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Wayra / Fuerza bruta


Excelente


BELLEZA ANIMAL

Por Virginia Ceratto

(especial para @funcinemamdq)

Foto: Bárbara Sampietro.

Uno/a sobrevive. Corre, se cansa, camina, se topa con obstáculos cotidianos; lo cotidiano se transforma en obstáculo, como en los cuentos de Cortázar, donde lo habitual desencaja. Uno/a busca su lugar, se da la cabeza contra la pared, una y otra vez, vuelve a armarla, se da de bruces, corre, se agita, desespera, vuelve a empezar.

Y tal vez, tal vez, en algún lugar, tal vez en sueños, hay un deja vú que fluye, algo que, también Cortázar diría, está “ahí, pero dónde, cómo”, pero eso es bueno, es líquido amniótico, es un no lugar preexistente que persiste, donde la risa y el juego son anteriores, incluso, a la existencia. Son fundantes.

Uno/a se siente acorralado por las pesadillas, unas hadas brujas que recuerdan que hay un plus y que hay que estar alerta.

Y uno/a es con los demás. Porque en Wayra -según la etimología aymará, que puede ser, o no- es viento, ese aliento vital une a los espectadores en comunión. Wayra invita al rito. Es un rito.

Y el rito sabe a mito. Es pre-lógico. Y esa es su esencia. Paradojalmente súper cuidada y producida.

En Wayra los artistas, los técnicos, el personal asistente y los espectadores son un todo que siente y se organiza, una y otra vez, una y otra vez, pasando por la lucha, el juego, un viento enérgico que arremolina, una lluvia que bendice y calma, un desasosiego que encuentra respuesta, una remembranza de lo que fuimos antes de ser y recobramos, por un momento, gracias a la potencia del arte, merced al todo que se resume en esa percusión que recibe y despide con la energía que a veces nos roba ese tránsito que quedó afuera de los márgenes de ese espacio que es un pluriuniverso.

Wayra despoja del ego. Emociona, conmueve hacia y con el otro. Nos dice que solos no vale la pena.

Por eso, comparto las acertadas palabras de otra espectadora, Bárbara Sampietro, artista, productora de cine, poeta, que suman, dan sentido:

“Fuerza Bruta tiene algo telúrico, ancestral, étnico, tribal, ritualista, mágico, atávico, andino, boliviano, algo del altiplano, cordillerano, norteño, indígena, medieval. Algo acuático, terrenal, aéreo, sucio e impecable. Monumental, descomunal, poderoso, operístico, energizante. Algo vulnerable, peligroso, border, sabio. A lo largo, a lo ancho, a lo alto, hacia adentro, hacia afuera… te emociona, te violenta, te enternece, te conmueve, te mata y te renace. Te somete, te ahoga, te calienta, te moja. Tiene luz, belleza, ingeniería, estética, coordinación, tecnología, concentración. Todo eso, pero sobre todo es sumamente poético. Y es de antología”.

Wayra es la ceremonia de la devoración del ego. Es energía plural, diversa, que suma, aglutina, convoca. Invita a despojarse de todo y a quedar expuestos al recuerdo de lo ancestral, al juego, al vuelo.

Imperdible.


Sala: Centro Cultural Estación Terminal Sur (Alberti y Arenales, Mar del Plata), de miércoles a lunes a las 20:00 .

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