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24 líneas por segundo: la taquilla, botín de guerra

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Desde hace unos años, la discusión política y económica en el país es tan binaria, que cualquier cosa sirve para llevar agua para tal o cual molino: lo estamos viendo con esta temporada de verano en Mar del Plata, donde de un lado y del otro de la grieta se apresuran para destacar que hay mucha gente o que en verdad no hay tanta, como si de ello dependiera la defensa de tal o cual gestión de gobierno (uno imagina que a un mes de la ida de unos y la llegada de otros las cosas no pueden cambiar demasiado). Lo que se olvida es siempre la coyuntura o los detalles, y en definitiva a pocos les importan los datos objetivos. La taquilla en los cines es uno de esos tantos elementos que sirven para hacer análisis presurosos y, en el peor de los casos, malintencionados. Claro, cuando los números terminan ofreciendo lecturas que no sirven al objetivo final, es cuando arrancan las confusiones. Por ejemplo en 2019 en Argentina, un año de una indisimulable caída del consumo y la economía en general, fue más gente al cine que en 2018: 2,3 millones más de entradas, lo que equivale a un 5,2% de público más en las salas. ¿Eso habla de una mejora en la capacidad de consumo del ciudadano medio? No, en verdad habla más de cómo se ha ido moviendo la taquilla hacia un lugar cada vez más previsible: es decir, un año en el que hubo Toy Story 4 (6.700.000 de tickets), el cierre de la saga de los Vengadores (3.935.000) y un Rey León digital (3.675.000) iba a ser un año de altísimas ventas. Y así fue, con la salvedad de que tal vez Guasón (2.960.000) estuvo un poco por encima de lo que se pensaba, en el que es tal vez el éxito de ventas menos previsible de la última década. A lo que vamos, que si uno analiza los títulos que se vienen este año (y entendamos por ello a las películas-tanque que son las que mueven la aguja de las ventas) posiblemente 2020 sea un año inferior a 2019. ¿Esto querrá decir que estamos mejor o peor? Nada que ver, sólo dirá que la oferta, en un mercado tan concentrado y homogéneo como el que padecemos (y del que no estoy demasiado seguro que haya salida), y con el público consumiendo cine de la manera que lo viene consumiendo desde hace años, no generó demasiado interés. Nada más simple que eso. El cine como evento generó que su consumo esté por encima de una crisis económica, o que en todo caso los vaivenes de la economía no sean los que determinan la merma o la suba en el consumo.

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