Título original: Hush
Origen: EE.UU.
Dirección: Mike Flanagan
Guión: Mike Flanagan, Kate Siegel
Intérpretes: Kate Siegel, John Gallagher Jr., Michael Trucco, Samantha Sloyan, Emma Graves
Fotografía: James Kniest
Montaje: Mike Flanagan
Música: The Newton Brothers
Duración: 81 minutos
Año: 2016
5 puntos
CUANDO EL CONCEPTO JUEGA EN CONTRA
Por Rodrigo Seijas
Ya lo dijo bien Matías Gelpi en su crítica sobre Ouija: el origen del mal: el director y guionista Mike Flanagan es un resultadista del cine, alguien que trabaja bien ciertos climas y secuencias de sustos a partir de conceptos atractivos, pero que muchas veces cae en la construcción de argumentos vacuos y personajes secundarios que no llegan a cobrar una dimensión adecuada. Silencio (cuyo título original es Hush), que puede verse por Netflix, es el segundo de sus tres films estrenados durante el 2016 (el tercero es Somnia: antes de despertar) y posiblemente sea el más flojo, ya que los defectos se imponen a las virtudes.
Los primeros minutos de Silencio son realmente muy buenos, porque consigue presentar sin problemas y con total simpleza tanto su premisa como su protagonista: Maddie (Kate Siegel, esposa y coautora del guión) es una escritora sordomuda que por cuestiones personales ha decidido vivir sola en una cabaña en el medio del bosque. Tiene una amiga cerca que la visita cada tanto y contacto a través de Internet con su familia, pero en esencia está sola… hasta que aparece un tipo enmascarado, un psicópata que antes de asesinarla pretende destruirla psicológicamente. Con unos pocos elementos audiovisuales y de puesta en escena, el film deja claro que Maddie es sordomuda, que está sola, que hay ciertos hechos de su pasado que le siguen pesando y que finalmente lo único que tiene es a sí misma. Lo mismo se puede decir respecto al delineamiento inicial del asesino, sus motivaciones -algo ambiguas e improvisadas a pesar de tener un claro objetivo final- y sus métodos, donde el acoso desde el exterior de la casa y a través de los celulares juega un papel decisivo.
Pero hay un giro en relación a la máscara del asesino que funciona como punto de inflexión en el peor sentido. A partir de ahí, la delimitación de un único espacio y el duelo establecido entre los dos personajes pierde solidez y hasta legitimidad. El asesino revela demasiado de sí mismo y pierde entidad, se acumulan las situaciones un tanto redundantes sin que avance realmente la trama y el relato empieza exhibir un estiramiento alarmante. Durante todo el nudo, Silencio pierde el eje, como si de repente se le hubieran acabado las ideas al realizador y no tuviera claro hacia dónde ir una vez que ha dejado bien delineada la premisa.
Recién sobre los minutos finales hay un nuevo giro que pone al enfrentamiento bajo un paraguas donde lo masculino y lo femenino tiñen las acciones y actitudes de Maddie y el villano al que enfrenta. Se podrá decir que Flanagan luego tiene la lucidez para cerrar el film en el momento justo (el plano final es muy bueno), pero lo cierto es que el minimalismo le termina jugando en contra a Silencio, que queda demasiado limitada por su propia premisa.