No estás en la home
Funcinema

A la hora señalada (1952)



EL MENSAJE ANTES QUE EL WESTERN

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

Hay toda una corriente del cine hollywoodense que busca ansiosamente los Oscars (de ahí que exista una temporada de premios, que arranca en el último trimestre del año) y por ende una pátina de prestigio. Una vía posible para ese objetivo es una relectura de géneros populares desde una aproximación más seria y reflexiva, donde la mirada socio-política juega un rol importante. Los cines de realizadores como Christopher Nolan o Denis Villeneuve se han sustentado en buena medida desde esta premisa, a veces para bien y muchas para mal. Pero lo cierto es que este tipo de cine un tanto solemne no es nuevo y tiene unos cuantos antecedentes que se remontan a más de medio siglo atrás. A la hora señalada es un ejemplo a tener en cuenta, una película que entra cómodamente en la categoría de “western para los que no les gustan los westerns”.

No es que el film de Fred Zinnemann no pueda ser visto como un potente ejemplo del género, ya que el realizador demuestra una gran sapiencia para utilizar distintos elementos y tonalidades iconográficas: allí está el enfrentamiento entre la ley y la criminalidad; el típico pueblo como campo de batalla; las tensiones entre la figura masculina y las distintas presencias femeninas; el progresivo camino hacia el duelo final; el paisaje general funcionando como marco envolvente de un microclima determinado; y un largo etcétera. Pero esa utilización es un tanto culposa, un vehículo narrativo y estético para lo que termina siendo más relevante, que es el mensaje, la discursividad y la metáfora política.

Porque primera y esencialmente, A la hora señalada funcionaba como alegoría apenas encubierta de la persecución y aislamiento que propiciaban las listas negras que se armaron en Hollywood entre los cuarenta y cincuenta con los nombres de artistas que se presuponía tenían simpatía o pertenencia al Partido Comunista. A eso se sumaba la utilización de un rango temporal acotado, con las acciones transcurriendo casi en tiempo real; Gary Cooper tomando un rol protagónico con chances de devolverle popularidad y prestigio justo en momentos en que su estrellato parecía entrar en un declive; y hasta la presencia de Grace Kelly, una actriz con un glamour muy particular que luce un tanto a contramano con el paisaje del Lejano Oeste. De ahí que consiguiera interpelar a un espectador que podía no gustar de los westerns, pero que igual se sentía cómodo ante lo que contemplaba, porque lo relevante no eran los códigos genéricos sino el mensaje.

Los cuatro Oscars que terminó llevándose A la hora señalada –incluido mejor actor para Cooper- eran, en cierto modo, lógicos y previsibles, porque eran buscados. ¿Eso la hace una película falsa, impostada, manipuladora? No de una forma esquemática, porque su construcción narrativa, estética y hasta actoral (especialmente desde las performances de Cooper y la gran Katy Jurado) goza de una sinceridad y convicción sumamente potentes, casi arrolladoras. Aún así, puede verse en toda su trama los hilos moviéndose, apuntando a bajar una línea determinada y conseguir la simpatía de un público con un sesgo ideológico claramente posicionado en contra del macartismo. En el medio, la perspectiva popular del western quedaba relegada a un segundo plano, en una modalidad que el Hollywood actual ha convertido en sistema automatizado.

Comentarios

comentarios

Comments are closed.