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Yendo del diván a la milonga

Buena


TANGO Y MAMBOS PSICOLÓGICOS

Por Rocío Rivera

(@funcinemamdq)

Entre música, comida y patio al aire libre, nos recibe una pequeña sala en el teatro La Guardia Vieja, un claro exponente del circuito off  teatral porteño, ya que se contrapone a la infraestructura del teatro más tradicional. Aquí se presenta todos los sábados Yendo del diván a la milonga, obra escrita, dirigida y protagonizada por la psicoanalista y actriz Mirtha Katz, quien se caracteriza por tener bajo su autoría varias obras que relacionan estos tópicos: tango y psicoanálisis.

La sala y el escenario son pequeños, la puesta es escueta. Los actores entran y salen de las distintas escenas por la misma puerta por la que los espectadores entramos al teatro. La historia se centra en la relación entre un psicoanalista y su nueva paciente, una tímida mujer castrada por lo conservador de su pensamiento, quien en el devenir de la terapia irá destapándose gracias a su nueva actividad, el tango. Este mismo género musical y poética de vida argenta por excelencia será también la que la unirá en un vínculo extra clínico con su terapeuta, un hombre también castrado, pero en su caso, por su madre. Las actuaciones son algo pantomímicas, con exacerbación de gestos y movimientos corporales que, si bien resultan graciosos en algunos momentos, a la larga terminan siendo una gran mostración de estereotipos de lo que es un psicoanalista y de lo que es una mujer “solterona”.

La acción dramática se encuentra interrumpida por dos bailarines que despliegan virtuosismo en el escenario: sus movimientos milongueros relajan el devenir de la historia y permiten a los actores cambiarse de vestuario, maquillaje, etcétera. Se utiliza el recurso temporal del sonido de un reloj, para indicar el paso del tiempo y las sucesivas sesiones, mostrándonos a los espectadores solo los momentos claves de la terapia. La pareja de actores protagonistas también bailan y cantan, mostrando con naturalidad (y poca técnica) sus sentimientos a través del ritmo del tango.

La obra puede leerse como una gran parodia a las películas clásicas argentinas del comienzo del cine argentino sonoro (recuérdese Tango! (1933) o las películas de Libertad Lamarque), donde todo lo relacionado al tango era melodramático y sufrido. Aquí el tango sirve como curación, como el fin de la castración heredada y el comienzo de una vida de goce y disfrute.


Autoría: Mirta Katz Actúan: Mirta Katz, Santiago Ojea Bailarines: Daniel Cruz, Eliana Mola Diseño de vestuario: Mirta Katz Fotografía: Mariano Sclocco Entrenamiento vocal: Dalila Real Asesoramiento Actoral: Carlos Vanadia Asistente de producción: Camila Colautti Arreglos musicales: Juan Rivero Puesta en escena: Leandro Rosati Sala: La Vieja Guardia (Guardia Vieja 3777, CABA) – Sábados a las 20:30. Hasta el 26 de agosto.

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