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Funcinema

Entre vino y vinagre

Título original: Wine Country
Origen: EE.UU.
Dirección: Amy Poehler
Guión: Liz Cackowski, Emily Spivey
Intérpretes: Amy Poehler, Rachel Dratch, Ana Gasteyer, Maya Rudolph, Paula Pell, Emily Spivey, Jay Larson, Tina Fey, Maya Erskine, Rachel Hamilton, Brené Brown, Jon Glaser, Jason Schwartzman, Cherry Jones, Craig Cackowski
Fotografía: Tom Magill
Montaje: Julie Monroe
Música: Lisa Coleman, Wendy Melvoin
Duración: 103 minutos
Año: 2019


6 puntos


AMIGAS, EN LAS BUENAS Y EN LAS MALAS

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Un grupo de amigas decide hacer la ruta del vino allá por California como forma de celebrar los 50 años de una de ellas, pero fundamentalmente para reencontrarse y compartir tiempo juntas como -aparentemente- hace mucho no lo hacen. Entre vino y vinagre es la típica comedia dramática que acumula características y estereotipos de varios personajes para elaborar un muestrario más o menos completo de neurosis varias. La diferencia, y lo que genera expectativa, es que en el guión, el protagónico y la dirección aparece Amy Poehler, y el grupo de amigas está interpretado por varias colegas y ex compañeras del inagotable Saturday Night Live: Rachel Dratch, Ana Gasteyer, Maya Rudolph, Paula Pell, Emily Spivey, Tina Fey. Y Entre vino y vinagre puede ser vista tanto como una ligera decepción o una amable posibilidad.

Con estos nombres, con todo el talento reunido, uno podría esperar una comedia incendiaria. Pero Entre vino y vinagre no sólo no lo es, sino que además tampoco hace demasiado esfuerzo por serlo, y esa es tal vez la mayor sorpresa que aporta esta producción de Netflix: es como si Poehler dijera “ya sé que somos graciosas, pero también tenemos otros talentos”. Como tiene que ser, cada personaje arrastra su particularidad y aquello que lo distingue: desde la obsesiva que busca organizar y controlar todo a la que no tiene demasiado resuelta su vida personal, o aquella que tiene pánico de enfrentar alguna situación clave de su vida. Cada una tendrá sus peculiaridades y la película se encargará de explotar cada aspecto desde un punto de vista cómico. Otro aspecto que la película utiliza sin problemas es lo de acumular tensiones que explotarán en el clímax y modificarán el punto de vista de las protagonistas. Poehler no teme hacer evidente el patetismo en el que los personajes a veces se encierran, pero no deja de tener cariño por sus criaturas. Y eso es lo que en definitiva uno rescata de su película, más allá de algunos comentarios mordaces sobre la postmodernidad y sus absurdos.

En determinado momento los conflictos estallarán en la cara de los personajes y el pase de facturas será inevitable. Pero el atractivo de Entre vino y vinagre es que si bien cae en los lugares comunes esperables, no sólo los resuelve con inteligencia sino que además le resta importancia al drama solemne: no hay exceso de gritos y la secuencia de reconciliación es de lo más divertida. Amigas al fin de cuentas, las protagonistas sabrán asimilar algunos comentarios como una etapa más de la relación que mantienen. Esa ligereza se observa perfectamente en la última escena, donde los personajes siguen con la charla como si nada hubiera pasado y evidenciando que no sólo la vida sigue, sino que lo hace en un curso de lo más despojado y poco trascendente. Las protagonistas de Entre vino y vinagre no tienen características maravillosas, apenas son un grupo de mujeres en ese momento en que se empieza a sentir temor por el paso del tiempo. Y con eso alcanza tanto para lo cómico como para lo trágico.

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