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Recapitulación de Homeland: All in

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

ATENCIÓN: SPOILERS

Luego de varias idas y vueltas, la séptima temporada de Homeland, en sus últimos capítulos, parece retornar a su esencia. All in es un episodio que, tal como lo dice su título, pone todo en juego y va escalando su apuesta, consiguiendo momentos vibrantes a pesar de caer en instancias donde el verosímil es puesto en crisis.

Casi todo el capítulo transcurre en Rusia, aunque las alternancias con el territorio estadounidense decantan en eventos claves. La máscara que se usa es una misión diplomática donde Saul y un pequeño equipo deben reunirse con sus contrapartes rusas para pedir información respecto a la participación de Rusia en los sucesos recientes que sacudieron la presidencia de Keane. Pero el objetivo verdadero es recuperar a Simone, lo cual supone montar una operación militar cuasi clandestina para secuestrarla y sacarla del país. Dentro de un plan armado de manera urgente, la sorpresa es un elemento decisivo.

Pero la sorpresa vuela por los aires porque el plan deja algunos cabos sueltos en el camino: primero porque Paley consigue un manifiesto del vuelo a Rusia y, luego de consultar con Dar Adal (quien retorna brevemente para darnos una pequeña lección de conocimiento de las mentalidades de Saul y Carrie), llega a la lógica conclusión de que hay algo raro en esa misión diplomática. Segundo, porque la asesora principal de Paley logra presionar con éxito a uno de los integrantes del equipo de Saul que se quedó en Estados Unidos, enterándose por tanto que la verdadera misión es traer de vuelta a Simone. Y tercero, porque Paley cede frente a los argumentos de su asesora y, bajo el pretexto de “hacemos algo incorrecto pero por una meta correcta” (pragmatismo puro, que le dicen), le pasa el dato al embajador ruso, quien obviamente informa a Moscú.

El resultado es inevitable: el operativo para recuperar a Simone falla por completo y en el medio Carrie y Saul deben soportar las diatribas de Gromov sobre las agresiones bélicas de Estados Unidos en las últimas décadas (por cierto, todo lo que dice es verdadero). En el medio, se quedan sin respaldo, porque la Corte Suprema termina fallando en contra de Keane y avalando su destitución momentánea, en una escena de salida de la Presidente (reemplazada por su vice) que roza lo traumático. Todo parece perdido…o no tanto, porque para eso está Carrie, terca como una mula, dispuesta a ir por todo después de haber dejado lo que tenía atrás y experta en armar quilombos a todos los lugares donde va.

Plan B: el equipo de Carrie y Saul comienza a explotar las diferencias internas de los rusos, presionando al General Yakushin -que tiene notorias disidencias con Gromov- al vaciarle los fondos que tiene en Estados Unidos y pidiéndole que ubique a Simone como moneda de cambio para que todo vuelva a la normalidad. Las consecuencias son, casi literalmente, explosivas: Yakushin ordena de la nada un operativo al edificio seguro donde está Simone, tratando de encontrarla. Lo que sigue a continuación es sumamente tensionante y casi increíble, con Carrie colándose en el edificio, pasando por unos bellos momentos de vértigo al pasar de un ventanal a otro por fuera de la edificación, para finalmente convencer a Simone de escapar, porque se ha convertido en un problema para Rusia (y por ende, para Gromov), y los problemas, claro, deben descartarse.

La huida de Simone y Carrie es milagrosa, aunque queden abiertos los interrogantes respecto a cómo van a poder escaparse de Rusia y cuál va a ser el papel que jugará Warner (convertido en Presidente interino) al enterarse de lo que sucede en territorio ruso. Lo cierto es que casi todo en All in fue un pequeño milagro, muy disfrutable a pesar de los problemas de guión.

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