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Lukas Valenta Rinner: “La protagonista entra al mundo nudista como Alicia al País de las Maravillas”

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

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Iride Mockert y Lukas Valenta Rinner, actriz y director de “Los decentes” (foto: Gianina Arrayet)

Lukas Valenta Rinner es el director de Los decentes, una de las películas que integró la Competencia Argentina del último Festival de Mar del Plata. El film se centra en una mucama que entra a trabajar a un barrio privado y termina descubriendo justo al lado una comunidad nudista, lo cual le dará un giro de 180º a su existencia. Luego de la primera proyección de la película, el realizador conversó con FUNCINEMA sobre los orígenes del proyecto, el abordaje sobre los conflictos entre los distintos espacios, el trabajo en los aspectos formales y cierto giro narrativo en los minutos finales, entre otros temas.

-¿Cómo fue la génesis del proyecto?
Fue un proceso muy particular. Hace un año, después de estrenar en la Argentina Parabellum, mi primera película, me llamaron de un festival de cine coreano, que convoca cada año a tres directores para hacer una película veloz, fuera de los esquemas habituales de producción. A partir de una idea, nos asignaron un presupuesto y comenzamos a escribir una película para estrenarla a los seis meses en Corea. Fue trabajar con una fecha de estreno ya asignada y escribir el proyecto como si fuera jazz, como música libre.

-¿Cómo surgió la idea? ¿Conocías algo del mundo de los nudistas?
Hace unos años, encontré un cartel de publicidad para un paraíso nudista y swinger en la provincia de Buenos Aires. Era la foto de una pareja agarrándose de la mano y paseando por un parque selvático. Me metí en la página y comencé a investigar ese mundo que desconocía totalmente y empecé a ir con un fotógrafo para hacer un reportaje fotográfico. Ahí ya había un interés pero no sabíamos que iba a surgir una película. Cuando fuimos ahí, vimos que verdaderamente había al lado del club un barrio privado. Allí ya había un motor real para una película, por el conflicto que sabíamos que había entre los dos espacios.

-¿Cómo trabajaste precisamente ese conflicto entre los dos espacios y al personaje principal?
Queríamos crear un personaje que entrara a ese mundo casi como Alicia en el País de las Maravillas. Hay un agujero entre dos mundos que desconoce y por ahí entra. Entra al barrio privado y comienza a conocer el funcionamiento de esos ámbitos pulcros, semivacíos, y luego descubre, más allá del muro, ese mundo del desnudo, del sexo y lo sensual. De alguna manera, sentimos que ella nos podía facilitar ese pasaje de ida y vuelta, que hay algo del conflicto de esa empleada que está sometida a ese sistema laboral, que va creciendo y revolucionándose a lo largo de la película.

-Llama la atención el trabajo que hay con los planos fijos y cómo encuadran a los cuerpos desnudos y los distintos espacios. ¿Fue algo planificado o surgió durante el proceso de rodaje?
Hay algo que me interesa mucho y es el retrato de espacios arquitectónicos. Por eso hay algo de los encuadres que intenta respetar el dibujo y el trazo de los distintos espacios en los que viven los personajes. Después pasó algo muy curioso: cuando comenzamos a investigar sobre el tema de cara al rodaje, descubrimos que hay muy poco sobre el cuerpo y el desnudo en la historia del cine. Tuvimos que ir mucho más atrás e investigar sobre la pintura clásica, que nos llevó a muchos de los encuadres en el campo nudista, que a veces parecen pinturas.

-¿Cómo fue el proceso de casting?
Armamos un cast de actores profesionales que sabíamos que iban a ser el núcleo principal. Está Iride Mockert, que ya viene siendo muy conocida en el teatro y que acá tiene su primer protagónico, y luego también varios actores con experiencia teatral, con los que ya trabajé anteriormente. Además, me interesa la mezcla de actores y no actores, hay algo en la naturalidad de los cuerpos y rostros por fuera del mundo actoral que me atrae mucho.

-¿Cómo fue el trabajo con la desnudez y la incomodidad que podría implicar, no sólo en los actores sino incluso en el equipo de rodaje y en vos mismo?
Fue como saltar al agua fría de una. Nos insertamos en un club nudista y para todos fue un shock inicial el primer día. Pero como todo ya estaba en pleno funcionamiento y la gente ahí estaba cómoda, creo que todos asimilamos muy rápido esa dinámica.

-Les pasó como a la protagonista.
Exacto. Y también le sucede lo mismo al espectador, porque comienza a naturalizar esos cuerpos y después pierde esa cualidad de shock que tiene en los primeros momentos.

-El film al principio parece plantearse como un drama, pero luego va derivando hacia la comedia. ¿Era algo presente desde el comienzo en el guión o fue surgiendo sobre la marcha?
Creo que había elementos cómicos en el guión, pero de manera más sobria. Luego, a través del casting y la química entablada entre Iride y Mariano (Sayavedra), fueron surgiendo muchas más instancias de comedia. Eso incluso nos sorprendió a nosotros.

-Obviamente no lo vamos a contar, pero ¿cómo surgió la decisión de dar el giro del final?
Sentíamos que la película creaba cada vez más tensión, que era una olla de presión que debíamos liberar. Con los escritores discutimos durante días cómo resolver finalmente esa tensión. Cuando se planteaba la posibilidad de una revolución nudista, sentía que era algo muy potente. Incluso a nivel visual: esos cuerpos desnudos invadiendo los espacios contemporáneos, pulcros, perfectos, publicitarios. Eso a mí me emociona y resultó así.

-¿La película recién comienza su recorrido o lo está terminando?
Abrimos la competencia en Sarajevo y luego recorrimos más de veinte festivales de distintas partes del mundo: estuvimos en Corea, la India, Canadá, Italia… Fue un viaje muy particular, porque en las charlas con el público uno encuentra respuestas de toda clase. Creo que es un momento muy especial acá, porque el film cobra un significado local, político y actual, por lo que estoy muy ansioso por encontrarme a charlar con el público.

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