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Recapitulación de Better call Saul: Wiedersehen

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Atención: se revelan detalles del capítulo.

“Wiedersehen” escribieron los alemanes sobre la roca que tenían que dinamitar para avanzar en la construcción del laboratorio de Gus Fring. “Wiedersehen” que, según el traductor de Google, quiere decir algo así como “reunirse de nuevo” -o algo por el estilo ya que mi inexistente alemán está imposibilitado de hacer una traducción más exacta-. Wiedersehen fue el título del capítulo. Y con ese título nos imaginábamos no sólo que los germanos iban a ser protagonistas, sino también que la melancolía se apoderaría de las situaciones… aún más. Lo de Jimmy y Kim a punto estuvo de destrozarnos el corazón, pero más nos puso triste el existencialismo fatalista de Werner Ziegler. Wiedersehen fue un capitulazo, el mejor de este año y uno de los mejores en la historia de Better call Saul. Y ya nos preparamos para el final la cuarta temporada.

Un detalle no menor: Wiedersehen estuvo dirigido por Vince Gilligan, por lo que evidentemente todos los rubros técnicos estuvieron en su máxima potencia para ilustrar el gran trabajo del creador de la serie. Cómo olvidar ese sol que dejó al viejo Salamanca en contraluz, mientras un cuentito casi de terror del sobrino Lalo nos puso al corriente de cómo fue que don Héctor consiguió aquella campana con la que lo conocimos en Breaking bad. Fue un momento virtuoso, aunque casi exclusivamente para extender la mitología de la serie original. Hubo más, y vaya que hubo…

El montaje fue clave en la subtrama de Mike y Zeigler (un perfecto Rainer Bock), ese mundo laboral regido por códigos de hombres que nunca esperan una traición. Zeigler fue embaucando a Mike, se acercó cada vez más y hasta pudimos ver una sonrisa en el habitual rostro de piedra de la mano derecha de Fring. Seguramente Mike nunca se perdonará ese pequeño desliz con el que terminaron perdiendo al alemán, que ahora vagará por el desierto tratando de escapar de ese encierro maquinal y de volver a su tierra de origen. El montaje fue clave, decíamos, por la manera en que fue dosificando la información y nos fue alertando sobre las intenciones del ingeniero. La secuencia final tuvo ese tono seco y profesional del buen cine de Michael Mann.

Pero el plato fuerte fue lo que ocurrió con Jimmy y Kim, con las consecuencias de lo ocurrido en el episodio anterior. El prólogo los mostró en acción, trampeando otra vez. E inmediatamente descubrimos motivaciones cruzadas entre ambos, en un festejo alrededor de la ilegalidad por objetivos diversos: para Kim esas acciones valen si el fin es algo bueno. Aunque en verdad nunca se sabe dónde está el bien y dónde está el mal. De todos modos parecía que las cosas iban por el buen camino hasta que ocurrió otro de los imprevistos de esta temporada: a Jimmy no le aceptaron su alegato y tendrá que esperar un año más para ver si puede ejercer como abogado. Esta situación dinamitó finalmente la relación: para Jimmy, Kim en realidad no cree en él y no lo ayuda cuando está en caída libre. Y para Kim, bueno… Jimmy siempre está en caída libre. Ese  “Jimmy, tu siempre estás en lo bajo” que le espetó en la cara al menor de los McGill fue una de las líneas más duras que se han dicho en esta serie. Prueba de que Kim es el gran personaje de esta temporada. Y prueba, también, de que Better call Saul es una serie que funciona con identidad propia y no precisa de grandes eventos para aumentar la expectativa. El guión en estas secuencias fue de lo más preciso y la última escena entre Jimmy y Kim mostró a una pareja dolida aunque con el cariño suficiente para ver de qué manera de sale adelante.

La cuarta temporada termina el martes próximo con un capítulo titulado Winner y no podemos más de la ansiedad por ver cómo Gilligan y Peter Gould nos llevan por el lado de lo que menos esperamos.

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