Por Rodrigo Seijas
ATENCIÓN: SPOILERS
Si el capítulo que es Scars arranca prometiendo grandes revelaciones, su relato se termina estirando en demasía, su vuelta de tuerca se ve venir a la distancia y no termina aportando demasiado. De ahí que no pase de ser un discreto episodio de transición rumbo al cierre del noveno año de The walking dead, que ya ha incurrido en estos baches en temporadas pasadas.
El centro temático e incluso narrativo es el vínculo entre Michonne y Judith, esa relación materno-filial que han establecido a pesar de no tener lazos sanguíneos, aunque juegue un papel relevante el pasado de la primera. El conflicto se desata a partir de la llegada de Daryl, Henry, Lydia y Connie a Alexandria, y la decisión de Michonne de darles albergue durante poco tiempo, solo para que Henry se cure de sus heridas y mostrando una sutil hostilidad hacia Lydia. Claro que Judith no está de acuerdo con las actitudes de Michonne, con lo cual terminará huyendo en pos de ayudar a los que todavía considera sus amigos incondicionales, lo que obligará a Judith a emprender una búsqueda un tanto desesperada. Antes de que Michonne tome consciencia del rumbo emprendido por Judith, tiene un breve y tenso diálogo con Negan –en una reaparición que eleva el nivel del episodio-, donde queda claro que el ex líder de los Salvadores no solo puede ser relativamente noble, sino también inteligente e intuir con precisión cómo Judith busca continuar con el legado de su padre Rick y su hermano Carl.
Pero a Scars le importa bastante más indagar en las cicatrices que porta Michonne (y que les da el título al capítulo), y es ahí donde los flashbacks comienzan a tener relevancia, explorando los meses posteriores a la desaparición de Rick, el embarazo de Michonne y la llegada a Alexandria de Jocelyn, una amiga suya de los tiempos previos al brote zombie. Lo que parece ser un nuevo comienzo para la amistad entre ambas, rápidamente –y de manera un tanto arbitraria- decanta en algo bastante más siniestro, con Jocelyn secuestrando a los niños de Alexandria –incluida una aún pequeña Judith-, robando comida y Michonne emprendiendo otra búsqueda desesperada con la ayuda de Daryl. Ambos caen en una trampa que les tiende la pandilla de Jocelyn –conformada por un puñado de niños educados metódicamente en la maldad-, sufren tortura (de ahí las cicatrices), pero logran escapar y finalmente recuperar a todos los menores secuestrados, matando a Jocelyn en el proceso.
Hay que decir que la directora Millicent Shelton monta una puesta en escena inteligente a la hora de manejar la violencia sobre los niños, recurriendo a un montaje elusivo, que se alimenta de la interacción con el presente para evitar regodeos innecesarios pero sin escamotearle información al espectador. Sin embargo, no consigue elevar el suspenso, porque al fin y al cabo ya sabemos por anticipado que Judith sobrevivió al secuestro y no sorprende demasiado que recuerde esos eventos, por más que Michonne –un poco ingenuamente- haya creído que no tenía memoria de lo sucedido.
La función principal de Scars termina siendo darle un poco más de consistencia al lazo entre Michonne y Judith; sentar las bases para una posible reconciliación de Alexandria con las otras comunidades, a partir de la penúltima secuencia, donde Michonne y Judith les prestan ayuda a Daryl, Henry, Lydia y Connie en su viaje; y dejarnos en claro que los Susurradores descubrieron la ubicación de Alexandria. Pero no pasa de ser un capítulo discreto y olvidable.