No estás en la home
Funcinema

Rápidos y furiosos 8

Título original: The Fate of the Furious
Origen: EE.UU.
Dirección: F. Gary Gray
Guión: Chris Morgan, sobre los personajes creados por Gary Scott Thompson
Intérpretes: Vin Diesel, Jason Statham, Dwayne Johnson, Michelle Rodriguez, Tyrese Gibson, Ludacris, Charlize Theron, Kurt Russell, Nathalie Emmanuel, Luke Evans, Elsa Pataky, Kristofer Hivju
Fotografía: Stephen F. Windon
Montaje: Paul Rubell, Christian Wagner
Música: Brian Tyler
Duración: 136 minutos
Año: 2017


3 puntos


UNA SECUELA DEVORANDOSE A SI MISMA

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

Si la saga de Misión: Imposible, a partir de su cuarta entrega, supo reconfigurarse al repensar al personaje de Ethan Hunt, que pasó de ser un héroe con a lo sumo un par de ayudantes, a un líder de equipo cuestionado e incluso cuestionable en sus decisiones, la de Rápidos y furiosos optó por exacerbar sus características ya instaladas desde el comienzo, inflando su discurso sobre la familia y una espectacularidad donde lo que se impone es el artificio más absoluto. Dentro de ese contexto, Rápidos y furiosos 8 venía supuestamente a introducir una novedad a partir de la puesta en crisis precisamente de ese discurso familiar: con la traición de Dom, que pasa a trabajar para un grupo de villanos encabezado por una ciberterrorista llamada Cypher (Charlize Theron), las posiciones cambian -hasta el punto en que un antagonista previo como Deckard (Jason Statham) pasa a convertirse en aliado-, ofreciendo algo nuevo en una franquicia que ya se estaba repitiendo a sí misma.

Pero enseguida Rápidos y furiosos 8 mata todo posible suspenso, dejando bien en claro que el cambio -dado por la traición de Dom no sólo a los seres queridos, sino a sus valores constitutivos- es para que nada cambie, para que todo siga igual. El giro explicativo del guión de Chris Morgan funciona como factor tranquilizador, pero también quita toda posible tensión, con lo que la película se queda a mitad de camino sin un conflicto real que la sostenga. Frente a eso, hay una dispersión en la atención hacia los distintos personajes -de hecho, Dom pasa a tener mucho menos peso real en la trama-, pero el único recurso que tiene el relato para profundizar en ellos es la repetición y la autocita.

Por eso es que Rápidos y furiosos 8 es un compendio de guiños y chistes para la tribuna aplaudidora que pronto se revelan como infructuosos y desganados. Hobbs (Dwayne Johnson) y Deckard se amenazan a cada rato con cagarse a piñas; Roman (Tyrese Gibson) y Dej (Lucadris) se disputan a Ramsey (Nathalie Emmanuel) como machitos de segunda; al personaje de Scott Eastwood lo bardean cada dos minutos; Cypher (una villana que es villana porque sí, porque la trama necesita que sea mala) tira cada vez que puede un monólogo cínico; Dom y Letty (Michelle Rodriguez) ponen cara triste y reconcentrada (parecen una perfecta pareja del nuevo cine argentino); y después viene alguna secuencia gigantesca y artificiosa. Y luego todo vuelve a repetirse, una y otra vez, en una secuela que no sólo regurgita elementos de las anteriores entregas sino que ni siquiera consigue desarrollar una estructura fluida y con una progresión pertinente. Es una aburrida y ruidosa repetición, en la que el director F. Gary Gray despliega una puesta en escena carente de originalidad, sin imaginación y que en ciertos pasajes hasta cede a la confusión visual.

Recién en sus últimos minutos Rápidos y furiosos 8 crece un poco, a partir de darle un mayor espacio de lucimiento a Statham (quien lleva muy bien una secuencia en un avión que involucra un bebé), aunque la incoherencia hacia su personaje le hace pagar un costo muy caro: no deja de llamar la atención cómo el que el que era un temible villano pasa a ser un tipo simpático y termina siendo incorporado con total naturalidad a la “Familia” de los protagonistas, teniendo en cuenta que había asesinado a uno de los suyos en la entrega anterior.

Pero uno no debería sorprenderse: la saga de Rápidos y furiosos ha incurrido en un sinfín de incoherencias a lo largo de sus ocho películas. Y sin embargo, su éxito es cada vez más mayor, a tal punto que ya se está auto-canibalizando, aunque a nadie parece importarle.

Comentarios

comentarios

Comments are closed.