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MAR DEL PLATA 2017: cuatro miradas a la edición 32

El 32ª Festival Internacional de Cine de Mar del Plata terminó, pero sigue vivo en las páginas de FUNCINEMA. Aquí, cuatro redactores ofrecen diferentes miradas sobre la edición que pasó, con los puntos altos y los puntos bajos de la programación y la organización.


MISMOS RECLAMOS, MISMOS ACIERTOS

Por Matías Gelpi

(@matiasjgelpi)

Foto: Gianina Arrayet.

No vamos a echarle la culpa al Festival en sí de lo poco que se identifica el marplatense con él; Mar del plata siempre será una vasija que se llena con lo que quieren algunos personajes de Buenos Aires. Vienen acá de vacaciones, a comer gratis, a mostrar desprecio, a hablarnos del estado del cine nacional e incluso a opinar sobre Mar del Plata. Nos venden sus libros y se premian a sí mismos y a sus vacas sagradas, como a Campusano por ejemplo, que no es que no se merezca el premio que ganó pero que debería hacerse cargo de que esta altura ya es establishment. Por otro lado, el Festival también es un montón de gente que trabaja para que todo funcione con cierta cohesión, algunos incluso son amigos, con lo cual uno conoce el cariño y el valor que tiene su labor; a ellos el reconocimiento. Después quedan las películas, y más allá de cierta medianía (es probable que en el Festival no se vea ninguna obra maestra pero tampoco es tan fácil encontrar vergüenzas absolutas) hubo buenas sorpresas de cine de género: Aterrados de Demian Rugna debería ser el piso del cual partan todas las películas de terror de aquí en adelante; y Thelma, una hermosa reescritura de Carrie en clave nórdica, es la confirmación de que el género terrorífico no perdió del todo la capacidad de reinvención. En este Festival también se pudo ver la oscarizable Tres avisos para un crimen, potente, polémica y divertida. Algunos tuvimos el lujo de ver una obra maestra de Brian De Palma como Doble de cuerpo en la pantalla grande como cierre de todo, lo cual es de agradecer. Y lo que también nos obliga a decir que eso también es el Festival.


A FLOTE CON EL PATITO

Por Melody San Luis

(@SanLuisMelisa)

Foto: Gianina Arrayet.

Difícil es saber cuánta gente se acercó a ver películas gracias a la intervención del emblemático lobo marino de nuestra ciudad. Pero lo que sí es palpable es que dio que hablar, especialmente para mal. Las críticas fueron feroces, el pato en el cuello de aquel noble animal de piedra desató muchos enojos y fue visto como una falta de respeto para algunos. Provocativo fue, sin ninguna duda. Juzgar el arte como bueno o malo no tiene mucho sentido, pero sí es posible observar el impacto que tuvo esta intervención. El artista Marcos López logró abrir una puerta al Festival de Cine de Mar del Plata que hasta ahora ninguna publicidad había obtenido. Personas que ni siquiera sabían que se realizaba el encuentro cinematográfico accedieron a la información de que se estaba llevando a cabo en ese momento. Quizás, esta intervención rompió barreras. Y gracias a eso, se logró que más gente entre a ver qué está pasando en los cines.


ME SALVARON LOS DOCUMENTALES

Por Guillermo Colantonio

(@guillermocola)

Foto: Gianina Arrayet.

Este año me salvaron los documentales. Cuando la mayoría de las ficciones apuestan por repetir fórmulas, despreciar a los personajes y sacan la careta festivalera, las otras películas se ocupan de la gente. No es casual entonces que las mejores hayan filmado, en definitiva, al pueblo, ya sea en una plaza (Ferrara), en una biblioteca pública (Wiseman), en un psiquiátrico (Depardon). Y si viajamos a la semilla, Lumiere! Comienza la aventura, de Thierry Frémaux nos recuerda que todo comenzó en las calles y con la gente, y que el gran acierto de los franceses no fue sólo patentar un invento, sino apostar por la dimensión social del cine, como un hecho a compartir, para verse reflejado en pantalla. Por ello, pese a la deslucida programación de esta edición, lo mejor estuvo en la gente, en un señor gritando que están vaciando Aerolíneas, en el aplauso generalizado de la platea ante una escena de la película portuguesa A fábrica de nada cuando el padre de un obrero despedido lo invita a “matar a los gorilas antes que los gorilas nos maten”, en las señoras pidiendo que apaguen los celulares, en las discusiones cruzadas que intentan apaciguarse por la voz de un hombre pidiendo calma o en las dudas que se transforman en aullidos sobre si se ven o no los subtítulos electrónicos. Eso es la Argentina, eso es un festival, mal que nos pese. Estamos vivos. La gente en el cine. Sólo hace falta alguien que los filme.


LA CUMBRE ESCARLATA

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Foto: Gianina Arrayet.

Cuando se supo que Peter Scarlet iba a ser el director artístico del Festival, obviamente hubo sectores que alzaron la voz con ese espíritu nac & pop que tanto los caracteriza: “¿un extranjero, un yanqui, dirigiendo el Festival?”, pusieron el grito en el cielo. Después, algunos argentinos que trabajan para festivales internacionales, programando, dijeron que no era algo tan grave. Que ocurre. Así que todos callaron un poco. Obvio. Nadie se pisa la cola, ni la cola del otro. lo cierto es que extranjero o no, el trabajo de Scarlet se tenía que juzgar una vez pasado el Festival. Y ahora que pasó, podemos decir que la influencia del director artístico parece haber sido poca. Más allá de la presencia de Vanessa Redgrave (que parece amiga de Scarlet, aunque lo cague a pedos en la master-class) y la ausencia de Kenneth Lonergan (que si venía, era por Scarlet), en materia de visitas el Festival mostró una cara similar a la de las últimas ediciones. Incluso, la Competencia Internacional, el lugar donde supuestamente pudo imprimir mejor su huella, mostró la medianía habitual: pocos bochornos, pero tampoco películas perdurables. Apenas un puñado de obras prolijas que responden a diversos estándares a representar. Tal vez Scarlet haya llegado sobre la hora y recién para el año próximo tendremos mayor precisión sobre su trabajo. Por lo visto en la 32ª edición, las complicaciones del Festival para tener una mejor programación exceden a la presencia de un director artístico con contactos y tiene más que ver con algo organizativo e institucional.  O tal vez no tenga que ver con nada y sólo tenemos el Festival que podemos.

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