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El silencio

Título original: The silence
Origen: Alemania
Dirección: John R. Leonetti
Guión: Carey y Shane Van Dyke, basado en la novela de Tim Lebbon
Intérpretes: Kiernan Shipka, Stanley Tucci, Miranda Otto, Kate Trotter, John Corbett, Kyle Breitkopf, Dempsey Bryk, Billy MacLellan, Chris Whitby, Zoe Doyle, Gregory Waters, Sarah Abbott, Kate Corbett, John Fray
Fotografía: Michael Galbraith
Montaje: Michele Conroy
Música: tomandandy
Duración: 90 minutos
Año: 2019


3 puntos


TERROR APÁTICO

Por Rodrigo Seijas

(@fancinemamdq)

Lo único relativamente interesante de El silencio (nueva producción de Netflix) es su elenco: Kiernan Shipka, Stanley Tucci, Miranda Otto y John Corbett son actores de porte moderado, que saben ponerse al servicio de los relatos que protagonizan y hasta juegan con efectividad roles reparto cuando la necesidad llama. Pero eso es apenas un dato, no una característica cinematográfica, e incluso no debe pasarse por alto que estos intérpretes luces deslucidos y hasta desganados en un film sin energía e inventiva.

Si el arranque de la película de John R. Leonetti (realizador de Annabelle) genera algo de inquietud desde una escena donde prevalece el desconcierto y el pánico, lo que sigue cae en muchos pasajes en la más pura apatía. Quizás esto se deba a que ya la premisa luce un tanto forzada: de unas cuevas hasta ese momento ocultas, surgen una criaturas voladoras que cazan mediante el sonido, lo cual crea caos y lleva a que la familia de Ally (Shipka), una chica de 16 años que quedó sorda hace tres años después de un accidente, emprenda una huida en auto para encontrar un refugio. Ya ese escape es un poco inexplicable –era mucho más lógico quedarse en el hogar con todo cerrado-, a lo que hay que sumar que esos antagonistas supuestamente tan temibles son bastante más torpes y menos letales de lo que podrían parecer inicialmente: su capacidad para escuchar no es tan aguda, no distinguen cuerpos de objetos inanimados, no poseen un gran olfato, no tienen la fuerza para romper puertas o ventanas, son vulnerables cuando se los ataca. Y sin embargo, el film se esfuerza denodadamente por delinear un escenario casi apocalíptico, pero en el cual Internet y los celulares siguen funcionando bastante bien.

De ahí que, en su hora y media de metraje, El silencio acumula saltos arbitrarios de una secuencia a otra e inventa conflictos a los tumbos. Por ejemplo, en la segunda mitad aparece una secta que quiere llevarse a la protagonista porque es fértil, pero ese grupo de villanos nunca sale de lo estereotípico y apenas tiene identidad. Pero eso también puede aplicarse a los protagonistas, por más que el relato esté atravesado por una vertiente emparentada con el drama familiar. Los personajes permanecen mudos o hablan en voz baja, pero lo que abundan son las explicaciones redundantes y decisiones absurdas para generar suspenso, en una narración carente de fisicidad.

Con una historia estirada y enclenque, donde se notan todos los hilos, El silencio es un bodrio que ni siquiera funciona como breve entretenimiento hogareño. Y encima desperdicia el talento de un elenco atractivo.

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