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Hedda

Muy Buena


LO QUE NO SE PUEDE CONTENER

Por Juan Cruz Bergondi

(@funcinemamdq)

Montar un clásico es entrar en la conversación de la Historia. Puede que entre el material y los procedimientos, según el caso, haya, con el fin de hacer coincidir las aguas, un forzamiento o una leve inclinación. Hedda Gabler, la obra de Henrik Ibsen, es quizá uno de los clásicos jóvenes que más se convoca, ya por su violento magnetismo, ya por su perturbadora ambigüedad. Cada época, a su vez, pone límites y plantea desafíos. La versión que Nayla Pose dirige en El Brío –y que adaptó junto a Melina Petriella, quien además se pone en la piel de la protagonista- llega justo en un momento donde el lugar de la mujer en la sociedad actual está puesto en cuestión con la fuerza de un río embravecido.

La operación sobre el texto original concentra en un cuarteto –en su mayoría femenino- toda la acción. Hedda, recién casada con Tesman, está sola con la tía de su marido cuando recibe la visita de Thea, una amiga de su juventud. No sólo se entera de que Løvborg, un antiguo amante suyo, está en la misma ciudad: Thea dejó su familia por venirse tras él. Basta con que alguien encienda la llama para que el alcohol haga volar todo por los aires. Hedda hace las veces de espectador, testigo del aroma a desencanto que inunda las cosas. Embriagada de aburrimiento, es la única que viste de rojo entre tanto negro de los demás y quien, al apretar el gatillo, pone en movimiento la destrucción.

La puesta en escena apuesta por un ritmo que, sin aceleración, facilita el desenvolvimiento de la trama: todo lo que va y viene pasa por la protagonista, el eje gravitacional de la obra. La escenografía, que permite elevar la escena, plantea también recovecos para la intimidad, y el diseño de vestuario, además de simbólico, está pensado en función de evidenciar la sexualidad que carga la atmósfera.

Esta versión de Hedda Gabler prescinde de los adornos y va directo al hueso. No es casual –sino una decisión de la directora- que Thea tenga la misma jerarquía que Hedda y que Julia, la tía, sin ser menos, se juegue por amor. La valentía, parece decir, no es propiedad –ni mucho menos- de los hombres. El trío femenino –conformado, además de por Petriella y Pose, por María Abadi- se destaca en un trabajo que, sin subrayados, pone en juego una lectura: la mujer está cansada de tener atadas las manos y en la boca una mordaza.


Autor: Henrik Ibsen Versión: Melina Petriella, Nayla Pose Actúan: María Abadi, Pablo Chao, Melina Petriella, Nayla Pose Diseño de vestuario: Belén Parra Diseño de escenografía: Rodrigo González Garillo Realización de escenografia: Gustavo Disarro Diseño gráfico: Lucia Szlak Asistente de producción: Nahuel Saa Asistencia de dirección: Florencia Halbide, Lucia Szlak Prensa: Nahuel Saa Dirección: Nayla Pose Duración: 60 minutos Sala: El Brío – Espacio de Investigación Tearal (Av. Álvarez Thomas 1582, CABA) – Viernes a las 21:00. Hasta el 24 de agosto.

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