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Operación Final

Título original: Operation Finale
Origen: EE.UU. 
Dirección: Chris Weitz
Guión: Matthew Orton
Intérpretes: Oscar Isaac, Ben Kingsley, Mélanie Laurent, Lior Raz, Nick Kroll, Michael Aronov, Ohad Knoller, Greg Hill, Torben Liebrecht, Michael Benjamin Hernandez, Joe Alwyn, Greta Scacchi, Peter Strauss, Haley Lu Richardson, Pêpê Rapazote, Rainer Reiners, Simon Russell Beale, Rocío Muñoz, Rita Pauls, Ania Luzarth, Tatiana Rodriguez, Ezequiel Campa, Aitor Miguens, Antonia Desplat, Eduardo Green
Fotografía: Javier Aguirresarobe
Montaje: Pamela Martin
Música: Alexandre Desplat 
Duración: 122 minutos
Año: 2018


5 puntos


OBEDIENCIAS Y MANIPULACIONES

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

La captura de Adolf Eichmann representó un hito muy particular dentro de la historia de Israel –ya que el país pudo juzgar por primera vez a uno de los responsables máximos de la Shoah-, pero también de la referida a la búsqueda de criminales de guerra y genocidas en todo el mundo. Fue producto de un proceso sumamente obsesivo y con numerosos desniveles, que involucró variables socio-políticas de todo tipo y que culminó con un juicio llamativo, donde quedó claro que una de las mentes con mayor grado de involucramiento en la planificación y ejecución del Holocausto era un individuo gris, sin grandes ambiciones discursivas, que se escudó en la cadena de mando para explicar y justificar sus acciones.

Operación Final -que se puede ver por Netflix- hace foco en el grupo de agentes que se encargaron de la captura de Eichmann (un Ben Kingsley algo sobreactuado), quien residía en la Argentina como un ciudadano común y corriente, oculto a la vista, gracias a una red de complicidades que involucraba a autoridades y distintas fuerzas que simpatizaban con el nazismo. El punto de vista está estructurado esencialmente alrededor de Peter Malkin (Oscar Isaac), uno de los integrantes con más relevancia del equipo destinado a la misión, y que como todos sus compañeros tenía seres queridos entre las víctimas del nazismo. El film de Chris Weitz quiere contar todo esto y algunas cosas más –como la instancia del juicio a Eichmann o el vínculo romántico que unía a Malkin con otra agente de su equipo, interpretada por Mélanie Laurent-, pero le cuesta sobreponerse a ese dilema eterno que afronta el arte cinematográfico: cómo poner en imágenes el horror del Holocausto, sus implicancias y consecuencias.

La película toma un camino tan lógico como poco arriesgado, que es narrar burocráticamente todos los hechos, con unas cuantas simplificaciones –como la situación argentina, vista de forma casi pintoresca, aunque jugando un rol secundario- pero funcionando esencialmente como un thriller sobre gente que se define más que nada por sus acciones aunque no deje de cuestionarse sus motivos o formas. La vigilancia y el operativo de captura de Eichmann, la espera en una casa segura mientras se aguarda por el avión de escape rumbo a Israel, con las fuerzas neo-nazis y antisemitas pisándoles los talones a los protagonistas, gozan de una tensión progresiva que hace llevadero al relato, y se debe reconocer que algunos diálogos entre Eichmann y Malkin gozan de cierta humanidad en las perspectivas.

Lamentablemente, lo que termina pesando más en Operación Final (especialmente hacia el final) es la voluntad de transmitir un mensaje sobre el Holocausto, la mentalidad genocida y la necesidad de justicia por parte de las víctimas. Y ahí es donde el film no solo carece de originalidad, sino que encima se vuelve bastante manipulador, con una especie de confesión sumamente estereotipada por parte de Eichmann y un par de flashbacks bastante entre manipuladores y torpes. A Weitz le faltan ideas potentes para llevar adelante el relato y por eso Operación Final termina siendo una película que gira alrededor de la obediencia que conduce a los actos más horrorosos, pero que nunca llega a decir algo mínimamente original.

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