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Daylight: infierno en el túnel (1996)



EL ÚLTIMO GRAN HÉROE

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Los 90’s en Hollywood no fueron años de demasiados descubrimientos autorales (o sí, pero hubo que esperar hasta la década siguiente para que algunos nombres confirmaran su talento), aunque fue la década donde los autores que se iniciaron en los 70’s tuvieron su reconocimiento definitivo y atravesaron su etapa de madurez. Sin embargo hubo un elemento que reconfiguró el cine de entretenimiento y la construcción de imágenes espectaculares, y cuyo rastro se extiende hasta el presente: el CGI.

A comienzos de los 90’s fueron James Cameron (Terminator 2) y Steven Spielberg (Jurassic Park) los que supieron probar los beneficios de la tecnología, pero siempre con la pertinencia del buen narrador: la construcción de imágenes por computadoras no debía tragarse el cuento. Sin embargo, para mediados de la década, el recurso comenzaba a explotar y las películas de entretenimiento nos empezaban a decir que a partir de ahora todas las imágenes iban a ser posibles. Que cualquier director tuviera la herramienta al alcance de la mano era un peligro mayor que el de Skynet: la golosina del CGI nos abrumaba con su espectacularidad virtual incontrolable. Por este fenómeno es que se entiende la reaparición subrepticia del viejo subgénero de cine catástrofe. Y así es como empezamos a ver los símbolos universales (pirámides, monumentos, edificios, lo que sea) destruidos por maremotos, huracanes, terremotos. Y así es como si de una película espectacular se tratase, un día desaparecieron las Torres Gemelas y nadie dudó un momento cuando en otro tiempo hubiéramos permanecido impávidos. La generación de imágenes por computadoras motivó además otro cambio en las películas y su forma de ser comunicadas: ya no eran necesarias las estrellas, no importaban los protagonistas, lo que atraía al público era la posibilidad de ver el mundo destruido como nunca antes lo habíamos visto en el cine. El póster lo protagonizaba el desastre natural de turno y los sheriff de los 80’s, los Stallone, los Schwarzenegger, empezaban un imprevisto ocaso. El mundo ya no precisaba héroes individuales, sino grupos humanos que se solidarizaran para enfrentar la extinción.

Si bien no terminaron por desaparecer, en los 90’s las películas de Arnold y Sylvester empezaron a perder lugar en la taquilla hasta resurgir una década después, a partir de una operación de autoconsciencia: si los héroes se empezaban a dar un paso al costado, también se resistían al paso del tiempo. Stallone fue tal vez el que dio acuso de recibo más rápido, aunque le costó un largo tiempo descubrir que se podía reír de sí mismo. Sin embargo, sí tuvo algunos ligeros sucesos en aquella década con películas en las que su cualidad de omnipotente era puesta un poco en crisis: Dayligth: infierno en el túnel, de Rob Cohen, profundizó lo que había hecho unos años antes Riesgo total, de Renny Harlin, es decir un héroe traumado por una tragedia del pasado de la que era responsable. El nuevo riesgo al que la película lo exponía servía para exorcizar el pasado. Y, sorpresa, el héroe precisaba de la ayuda de los demás. Si bien Riesgo total fue bien recibida en su momento, Daylight: infierno en el túnel pertenece a esas películas de segunda parte de los 90’s donde todo sabía a ya visto y se descartaba velozmente. Y tampoco es que la vamos a revalorizar en este texto, pero es verdad que vista hoy gana algunos puntos especialmente porque fue, a su manera, una película orgullosa de cierto clasicismo que iba en contra de lo que se consumía en ese momento.

Cuando uno revisa hoy Dayligth… descubre que el drama de ese grupo humano que queda atrapado en un túnel tiene un imprevisto impacto físico. Claro que debe tener sus retoques digitales, pero lo que se ve mayormente es un gran escenario, una maqueta perfecta, que simula los escombros del desastre. Cuando los personajes pisan un pedazo de concreto, es algo real lo que están pisando, no un telón verde con cruces indicando dónde será puesto el efecto digital de turno. Eso permite que los personajes se mojen, salten, cuelguen de lugares que son tangibles, otorgándole a la narración una fisicidad que se nota real y para nada artificial como en la mayoría del cine de entretenimiento actual. Daylight… fue en su momento uno de los pocos espectáculos artesanales y tal vez no tuvimos la oportunidad de descubrirlo. Hoy, con la ventaja que nos brinda la distancia y el contexto, esa característica luce mucho más. Si lo pensamos bien, casi no hubo en el tiempo posterior películas como Daylight…, y de hecho Stallone se embarcó inmediatamente en Tierra de policías para ver si alguien lo tomaba en serio de una vez. Stallone representó casi inconscientemente con esta película al último héroe de acción clásico, la película es casi un documental de cómo eran antes los rodajes, a lo que los actores se enfrentaban en el set, cómo eran antes las películas. Las cosas fueron muy diferentes desde entonces y no es momento de señalar si para peor o para mejor.

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