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Matías Puricelli: “Soy autogestor al ciento por ciento”

Por Paola Jarast

(@fancinemamdq)

puricelli(N. de la r.: La nota se realizó antes del derrumbe ocurrido en el Teatro Kairós, en el que una pared de una obra en construcción lindera al edificio se cayó.) El director y dramaturgo Matías Puricelli abrió las puertas de su teatro, tan querido por su público por la notoria calidez sus hacedores, y compartió con FUNCINEMA su experiencia con los tres disímiles espectáculos que dirigió en teatro este año.

¿Cómo ves la escena independiente?
Desde acá, desde Kairós, la mirada es más minuciosa que la que tenía solo como hacedor de teatro independiente. Lo que veo es que hay muchísimo teatro, lo cual es muy saludable, y por otro lado, veo dificultades en algunos proyectos para sostenerse en el tiempo. Hay una mirada que a veces está buena y es movida por la ansiedad, las ganas y necesidad de hacer. Por otro lado, siento que a veces hay poco pensamiento en la producción de esos espectáculos, en términos no solo económicos sino también creativos. Hay algunas propuestas que no tienen muy claro cómo llevar el proyecto adelante. Por ende, se da un fenómeno interesante: hay gran variedad de lenguajes artísticos y de propuestas de todo estilo. Por otro lado, existe la necesidad de esos espectáculos de sostenerse en el tiempo, y ahí es donde creo que es valioso el aporte que cada sala le puede dar a ese espectador. Hace tres años abrimos el Kairós, y empezamos a darnos cuenta de a qué espectáculos podemos aportarle nuestra creatividad, nuestra energía, qué espectáculo es más empático con el espacio.

¿Consumís mucho teatro?
Ser operativo dentro de mi propio espacio teatral me quita la posibilidad de salir a ver teatro. Cada vez que tengo el día libre, trato de ir a ver algo. Siempre termino viendo espectáculos de amigos o cosas que tenía muchas ganas de ver. Consumo el teatro que tengo en mi sala. El consumo propio es más complejo cuando uno está en su espacio, porque está pensando en qué está pasando además de lo que está sucediendo arriba del escenario. El rol de observador es distinto al del espectador.

Este año dirigiste tres espectáculos, dos de ellos de tu propia autoría. ¿Qué te dejó cada experiencia?
Un charco inútil fue un proyecto hermoso. Me ofrecieron dirigirlo Manuel Feito y Marisa Provenzano, que además de dos de los protagonistas son quienes compraron los derechos en España. Es un texto hermoso con una tonalidad que me resulta bastante cómoda: un drama poético. Estoy acostumbrado a tratar ese tipo de textos, lo cual hizo que el trabajo pasara por encontrar el registro actoral. Después apareció Gustavo Bonfigli, que es un actorazo con muchísimo oficio. El proyecto cosechó hermosas críticas de un montón de lugares, y se reestrenará el año que viene. Sade es un laburo del cual estoy enamorado. Nico Pérez Costa ya había hecho un espectáculo sobre Sade, y me ofreció dirigirlo en lo que en un primer momento iba a ser un unipersonal. Nos encerramos cinco meses a ensayar, sin obra, tres veces por semana, tres horas por día. En función del espacio, la Sala 2 del Kairós que recién estábamos abriendo, encontramos la dinámica, el cuento, el género. Se sumó Juan Pablo Guazzardi, con otro personaje del que también se supo apropiar. Es un espectáculo en constante crecimiento, y tiene la semilla de lo experimental. Experimentamos desde el principio qué nos pasaba con Sade, y después qué nos pasaba con la obra y el público. Seguimos ensayando. En algún momento, uno toma la decisión de atar, de envolver lo que ya tiene para estrenarlo. Ninguna obra está terminada, pero esta menos que otras. Volveremos en marzo o abril, y la idea es volver a tocar piezas. Es un espectáculo que toca una vibra distinta a la que toco con Te quiero hasta la luna… y con todos los espectáculos que he hecho. Es más perversa y tiene un contenido sexual más grande. Es experimental hasta en lo escénico. Fue un proceso creativo con Nico Pérez Costa, con quien nos conocemos desde quinto grado. Nos fuimos reencontrando por el mundo teatral. En proyectos tan independientes como estos, procuro trabajar con gente cuya modalidad de trabajo conozco. Para que un proyecto subsista, tiene que haber una coherencia de producción y estética. Habitualmente, uno sabe cómo trabaja la gente después de haber recorrido mucho camino juntos, o conocer mucho el recorrido del otro. Ahora estoy trabajando con los chicos de Improvisados, a quienes estaré dirigiendo este verano en Mar del Plata. Hace quince años trabajan con muchísimo éxito, con una manera de defender su producto que me deja tranquilo. Es una comedia de texto. Seguramente terminemos forjando una amistad; son gente a la que respeto mucho.

Respecto a Te quiero hasta la luna, ida y vuelta, por qué considerás que se sostuvo a lo largo del tiempo con tanto éxito.
Se está haciendo en un montón de lugares: México, Colombia, La Rioja, y se está ensayando en Perú y Uruguay. El año que viene se hará en Puerto Rico. Puedo hacer un análisis de por qué pasa, aunque a veces excede el análisis personal. Es una obra universal, con un mensaje directo, sencillo y amoroso, y creo que es lo que el público más grande, en términos de cantidad, elige. Es una obra bastante fácil de llevar y montar en cualquier lugar. Una obra de actores. Hace cuatro años y medio la hacemos y está como muy redondita en términos de texto y puesta. Tiene más de ciento cincuenta funciones. Se necesitan dos grandes actores y un director detallista. Nos cayó del cielo.

¡Pero la escribieron ustedes! (N. de la r.: Te quiero hasta la luna…fue escrita por Francisco Ruiz Barlett y el propio Puricelli).
Sí, pero no me puedo acordar de cuándo la escribimos, sí de la sed que teníamos. Apostamos mucho a la obra. La empujamos mucho. Le ha ido muy bien estos últimos dos años en Kairós y en Mar del Plata también. Somos pocos, tres, más el equipo, que ahora es un poco más grande. Siempre tuvimos que pensar en cómo comunicar esto sin tener una capacidad de comunicación grande en términos económicos, en cómo hacer para que se viralice el contenido. Creatividad al cien por ciento en la comunicación, al igual que en la concepción del hecho artístico.

¿Estás trabajando en algún otro proyecto?
Saqué el librito este año, Todos mis insectos. Es otro proyecto independiente. A veces uno se encasilla mucho. Soy autogestor al cien por ciento. Está bueno no encasillar lo que a uno le surge como producto artístico en un formato, sino incursionar en otros registros, porque el director nutre al actor y viceversa. Este libro en algún momento pensé en hacerlo obra de teatro, resistiéndome a perder material que pudiera ser teatral. Hay contenidos que rinden mejor en otros formatos. Por otro lado, estoy empezando a armar un proyecto con Agustina Leoni, actriz y cantante muy capa. Estrenaremos supongo que en mayo del año que viene. Nahuelito, obra que estoy empezando a ensayar como autor y director con Victoria Raposo. Es un texto que terminé el año pasado y aún no he podido dirigir. Tengo muchas ganas de hacerlo.

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