Muy Buena
EL AMOR COMO UN TRIÁNGULO DE DOS LADOS
Por Rodrigo Seijas
Mucha lógica el amor no tiene. Involucra una serie de factores que rara vez confluyen de formas previsibles o “razonables”. A veces cumple y confirma estamentos o creencias sociales, pero suele eludir explicaciones simplistas. Incluso depende de cuestiones puramente comunicacionales y hasta temporales: depende de momentos, miradas, palabras. Va de la mano de la identidad, otra noción totalmente difusa a la cual nos cuesta definir. Y muchas veces entra definitivamente en terrenos de lo absurdo, más cuando se lo contempla desde afuera. Atlántico se alimenta de estas ambigüedades y las aplica en función de un relato con unas cuantas particularidades.
La obra, escrita por Alfredo Staffolani y dirigida por Luciano Suardi, sigue a Inés y su historia de amor con Diego, plagada de encuentros entre fortuitos, casuales y fragmentados. Hay un deja vú constante, idas y vueltas, malentendidos donde el lenguaje es un factor esencial y lo temporal promueve la repetición y lo cíclico. A eso se suma una tercera en discordia, que alimenta una trama en la que los protagonistas parecen estar siempre dislocados, a contramano del mundo y hasta de ellos mismos. En esto, el espacio también juega su rol, promoviendo la desconexión y las interferencias comunicacionales.
Sin embargo, contrariamente a lo que podría esperarse, Atlántico no apuesta de manera directa al drama –que podría haberla convertido en una pieza solemne y pesada- sino que elige un canal indirecto, que es el humor lindante con lo absurdo e insólito. Lo ilógico y hasta inexplicable se vuelven imagen y sonido en la obra, adquieren una materialidad llamativa, hasta enhebrar un verosímil propio. De hecho, son numerosos los pasajes donde se empujan los límites de lo desatinado, llevando a una risa entre sorprendente, espontánea e incómoda.
Aun así, tras las diversas superficies que va acumulando, Atlántico no deja de ser un drama sobre las desilusiones románticas, la soledad, las dificultades para conectar con el otro pero a la vez la incesante búsqueda de contacto. Su trasfondo está marcado por la melancolía, por cuerpos que se ansían pero no llegan a encontrar formas claras y precisas de expresarlo. Esa interacción de tonalidades, climas y sensaciones la convierten en un objeto aún más atractivo.
Dramaturgia: Alfredo Staffolani Actúan: Eugenia Mercante, William Prociuk, María Inés Sancerni Diseño de escenografía: Rodrigo González Garillo Diseño de luces: Ricardo Sica Realización de escenografía: Gustavo Disarro Diseño gráfico: Ignacio Lascano Asistencia de dirección: Sabrina Marcantonio, Macarena Rodríguez Cuello Prensa: Duche&Zarate Dirección: Luciano Suardi Duración: 50 minutos Sala: Teatro Anfitrión (Venezuela 3340, CABA) – Viernes a las 21:00. Hasta el 6 de diciembre.