarias se encuentra en libertad condicional y ahora vive en un asilo de ancianos. Sus hijos Toño (Ismael Martínez) y Kiko (Enric Auquer) son los encargados de ejecutar sus órdenes mientras tratan de cerrar acuerdos con un grupo de la mafia china. En este escenario ingresa la figura del enfermero Mario, interpretado con solvencia por Luis Tosar, que encuentra en el cuidado de Antonio la oportunidad de efectivizar la venganza por un doloroso recuerdo del pasado. Las traiciones en una operación fallida acelerarán un proceso donde la violencia parece ser la única salida y se entrecruzan las necesidades urgentes de cada personaje por sobrevivir.

En líneas generales la trama resulta previsible porque más allá de la complejidad en los lazos de los personajes, el móvil de cada uno va revelándose de forma casi transparente. Por otro lado existen acciones que quedan prácticamente aisladas dentro del relato y cuestionan el punto de vista desde el que se construye el guión: la muerte accidental de un compañero de Mario del asilo parece no tener ninguna consecuencia dentro de la narración y se la menciona al pasar de forma irrelevante. Por otro lado, los reiterados flashbacks que refieren al móvil de Mario para vengarse de Antonio resultan un subrayado casi innecesario, ya que se revela temprano en el relato. Uno puede entender la aparición del último, que es prácticamente alucinatorio y pretende unir el presente y el pasado, pero sus sucesivas apariciones terminan resultando innecesarias. Por otro lado resulta un acierto el último acto, que ofrece un giro donde queda patente en el plano final la tesis del director en torno a la venganza y sus consecuencias. Hay en el que fuera también el director de la trilogía REC y Verónica algunas marcas de su elegancia visual, no sólo a través de encuadres de una fotografía delicada en una persecución nocturna sino también a través de un uso quirúrgico del paneo que se amalgama perfectamente con la semiótica del relato.

Con una voz propia a pesar de caer en algunos convencionalismos, algunas actuaciones destacadas y cierta autorreferencialidad en torno a la venganza, el film de Paco Plaza confirma la versatilidad del muy buen director y su vigencia en el cine español.

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