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Dibujo sobre un vidrio empañado


Buena


UN CAMINO EMPAÑADO

Por Mariana Jaqueline Ramirez

(@funcinemamdq)

La noche agigantada por la bruma del rio es percibida desde el muelle, la oscuridad asusta y confunde. En ese panorama se presentan los actores que forman parte de Dibujo sobre un vidrio empañado. El mal que aqueja a todos parecería ser el “Sagitario”, un bar nocturno donde se luce todas las noches una bella joven. En esa inmundicia es manejada por el sexo masculino, que la manipula a su gusto. Ellos no llegan a armar una suerte de complot, sino más bien, expresan su debilidad y hombría frente a la joven. Ella, por su parte, se presenta firme, segura, pero en el fondo es una porcelana débil que ansía huir.

Solo un eclipse milagroso podría ayudar a la joven en medio de tanta bruma. La valentía con la que se exponen los hombres solo es guardada para su exclusivo beneficio, dejando mal herida y ensangrentada a la mujer, que una vez más, confió en un hombre.

El conflicto de la pieza no es tan claro, todo queda vagando sobre el sereno de la noche. Por otra parte, no se sabe quién es el hombre que pone los límites dentro del bar nocturno. La obsesión por la joven es lo único que existe con firmeza. Ella -en apariencia- ha llegado para no irse nunca, de algún modo son los mismos hombres los que se lo van a impedir.

El elenco está conformado por cuatro personajes movidos por la fatalidad, en los que se destaca Jorge Prado, un hombre austero, siniestro que cuida y maltrata en la misma medida a la Palomita. Es casi un hombre fantasma que produce cierta comicidad acercándose al público para hacer reflexiones en voz baja; busca complacer en todos los sentidos a la dama pero en ese traspié se cruza con sus pretensiones personales que no se vinculan con el corazón. La única mujer es interpretada por Micaela Racciatti, quien lleva adelante un personaje fuerte hasta que empieza a mostrar sus debilidades frente a la posibilidad de irse a horizontes más esperanzadores, lejos de ese lugar donde es tratada como un objeto que solo tiene un fin utilitario.

Completan el elenco Diego Gens y Juan Marcelo Duarte. El primero es una suerte de capo en el lugar, todo lo presiente por más que esté lejos, no hay nada que se le pueda escapar, es un casi vidente. El segundo es un joven que de buenas a primera se constituye en salvador, que será visto por la bella joven como la oportunidad para irse, pero eso termina siendo una apariencia, él busca otra cosa para su futuro en el que las planificaciones que hace con ella solo quedan en papel.

Una vez más, en la sala chica del recién reinaugurado Teatro IFT se presenta un texto dramático de Pedro Sedlinsky, con dirección de la talentosa Natacha Delgado. Los recursos escenográficos son escasos, pero hay un excepcional diseño de iluminación (como no podía ser de otra manera) a cargo de Héctor Calmet. Es notable que en esta puesta la iluminación lo es todo: con cada luz que se prenda o se apaga, los personajes quedan difuminados por el fondo del escenario como personas perdidas en el  rio o directamente quedan a oscuras.

La esencia de Dibujo sobre un vidrio empañado queda flotando sobre la indefinición del género que la constituye. Justamente es lo que les pasa a los personajes, que deambulan por el muelle sin tener muy en claro qué les sucede.


Autoría: Pedro Sedlinsky Actúan: Juan Marcelo Duarte, Diego Gens, Jorge Prado, Micaela Racciatti Vestuario: Vera Rinaldi Diseño de escenografía: Héctor Calmet Diseño de luces: Héctor Calmet Diseño De Sonido: Mariano Schneier Realización de escenografía: Fernando Díaz Fotografía: Gustavo Reverdito Diseño gráfico: Gustavo Reverdito Asistencia de dirección: Sara Sofía Hidalgo Prensa: Ricardo Tamburrano Producción ejecutiva: Sebastián Berenguer Dirección: Natacha Delgado Sala: Espacio IFT (Boulogne Sur Mer 549, CABA) – Viernes a las 20:00. Hasta el 24 de noviembre.

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