Título original: Ídem
Origen: EE.UU. / Japón
Dirección: Junpei Mizusaki
Guión: Kazuki Nakashima, Leo Chu, Eric Garcia
Voces originales: Kôichi Yamadera, Wataru Takagi, Ai Kakuma, Rie Kugimiya, Atsuko Tanaka, Daisuke Ono, Hôchû Ôtsuka, Takehito Koyasu, Jun’ichi Suwabe, Yûki Kaji, Akira Ishida, Akira Ishida, Kengo Kawanishi, Chô, Toshiyuki MOrikawa, Kenta Miyake, Anna Mugiho, Juri Nagatsuma, Eric Bauza, Adam Croasdell, Will Friedle, Grey Griffin, Tony Hale, Tom Kenny, Yuri Lowenthal, Roger Craig Smith, Tara Strong, Fred Tatasciore, Matthew Yang King
Dirección de arte: Takuji Miyamoto, Junichi Yamamoto
Montaje: Greg Emerson, Rebecca Unger
Música: Yûgo Kanno
Duración: 85 minutos
Año: 2018
6 puntos
EL SAMURÁI OSCURO
Por Rodrigo Seijas
Ayer escribíamos sobre Lego DC Comics Super Heroes: The Flash y mencionábamos que la característica principal del Universo Extendido de DC era su intrascendencia. Buena parte de ese rasgo era consecuencia de los miedos previos de los productores y realizadores, relacionados también con escasez notoria de libertades. Sin embargo, el territorio de la animación destinada al mercado hogareño presenta menos compromisos para Warner y DC, lo que no significa ausencia de ambiciones pero sí muchas más libertades. Por eso de repente aparece un film como Batman Ninja, que se permite tomar unos cuantos riesgos y apartarse bastante de las convenciones habituales del cine de superhéroes hollywoodense.
La película funciona en buena medida como un compilado de talento japonés volcado de lleno a alterar el universo gráfico y narrativo del Hombre Murciélago, con el animé como base de trabajo. El relato, prácticamente desde la primera escena, utiliza un desplazamiento temporal –que es apenas una excusa a la que se explica rápidamente- para llevar a Batman y la mayoría de los personajes más emblemáticos de Ciudad Gótica (lo que incluye a aliados como Nightwing y adversarios como Gorila Grodd) al Japón Feudal. Allí se desatará una guerra sin cuartel no solo por el dominio de todos los estados feudales que integran el país del sol naciente, sino también por la capacidad de reescribir la historia a través de los siglos. El enemigo principal volverá a ser, una vez más, el Guasón, esta vez convertido en un maníaco y megalómano Lord.
Inicialmente, Batman Ninja parece trasladar al Caballero de la Noche para repensar sus valores éticos y morales en tierras medievales y orientales, focalizando en sus códigos de honor y mostrándolo como un sujeto que, a pesar de apoyarse en las innovaciones tecnológicas, es esencialmente un individuo de otro tiempo, que hasta puede llegar a sentirse cómodo en el Japón de siglos atrás. Sin embargo, progresivamente, el film termina devorándose al material de origen y en vez de poner al animé al servicio de Batman, hace la operación inversa, poniendo toda la carne al asador, sin dejarse atar por los prejuicios y correcciones políticas, y retorciendo unos cuantos moldes, para bien y para mal.
De ahí que la película combine de manera un tanto caótica elementos de Dragon Ball, Los Caballeros del Zodíaco y Mazinger Z (por citar apenas un puñado de influencias), con una labor en la animación estupenda y avasallante, en el que también juega un rol relevante un montaje que roza lo frenético. Ese posicionamiento funciona principalmente en la primera parte del metraje (que se permite pasajes más reposados y hasta poéticos), pero no tanto en la segunda mitad, cuyo ritmo desmesuradamente acelerado (en el que el exceso se convierte en norma imperante) termina agotando y hasta quitándole coherencia a la narración.
Aún así, con sus contradicciones y desniveles, Batman Ninja es un experimento definitivamente inusual e interesante, por cómo revierte las perspectivas, convirtiéndose en una posibilidad de que Oriente mire a Occidente, transformándolo y retorciéndolo. Bruce Wayne puede no ser tan distinto a Gokú y Batman es definitivamente un samurái oscuro, que se adapta a las tradiciones orientales.