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El alma de la fiesta

Título original: Life of the party
Origen: EE.UU. 
Dirección: Ben Falcone
Guión: Melissa McCarthy, Ben Falcone 
Intérpretes: Melissa McCarthy, Matt Walsh, Molly Gordon, Ben Falcone, Jacki Weaver, Stephen Root, Maya Rudolph, Chris Cavalier, Gillian Jacobs, Adria Arjona, Jessie Ennis, Flynn Falcone, Heidi Gardner, Debby Ryan, Yani Simone, Chris Parnell, Julie Bowen, Karen Maruyama, Jimmy O. Yang, Luke Benward, Mac Alsfeld, Nat Faxon, Sarah Baker, Christina Aguilera
Fotografía: Julio Macat 
Montaje: Brian Scott Olds 
Música: Fil Eisler 
Duración: 105 minutos
Año: 2018


7 puntos


ESTUDIOSA DE LA COMEDIA

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

Melissa McCarthy no necesitó que apareciera el movimiento #MeToo para desplegar toda clase de contenidos feministas en su cine. Del mismo modo, a pesar de asociarse permanentemente a nivel artístico con su marido Ben Falcone, posee un punto de vista propio. Encima, ha ido desarrollando una productiva capacidad para darle un espacio de lucimiento a los elencos que la acompañan en sus películas, sin por eso resignar centralidad y protagonismo. En un punto, se anticipó a su tiempo y eso la ha colocado en un lugar raro, llamativo, porque pocos cuestionan sus capacidades actorales y cómo puede acoplarse dentro de un elenco, pero varios de los films donde es protagonista han sido bastante subvalorados y hasta maltratados. Es una pena, porque su mirada sobre el mundo es mucho más potente (y progresista en serio) de lo que podría presuponerse a simple vista.

Y si en films como La jefa, Cazafantasmas, Spy y Chicas armadas y peligrosas McCarthy se había mostrado como una laburante y profesional extrema de la comedia, en El alma de la fiesta muestra que también se puede poner en el rol de estudiosa del género, analizando y aprendiendo sus códigos con mayor profundidad, poniendo a prueba sus posibilidades y potencialidades, experimentando con ellos. Por eso la premisa argumentativa no es casualidad o una simple excusa: en cierto modo, la actriz se fusiona con su personaje, una mujer a la que su existencia se le cae como un castillo de naipes cuando su esposo súbitamente le pide el divorcio y que encuentra una nueva oportunidad para construir una identidad cuando decide completar sus estudios universitarios, aunque eso implique, entre otras cosas, compartir la cursada con su propia hija.

La madre y esposa que es Deanna aprenderá que puede ser también compañera, estudiante y hasta un poco maestra –un rol que involucra no solo transmisión, sino también adquisición de conocimiento-, y que puede (y debe, y tiene el derecho) vivir experiencias que no consideraba o tenía en su radar. A la vez, la actriz, guionista y productora que es McCarthy demuestra que esos roles también implican aprender a compartir, liderar, crear, construir situaciones y una mirada sobre distintos universos. El alma de la fiesta es una película despreocupada en el sentido de que su interés no pasa por bajar línea sobre la autosuperación o el entendimiento entre generaciones: algo de eso puede haber, pero no va de la mano de diálogos o frases altisonantes, sino de los hechos y conflictos que se van sucediendo con fluida naturalidad.

En el film pasa de todo: hay fiesta, alcohol, drogas, sexo –la relación que entabla Deanna con un estudiante mucho más joven que ella es notable- y más, que van de la mano con el proceso de aprendizaje y el conocimiento. Y aunque es cierto que al relato le cuesta un poco acomodar su premisa y después algunas de sus resoluciones lucen un tanto apuradas, El alma de la fiesta recupera esa anarquía que necesitan las comedias y ratifica las enormes capacidades actorales y creativas de McCarthy, alguien que trabaja con enorme dedicación el género y que, en vez de dormirse en los laureles, se muestra abierta a consolidar y ampliar su abanico de recursos.

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