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Sobre la censura en los Estrella de Mar: Una performance vale más que las palabras

Por Virgina Ceratto

(especial para @funcinemamdq)

Hace muchos años, décadas, cuando peligraba su -en aquel tiempo- centro de Arte, la mina se encadenó. Fue pionera.

Siempre eligió obras de calidad y testimonio. Estética y ética. Y muchas veces de denuncia.

Hace unos años, encabezó la presentación de los elencos marplatenses con una foto feliz en una plaza, que ponía en evidencia, con una socarrona dulzura, que estábamos excluidos de la presentación en Capital Federal. La foto se hacía los sábados a las 11:00.

Cuando su centro cultural fue agredido, en más de una ocasión, salió a defenderlo y tuvo el apoyo de toda la comunidad decente.

Decente.

Cuando un compañero, no hablo de cuestiones partidarias, estuvo necesitando una mano, juntó los brazos de todos.

El año pasado subió a la Piazzolla con una pancarta que lo dijo todo.

Y este año, en el Sheraton, montó una performance silenciosa, vestida de negro, un negro de elegante luto por lo que sucedía, solamente interrumpido con un acorde de su impecable pañuelo verde en la muñeca.

Expresó, comunicó, dijo y así permanece, con arte.

No fue un constructo ni una pose. Fue una verdadera improvisación. Todo terreno. Y sobre todo, ganó terreno. A ella le caben el escenario propio, los ajenos, la calle, la pasarela; porque creo que era eso, una pasarela, de un hotel lujoso de la ciudad.

Y se impone con altura.

Realizó un acto humano, artístico. Una obra de arte, y el arte, se sabe, es humanitario o no es nada.

Extraordinaria Viviana Ruiz y su gente. Quedarán en nuestra memoria. Gracias.

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