Por Mex Faliero
Hace algunas semanas, con motivo del estreno de la remake de Dumbo a cargo de Tim Burton, escribía en esta columna respecto a cómo algunos elementos del film original de 1941 eran irreproducibles hoy, en estos tiempos de fascista corrección política. Por suerte, la realidad supera a las especulaciones y esta semana se conoció una información proveniente de Disney, que indica que el film animado será cargado a la nueva plataforma streaming Disney+ pero con algunas ediciones. Fundamentalmente, se busca anular la presencia de los cuervos que ayudaban al elefante a volar. Aquellos personajes tenían en el original un tono inconfundiblemente sureño y el nombre de uno de ellos, Jim, era referencia a Jim Crow, nombre que tomaron una serie de leyes que alentaban la segregación racial en Estados Unidos. Está claro que uno puede hacer la lectura que quiera de la película de Disney y sospechar que sus referencias y subtextos son cuestionables. Pero moleste a quien le moleste lo que Dumbo pueda sugerir, lo cierto es que la película de 1941 es aquella y no ésta, reacondicionada a tiempos que no son los mismos en los que fue pensada y creada. Sustraer un dato de una película porque no combina con el aire de época es la misma tontería que analizar personajes de la historia con una mirada del presente. Y lo que hace la compañía Disney es, aún peor, eliminar un detalle de la propia historia personal. Como si en nuestro árbol genealógico existiera un tío que nos diera vergüenza y decidimos reescribir la historia de nuestra familia y eliminar su existencia porque, bueno, nos incomoda un poco. O como aquel acto estúpido de Spielberg que cambió las armas de los agentes de ET por walkie-talkies porque le parecía un poco violento en un film para los chicos. La clave es hacerse cargo de quién somos y de quién fuimos, y de todas las cosas buenas o malas que puedan habernos constituido como seres. Por otro lado, el consejo es buscar todas las películas de la historia y guardarlas, para atesorarlas tal cual son y antes que algún espíritu bienpensante decida modificarlas para sostener el status quo de la corrección.