No estás en la home
Funcinema

Rebeldes y confundidos (1993)



SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

En los 90’s se daba la renovación de autores del cine norteamericano y desde el indie salía una de esas voces que hoy perduran, la de Richard Linklater, que en su tercer largometraje lograría una de esas películas icónicas y claves de la época: Rebeldes y confundidos. En esa renovación, Linklater representó la mirada nostálgica, la que tenía la capacidad de observar las generaciones pasadas y reflexionar con cariño sobre el paso del tiempo. Como lo hiciera George Lucas en American graffiti veinte años antes, Linklater pone el espejo retrovisor de los múltiples autos que atraviesan el relato mirando a la juventud del pasado: aquí estamos en 1976, también en el preciso momento en que un grupo de jóvenes terminan el secundario y se enfrentan al vacío del futuro y la toma de decisiones. Rebeldes y confundidos va del timbre que marca el fin del último día de clases hasta la madrugada del día posterior, y a partir de los cruces que permite el relato coral se observan y registran los rituales de un mundo que comienza a extinguirse para darle paso a algo mucho peor: crecer y volverse adulto.

Linklater registra todo este pasaje con un cariño enorme por sus personajes, aunque algunos de ellos puedan tener actitudes repudiables como el matoncito de Ben Affleck, obsesionado por darles tabla a los que terminaron el último año del colegio (igualmente la película le dará su merecido). En estos primeros relatos el director sembraría las bases de lo que sería fundamental en buena parte de su filmografía: personajes que caminan, o transitan espacios, y charlan y filosofan sobre la vida, limitados por lo temporal. A partir de esas charlas, Rebeldes y confundidos está hecha de retazos, que bien podrían representar la memoria de Linklater sobre un tiempo que conoció y que se hace tangible por medio del cine. Lo coral habilita esa suma de charlas sobre el tiempo, sobre lo que viene o sobre ese suspenso eterno del presente, esto último representado en el personaje que interpreta Matthew McConaughey: es alguien mayor, que aún se resiste a pasar la página de la juventud. Rebeldes y confundidos es una película alegre, vital, sumamente divertida, que rara vez se deja ganar por el pesimismo más allá de que varios personajes se muestren preocupados ante el abismo. Linklater escribió una película sobre la libertad con absoluto espíritu adolescente. Rebeldes y confundidos es transparente y cálida, compleja a pesar de transmitir simpleza, y contestataria con la mejor cara: ambientada en tiempos del Bicentenario de la Independencia norteamericana, una docente le recuerda a sus alumnos que lo que se celebra ese día es que “un grupo de colonos no quiso pagar impuestos”.

Sin dudas que ese espíritu bonachón y naif que la película transmite era algo buscado por Linklater. Durante una actividad organizada por el aniversario del estreno, recordó que sus intenciones eran hacer una película inversa a las de John Hughes y su juventud apesadumbrada: “El drama es muy discreto en Rebeldes y confundidos. No recuerdo que la adolescencia fuera tan dramática. Recuerdo haber tratado de seguir la corriente, socializar, encajar y ser genial. Lo que estaba en juego era muy bajo. ¿Conseguir entradas para Aerosmith o no? Eso era una gran cosa”, dijo Linklater y agregó: “Era raro que una niña quedara embarazada o que hubiera un accidente automovilístico y alguien muriera. Eso realmente no sucedió mucho. Pero dar vueltas e intentar buscar algo que ver con la música, ¡eso sucedió mucho!”. Y eso es lo que captura Linklater en Rebeldes y confundidos, una película que nos permite respirar el olor a césped de esas tardes de verano en los suburbios, de autos enormes y metálicos con la brisa entrando por los vidrios bajos, de risas y charlas compartiendo con amigos cerveza y marihuana, y de dilemas tan importantes como lograr que finalmente esa chica que nos gusta acepte la invitación para ir a ver el concierto de Aerosmith.

El grunge estaba en el centro de la escena y un año después del estreno de la película Kurt Cobain se suicidaba. Es interesante pensar si Rebeldes y confundidos hubiera sido la misma película. Pero también es cierto que Rebeldes y confundidos es eso: el dulce y preciso recorte de un momento de diversión y libertad.

Comentarios

comentarios

Comments are closed.