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Arte en el Museo Contemporáneo

BRAZOS DE PULPO… CAVIAR

Por Virginia Ceratto

(especial para @funcinemamdq)

Con curaduría de Eva Grinstein y Guillermina Mongan, 12 artistas de 12 galerías de la provincia de Buenos Aires exponen hasta la primera semana de noviembre obras (pictóricas, fotográficas, instalaciones) en el Museo MAR. Vale la pena sumergirse en estas aguas.

Mariela Vita, Yen Rox, Federico Lanzi, Maite López Poulsen, Agustina Girardi, Marcelo Alzetta, Fernando Mariani, Lolo Parigini, Daniel Basso, Sasha Minovich, Yanina García y Ariel Montagnoli dan cuenta que hay una vanguardia que no reniega de los soportes que, obviamente, se precisan, y que va más allá, resignificando posibles estereotipos a partir de una mirada divergente, singular.

Hacer una selección de una previa selección es difícil, horrendo. Pero las exigencias lineales obligan. Y la mención de los que siguen no opaca el atrevimiento y la lucidez de los que no.

Sala 1, MAR.

Ingresando y a la derecha, me encuentro -nos encontramos- con Coral del Monte, excelente muestra de Ariel Montagnoli, doce piezas en materiales varios que nos sumergen en el fondo del mar. Texturas puras, increíbles, que, pues eso, nos sumergen. Nos invitan a bucear o volar por ese fondo que por obra y gracia del arte están aquí, en este aire, como si fuera bajo la superficie. Cuarzo, aluminio, silicona, lo mismo da. El ser humano quiere volar y quiere ser sirena, o pez, y sumergirse. Con Montagnoli, lo logra. Lo logramos. Sutil, bello, perfecto.

Y la mirada se va hacia una vela, dos velas, y nos lleva a la superficie, Lolo Paringi con Genoa nos da el aire que necesitamos para respirar, aire en el que está el perfume y el soporte del mar, en el MAR. Paringi nos permite navegar, en esa instalación y en nuestra mente. En una sensación que nos mantiene a flote y nos sumerge. Y nos eleva, dada la altura de su obra. Un respiro, una respiración. Hay mucho de vida en esta obra.

A la izquierda… Daniel Basso, artista de Mundo Dios, los marplatenses lo conocemos, sabemos de su impulso para recuperar junto a otros artistas la vieja casa francesa del Puerto y reconvertirla en un espacio de arte. Conocemos sus instalaciones. Y nos quedamos frente a… una sublimación de una red, un medio mundo, una trampa para pescar y matar que, sin embargo, no obedece a los materiales que las redes de medio mundo o como se llamen tienen. Porque su Capelina gigante (a Basso le gusta esa dimensión fuera de toda escala) remite en primer y burdo término a una jaula (¿acaso las redes no son jaulas?), pero esta jaula que bien podría contener a un ser humano, pensemos… está vacía. Y en otro término, nos, me recuerda, a esas jaulitas para encender velas. Y me invita, espero, nos invita, a repensar, dar aire, dar libertad. Jaulas que no contienen ni peces, ni pájaros, ni personas. Jaulas abiertas en donde solamente puede anidar (con una vela, vela de cera, vela de barco) la luz, el espacio. La libertad. Gracias Basso.

Giro a un ángulo, a una esquina, giro, porque el MAR con esta muestra me invita, y Maite López Pulsen me lleva a lo doméstico. A sus Espejismos cotidianos, una videoinstalación en donde resignifica lo que podemos vivir a diario. ¿Agua que corre y no es? Indudablemente esta mujer ha transitado, ha investigado, ha aprendido, ha compuesto. Bien.

Y cerca… Yen Rox. True Hallucinations, fotografía. Cuatro fotos en las que conviven la mujer, el agua, los seres acuáticos, la vida. Entrelazadas, transfiguradas, la mujer y los seres del mar. Algo de pulpo con espalda de fémina, algo de primordial, por esos estadíos por los que pasa el feto que va camino a ser humano, algo de la historia de la humanidad que cuenta que vino del agua, algo de primordial y primigenio. Algo de prehistoria de la Humanidad. Algo muy íntimo. Profundo. Inconsciente. Algo que supera y transgrede las contradicciones. Algo que me llevó a la película Spring, y la lucha por sobrevivir, aún si somos monstruos, es decir, únicos e irrepetibles. Todos somos un poco monstruos, y Yen nos lo recuerda. Y a su vez, hace hincapié en que toda forma de vida es lícita y aboga, sin querer, o queriéndolo, por la diversidad. Y sé que la modelo es su hija. Yen Rox, una mujer que ha parido su obra literal y literariamente. Que ha puesto su arte y el cuerpo que ha parido para pedirnos respeto. Una gloria.

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