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Recapitulación de The walking dead: How it’s gotta be (final de la primera parte)

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

ATENCIÓN: SPOILERS

El cierre de la primera parte de la octava temporada de The walking dead fue un buen resumen de los niveles (y desniveles) de la nueva entrega de la serie. How it´s gotta be fue un episodio ambivalente y desparejo, donde se contaron muchas cosas e intervinieron prácticamente todos los personajes, aunque el planteo de fondo haya sido sencillo. Y lo que volvió a quedar claro es que actualmente la serie funciona mejor en la medida que le da más espacio a la acción y menos a los diálogos contemplativos. También que, aún con sus problemas, esta temporada es hasta el momento significativamente superior a la anterior.

Lo que tuvo de particularmente novedoso How it´s gotta be fue el vuelco en el dominio: si en los siete capítulos anteriores teníamos a los Salvadores contra las cuerdas, resistiendo como podían los ataques combinados de la gente de Alexandria, Hilltop y el Reino, ahora consiguieron salir del asedio en el Santuario y retornar casi a la posición inicial en la que se habían ubicado durante la séptima temporada. Por eso, para el bando encabezado por Rick, todo vuelve a reducirse a la lucha extrema por la supervivencia y a la certeza de que es altamente probable que tanta lucha (y pérdidas) hayan sido para nada.

Con los Salvadores retomando súbitamente la iniciativa, los distintos frentes ofrecen disímiles dosis de interés y solidez. El tiempo en la ruta de Enid y Aaron, por más que pueda ser relevante a futuro, es bastante aburrido y empantana la narración; las reflexiones y flashbacks que rodean a Carl y su vínculo con Rick recién cobran verdadero sentido (y pertinencia) hacia el final; y los diálogos donde intervienen Daryl, Michonne, Tara y Rosita son cuando menos redundantes. Pero en contrapartida, Ezequiel recupera su sentido de liderazgo a partir de la invasión que sufre el Reino, volviendo a ser el Rey que necesitaba su gente. A la vez, Maggie afronta una prueba de fuego en la ruta, en una secuencia angustiante que culmina en una decisión compleja, que es la de empezar a utilizar a los Salvadores que tiene prisioneros como arma y condicionante en la guerra. En cuanto a Eugene, sigue en una posición indecisa, difícil de definir, que le permite ser decisivo a la hora de volver a garantizar el dominio de los Salvadores, pero también ayudar al Padre Gabriel y al doctor a escapar.

Pero donde termina de definirse la estructura narrativa y emocional de How it´s gotta be es, obviamente, en Alexandria (que termina totalmente destruida), con Carl cobrando una relevancia un tanto inesperada pero lógica si tenemos en cuenta algunos indicios que se volcaron en episodios anteriores. El momento más potente es su duelo verbal con Negan, un villano que bien podría (y hasta querría) ser su padre. Por más que el capítulo desvíe el foco hacia las acciones de Rick (que incluyen una vibrante pelea con Negan), Michonne (escapando y luego retornando al pueblo a espadazo limpio) y el trío Daryl-Rosita-Tara (que deben aceptar a regañadientes la ayuda de Dwight, a pesar de los deseos de matarlo), el verdadero eje, indiscutiblemente, termina siendo Carl, con sus decisiones de adulto responsable.

Y claro, con su sacrificio. En cierto modo, todo el relato de How it´s gotta be, a pesar de sus múltiples subtramas, parece haber sido construido en función de la escena final, donde se revela que Carl, antes de escapar por las alcantarillas de Alexandria, fue mordido por un muerto viviente. El final del capítulo (y de la primera parte de esta temporada) no termina de confirmar su muerte, que sin embargo parece irremediable. El impacto es significativo: Carl por ahí no era un favorito absoluto del público, pero es de los pocos personajes que quedan que estuvo desde el principio. Su (casi segura) desaparición traería consecuencias de todo tipo, comenzando por Rick, un tipo que no para de perder gente a su alrededor.

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