LA CONDICIÓN DEL LÍMITE
Por Virginia Ceratto
(especial para @funcinemamdq)
Sorjonen, apellido del especial detective finlandés que investiga desde la Unidad de Crímenes Mayores en un pueblo de frontera, Lappenranta, hasta cruzar, en varios casos, la frontera con Rusia.
Aquí un punto de interés: el cruce de fronteras a partir de la visión de los delitos conectados con el crimen sexual. Y ya eso atrapa.
Y antes, durante y después, la personalidad del detective. Un, tal vez Asperger (?) -no importa en realidad- que codifica y decodifica la realidad conforme un sistema particular y arquitectónico de su propio palacio de la memoria.
Y entonces la intriga, para el espectador, es doble. Los “casos” y el “caso Sorjonen”. En el primer ítem misterios, se pueden resolver. En el segundo, enigma. No se resuelve. Ni falta hace.
Una serie de Netflix que no copia en primer lugar y que da espacio para empatizar con la figura del distinto, del divergente. Y con agregados. La entendible enfermedad de su mujer, correlato de la patología del personaje central, sea cual fuere ésta. Correlato que nos enfrenta a nuestra incapacidad de aceptar aquello que no tiene parámetros inteligibles para comprender lo extraño. Lo “extraño”. Y en este tiempo, si no aceptamos lo extraño estamos fuera del mundo.
Actuaciones impecables y una sensibilidad, en medio de tramas escalofriantes. Una sensibilidad que da lugar a la desesperación de una detective que opera de manera impecable como tal y de manera que no se puede juzgar como madre.
Un plus, en cada temporada, son dos, los casos se resuelven en tres o cuatro episodios, no más. No hace falta. Y las singularidades se van completando en el todo.
De paso, algo para que aprendamos acerca de lo que pasa en el mundo. Ahora, hoy. Globalizado. Todo es cuestión de poder, y también, todo, se puede desarmar con una mente brillante, y aún así, seguirá ocurriendo la tragedia.
Imperdible.