Título original: Death Race 2050
Origen: EE.UU.
Dirección: G.J. Echternkamp
Guión: G.J. Echternkamp, Matt Yamashita
Intérpretes: Manu Bennett, Malcolm McDowell, Marci Miller, Burt Grinstead, Folake Olowofoyeku, Anessa Ramsey, Yancy Butler, Charlie Farrell, Shanna Olson, D.C. Douglas, Sebastian Llosa, Emilio Montero
Maquillaje: Maria Elizabeth Bravo Cornejo, Miguel Yamaha Tucno
Montaje: G.J. Echternkamp
Música: Eric Boitier
Duración: 90 minutos
Año: 2017
2 puntos
LA CARRERA MÁS ABURRIDA
Por Rodrigo Seijas
La historia de esa saga (o más bien franquicia o propiedad) que es Death race es bastante variopinta. Todo comenzó en los setenta, cuando Roger Corman concibió un relato de tono inicialmente oscuro, aunque luego decidió cambiar el enfoque, yendo por una vertiente distinta. Finalmente, el film de 1975 Carrera mortal 2000, dirigido por Paul Bartel y con un elenco encabezado por David Carradine y Sylvester Stallone, terminó adoptando un tono más satírico y ácido, centrándose en una sociedad distópica donde se arma una carrera en la que se acumulan puntos por atropellar gente. No era una maravilla, pero fue una indudable influencia en exponentes posteriores como Carrera contra la muerte (1987) o incluso Los juegos del hambre.
Luego, ya entrado el nuevo milenio vino Carrera mortal (2008), remake escrita y dirigida por Paul W.S. Anderson -con Tom Cruise como productor-, que adoptaba un estilo más crudo y dramático, pero igualmente distópico, con una cárcel como escenario conflictivo. Aún con sus fallas, era una película entretenida y con una narración sólida, que luego tuvo dos precuelas que exploraban al personaje medianamente icónico que era Frankenstein.
Y ahora llegamos a Roger Corman: death race 2050 -editada por los sellos TVE y SBP-, que busca actualizar la sátira original. No hay problema en eso, si es que el procedimiento está bien hecho. Pero la verdad que el film de G.J. Echternkamp (que vuelve a tener a Corman como productor) es un desastre absoluto, que confunde la ironía con la ridiculez. Una ridiculez que no tiene nada de graciosa, porque todos los chistes están a destiempo o mal ejecutados; los personajes son patéticos; y la puesta en escena (que recurre a un montaje forzadamente acelerado) no tiene un criterio coherente. Todo decanta rápidamente en un caos ruidoso, vacuo y aburrido. Ni siquiera se salva Malcom McDowell, al cual se le nota demasiado que está por la plata.
Para colmo, Roger Corman: death race 2050 tiene un cierre donde todo se resuelve a partir de un llamado a la rebelión -por decirlo de algún modo- que es francamente insostenible si se tiene en cuenta lo visto anteriormente. Así, lo único que queda es un revival que paradójicamente termina enterrando una franquicia ya moribunda.