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El cielo existe

el_cielo_existe_tresTítulo original: Heaven is for real
Origen: EE.UU.
Dirección: Randall Wallace
Guión: Randall Wallace y Chris Parker, basado en el libro de Todd Burpo y Lynn Vincent
Intérpretes: Greg Kinnear, Kelly Reilly, Thomas Haden Church, Connor Corum, Lana Styles, Margo Martindale, Jacob Vargas, Danso Gordon, Rob Moran, Nancy Sorel, Darcy Fehr, Vivian Winther, Mike Mohrhardt, Bryan Terrell Clark, Kevin Anderson
Fotografía: Dean Semler
Montaje: John Wright
Música: Nick Glennie-Smith
Duración: 99 minutos
Año: 2014


6 puntos


CREER O NO CREER, ÉSA ES LA CUESTIÓN

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

el_cielo_existe_unoUno de los potenciales problemas fundamentales que tienen los films religiosos pasa por el tono elegido para construir y transmitir el inevitable mensaje. Dependiendo de la elección realizada, los relatos pueden tender a ser más universales o solo dirigirse a un público cautivo que ya está convencido de la importancia de la fe en Dios, la existencia del Cielo y el Infierno, y determinados valores vinculados con la creencia espiritual. Si hay algo que se le puede reconocer a El cielo existe (editada en la Argentina por Blushine) es que, a pesar de su tajante título, es una película que se permite trabajar sobre las dudas acerca de determinados preceptos, problematizándolos para luego confirmarlos con algo de propiedad.

Lo anteriormente dicho no deja de ser un pequeño milagro cinematográfico, no solo por su premisa, basada en la historia real de un pastor cuyo pequeño hijo pasa por una experiencia muy cercana a la muerte y luego afirma haber visitado el Cielo mientras estaba en la sala de operaciones. También por lo que anticipaba la presencia de su director y co-guionista Randall Wallace, un realizador no muy afecto a sutilezas, si tenemos en cuenta varios de sus trabajos previos, como Corazón valiente, Pearl Harbor, El hombre de la máscara de hierro y Fuimos soldados. Todo parecía servido para el desborde y la bajada de línea explícita y pesada (más aún si se es ateo, como quien escribe), pero Wallace inesperadamente elude unos cuantos lugares comunes desde el mismo arranque, donde se toma unos cuantos minutos para presentar a los personajes. En El cielo existe se percibe que la prioridad principal es presentar individuos palpablemente humanos, gente familiera y laburante, cuyos conflictos no solo están atravesados por lo espiritual sino también por lo económico y material.

El pastor que encarna Greg Kinnear -con la sobriedad y honestidad que siempre lo caracterizan- es un hombre de fe, pero también un trabajador que lucha día a día por llevar el pan a casa, un tipo al tanto de todo lo que sucede en su pueblo, un marido que necesita imperiosamente del acompañamiento de su esposa y un padre preocupado por sus hijos. Y es asimismo un individuo con temor a la pérdida y cuyas convicciones son puestas a prueba por las afirmaciones de su hijo, cuando justamente debería consolidarlas. Allí hay un gesto inteligente y sensible por parte de El cielo existe, consistente en reflexionar sobre cómo muchas veces repetimos tanto determinadas enunciaciones, las naturalizamos a tal punto que en un momento les hacemos perder su verdadero significado, dejamos de creer realmente en ellas. El camino que deberá recorrer el personaje de Kinnear implicará escuchar y meditar, considerar sus dudas y miedos, animarse a recuperar la voluntad de creer y así recobrar su identidad. Con él, también emprenderán el mismo rumbo su familia y su pueblo. Por eso son también relevantes las participaciones de Kelly Reilly, Thomas Haden Church y Margo Martindale, todos ellos excelentes.

Se podrá decir que cuando Wallace quiere explicitar determinados imaginarios y representaciones visuales exhibe unas cuantas deficiencias en la puesta en escena, lo cual atenta contra el verosímil del relato. También que en determinados pasajes –particularmente hacia el final- pierde la sobriedad a favor de la pulsión mensajística. Pero aún así El cielo existe es un film que crece a partir de las dudas y contradicciones de sus protagonistas, de lo terrenal y lo humano.

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