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Mom and dad

Título original: Idem
Origen: EE.UU.
Dirección: Brian Taylor
Guión: Brian Taylor
Intérpretes: Nicolas Cage, Selma Blair, Anne Winters, Lance Henriksen, Joseph D. Reitman, Rachel Melvin, Angie Willmott, Olivia Crocicchia, Lorena Diaz, Zackary Arthur, Samantha Lemole, Katie Stewart
Fotografía: Daniel Pearl
Montaje: Rose Corr, Fernando Villena
Diseño de producción: James Wise
Duración: 83 minutos
Año: 2017


7 puntos


LA ENFERMEDAD Y LOS SÍNTOMAS

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

La dupla que conformaban Brian Taylor y Mark Neveldine había tenido un debut interesante con Crank: veneno en la sangre, una película sustentada en el exceso pero también en una lectura inteligente de ciertos mecanismos propios de los videojuegos. En la secuela Crank: alto voltaje y en Gamer profundizaron esa perspectiva hasta pasarse un poco de rosca y caer en la superficialidad. Luego llegó Ghost rider: espíritu de venganza, que no sólo fue una decepción, sino también un completo desastre. Sin embargo, Mom and dad, primer film en solitario de Taylor, es una agradable sorpresa. Es más, hasta se podría coincidir con Nicolas Cage, quien afirmó que es su película favorita de las que rodó en los últimos diez años (y vale destacar que en ese tiempo apareció en más de treinta films).

El planteo de Mom and dad es bien simple: de la nada, se desata una especie de histeria masiva que lleva a que los padres intenten matar a sus hijos, con lo que una adolescente y su hermano pequeño deberán resistir las repetidas tentativas de homicidio por parte de sus progenitores (Cage y Selma Blair), convertidos en súbitas bestias sedientas de sangre. Lo llamativo es que Taylor, desde el guión, apenas si da lugar a posibles explicaciones científicas para ese súbito mal que aqueja a los padres -aunque la hipótesis que vierte no deja de ser interesante-, y en cambio acelera a fondo con la sátira social e institucional. Eso se puede ver desde el mismo comienzo, que coquetea con una estética similar a la de cierto terror social que engloba a clásicos como The Stepford Wives, Terciopelo azul o Shivers.

Pero Taylor no se detiene ahí y permanentemente va redoblando la apuesta, apelando incluso a flashbacks muy específicos pero determinantes, con el objetivo de mostrar que esa súbita epidemia venía incubándose desde hace rato, y no precisamente por vía de un virus. No, lo que va retratando Mom and dad es a una de esas típicas familias de clase media de los suburbios que mantienen una convivencia mínimamente civilizada pero en la que se intuye, bajo una fina superficie, que todo está por estallar. La insatisfacción atraviesa permanentemente a los personajes, pero también el pavor, ese pavor que se consolida, en los adultos, a partir de la consciencia patética de la vejez y, en los menores, del abismo que representa crecer y darse cuenta que los padres son todo lo opuesto a lo que uno quiere ser. La histeria asesina de los padres y sus ansias por matar a sus hijos es apenas un síntoma de las crisis personales y relacionales.

Lo atractivo de Mom and dad es que nunca se pone sentenciosa y en cambio va delineando un humor mordaz, ácido y satírico que va de la mano con la violencia y ligeros toques de horror. De hecho, hay pasajes donde las altas dosis de diversión hasta ocultan la oscuridad y desesperación de todos los eventos. En el medio, la institución familiar y los lazos paterno-filiales quedan totalmente dinamitados, mientras el lenguaje matrimonial adquiere connotaciones dantescas. Ni los bebés se salvan.

Párrafo aparte para los actores: Taylor cuenta con Cage y Blair como aliados imprescindibles, y hasta Lance Henriksen, sobre el final, se une a la fiesta con noble entusiasmo. Todos aportan sus máscaras actorales, para hacerlas estallar en pedazos. El final, cortante pero coherente, muestra a la imagen familiar deformada irremediablemente. En Mom and dad, las muecas son tan entretenidas como inquietantes.

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