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Poema ordinario

Muy Buena


CUANDO LOS ROTOS SE UNEN, SOBREVIENE EL DRAMA

Por Rocío Rivera

(@funcinemamdq)

Una casa de pueblo, una familia disgregada, el secreto, lo no dicho, lo no aceptado. Poema ordinario es una obra dirigida por Lisandro Penelas, con dramaturgia de Juan Ignacio Fernández, que nos ofrece un universo en apariencia cotidiano y familiar para el espectador pero que deviene extrañado y confuso con el devenir de la acción.

La obra se centra en una familia compuesta por una madre (Federica) y sus dos hijos: Olivia, una joven tímida, insegura y conflictuada por los desordenes familiares y un hijo pródigo que vuelve, luego de una de sus tantas ausencias, a cambiar el pobre equilibrio que han logrado madre e hija gracias a la presencia un inquilino, que les alquila la habitación que fuera del hijo para ayuda a la economía de la casa. Este cuarteto compuesto por personajes rotos, que intentaran completarse sin éxito mutuamente, irá transformando su lógica de acción a medida que la obra avanza mostrando no solo una construcción de una intriga progresiva y efectiva, sino también versatilidad en las actuaciones, ya que personajes que nos serán los mismos al finalizar la obra.

La puesta en escena es ingeniosa, se ocupa tanto el lugar de representación enmarcado por el escenario, como los espacios que conforman el teatro en general (escalera, baño y recepción), economizando recursos y ampliando la noción de espacio de representación, otorgando a la acción profundidad de campo y mayor lugar de desplazamiento de los cuerpos. La musicalización es pertinente y permite generar atmosferas y caracterizaciones de los personajes. Dos elementos se destacan dentro de la puesta: primero, la utilización de la luz como un generador no solo de tiempos y espacios de foco, sino también de marcación de los climas emocionales de la acción; segundo, la circulación del alcohol entre los personajes, con la noche, el diálogo y el alcohol como un desinhibidor de lo dicho es lo que irá decantando los problemas que esta familia debe resolver y sobre todo los secretos que deben salir a la luz para la anagnórisis de los propios personajes.

La familia, como una temática central dentro del teatro argentino, vuelve a estar en escena en Poema ordinario, pero esta vez trastocada por lo onírico y las leyendas de los pueblos del interior de nuestro país: además de la intriga que se genera alrededor de los conflictos familiares inconclusos, hay un ser, un animal, que circula alrededor de la casa, al que todos temen y el que delimita el espacio de acción de los personajes (el patio de la casa y no los pastizales que la rodean). Este animal que no es designado solo es caracterizado escuetamente, genera un discurso ambiguo en los personajes (le temen, pero al mismo tiempo los atrae) y misterioso que irá hilvanado junto con el destino de los personajes.

Poema ordinario sabe combinar buenos diálogos, buenas actuaciones y una rica utilización del espacio escénico que, gracias a la estética de las luces y el sonido, construye una obra consistente y entretenida que da ejemplo de lo que sucede en las escuelas de teatro de nuestro circuito cultural y de la rica oferta que encontramos en el teatro independiente.


Dramaturgia: Juan Ignacio Fernández Actúan: Cecile Caillon, Fernando Morales, Julieta Timossi, Ignacio Torres Diseño de vestuario: Eugenia Limeses Diseño de escenografía: José Escobar Diseño de luces: Soledad Ianni Diseño sonoro: Agustín Valero Fotografía: Pilar Montaron Diseño gráfico: Tatiana Schumovich Asistencia de dirección: Fernanda Pérez Bodria Producción ejecutiva: Cecilia Santos Dirección: Lisandro Penelas Sala: Moscú Teatro (Camargo 506, CABA) – Sábados a las 22:00 y domingos a las 18:00.

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