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Comando (1985)



EL HOMBRE TOTAL

Por Matías Gelpi

(@matiasjgelpi)

Tomando la posta del muy buen texto que Mex Faliero escribió sobre Daylight anteriormente para esta sección, que hablaba entre otras cosas sobre cómo cierto tipo de cine artesanal gana puntos en comparación a la artificialidad del omnipresente CGI de nuestros días, hoy hablaremos de Comando de Mark L. Lester. Protagonizada por Arnold Schwarzenegger, se trata de una película injustamente ninguneada que suele caer en enumeraciones prejuiciosas de la largas lista de películas de acción de dudosa ideología que se hicieron en los 80’s, y -digámoslo aunque a nadie le importe- una de mis películas favoritas.

Schwarzenegger, tal como el origen de su apellido lo indica, es pura voluntad. Fue una estrella del fisicoculturismo, una súper estrella de cine indiscutida y llegó a ser gobernador de uno de los estados más importantes de Estados Unidos; no fue presidente porque la Constitución no se lo permite. Es una de esas personas cuyo deseo es más fuerte que la realidad, y tal es esa habilidad casi divina que nos puede hacer creer que es un ex soldado de élite del ejército norteamericano a  pesar de su acento evidentemente teutón. Schwarzenegger es también quien se dio cuenta antes que nadie no sólo cuáles eran sus limitaciones, sino que toda esa explosión del cine de acción de los años 80’s era un poco ridícula y, de alguna manera, esa autoconciencia aparece como elemento dentro de sus películas, dejando entrever cierta mirada sobre lo que estaba sucediendo en ese momento en el cine, algo que sucede a menudo dentro de Hollywood a pesar de que algunos se hagan los distraídos.

Comando es un buen ejemplo de esto que decimos porque a través del humor y la exageración extrema de los rasgos de héroe acción que posee el John Matrix que interpreta Schwarzenegger, deconstruye el género ante nuestra mirada, a fuerza de pura estilización. Cada decisión que toma Lester nos maravilla y nos hace reír: desde la secuencia de títulos que establece la relación entre el protagonista y su hija (una pequeña Alyssa Milano) donde lo vemos alimentar a un ciervo parecido a Bambi; hasta la secuencia donde se prepara a lo Rambo antes de la batalla final; pasando por las escenas en un shopping donde arranca una cabina telefónica del piso innecesariamente y también donde “toma prestado” un auto cuya dueña termina involucrada en el conflicto y al parecer (no podemos asegurarlo), se enamora de Matrix. Comando es puro músculo, puro metal real y puro guión imposible.

Recordemos que cuando la película de Lester apareció, ya se habían estrenado la primera de Rambo y Terminator pero faltaban años para que llegara el más perfecto homenaje reflexivo sobre el género, El último gran héroe, la obra maestra de John McTiernan. Comando ya reflexionaba y se reía del cine de acción de los 80 en su mismo presente, cuando nadie sabía que el género ya estaba por llegar a su techo. Es curioso ver cómo otra revisión del cine de acción, mucho más tardía por supuesto, comparte el mismo núcleo tanto argumental como conceptual de Comando. Hablamos de John Wick, otra fiesta de la locura, la autoconciencia, la muerte y la diversión.

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