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Race, el triunfo del espíritu

race1Título original: Race
Origen: Canadá / Alemania
Dirección: Stephen Hopkins
Guión: Joe Shrapnel, Anna Waterhouse
Intérpretes: Stephan James, Jason Sudeikis, Eli Goree, Shanice Banton, Carice van Houten, Jeremy Irons, William Hurt, David Kross, Jonathan Higgins, Tony Curran, Amanda Crew, Barnaby Metschurat, Chantel Riley
Fotografía: Peter Levy
Montaje: John Smith
Música: Rachel Portman
Duración: 134 minutos
Año: 2016


6 puntos


LA CARRERA Y LA RAZA

Por Rodrigo Seijas

(@fancinemamdq)

race2Si hay algo que se puede decir del director Stephen Hopkins es que es tan ecléctico como desparejo, con una carrera de discreto nivel, que va desde la aventura (Garras) hasta la ciencia ficción (Perdidos en el espacio), pasando por el terror (Pesadilla 5: el niño de los sueños, Prueba de fe) y la acción (Depredador 2), y donde en la última década y media ha tenido mucho más peso el trabajo televisivo, en series como 24, Californication y House of lies. Race, el triunfo del espíritu es una muestra de sus limitaciones pero también capacidades como realizador, esta vez dentro del espectro del biopic deportivo.

La historia de Jesse Owens es apasionante por donde se la mire: un notable atleta que superó todos los récords de su época y que terminó compitiendo en los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín, desafiando todos los prejuicios y esquemas discursivos del nazismo, que en ese momento estaba en alza y preparándose para iniciar los movimientos tendientes a consolidarse como el Tercer Reich y dar el puntapié a lo que sería la Segunda Guerra Mundial. Pero en verdad, Race -cuyo título tiene un doble significado en inglés, “carrera” y “raza”- no se centra sólo en Owens, sino que va configurando todo un paisaje político y social, reflejando las tensiones raciales en Estados Unidos, el ascenso nazi, las posturas enfrentadas respecto a la participación estadounidense en los Juegos Olímpicos de Berlín -lo que implicaba avalar en cierta forma al régimen liderado por Adolf Hitler- y hasta el registro del evento para la posteridad por parte de la legendaria cineasta Leni Riefenstahl. En ese despliegue de tramas y subtramas es donde Hopkins exhibe unos cuantos inconvenientes para darle fluidez al relato, cayendo además en una puesta indudablemente televisiva, sólo sostenida por las interpretaciones: un sólido Stephan James como Owens y Jason Sudeikis componiendo un personaje estupendo como es el del entrenador Larry Snyder (que podría haber tenido un film propio), más los aportes de los siempre confiables Jeremy Irons y William Hurt como dos dirigentes deportivos.

Es en su segunda mitad, cuando Owens finalmente llega a Berlín para disputar diversas pruebas atléticas, que Race termina de unir apropiadamente todas sus subtramas en un solo eje de conflicto: el deporte, la política y hasta los imaginarios creados por el cine confluyen de manera productiva, con lo que el film cobra mucho más vigor e interés. De hecho, eso se nota hasta en las alturas formales que consigue Hopkins: por ejemplo, el plano secuencia que sigue a Owens al entrar al Estadio Olímpico y prepararse para la prueba de los 100 metros es estupendo, por la forma en que refleja el asombro, la presión y finalmente el coraje del protagonista. Incluso cobra interés particular el personaje de Riefenstahl (muy bien Carice van Houten) y su duelo/negociación con el de Joseph Goebbels, con el cine luchando por ser arte antes que propaganda.

Desde el trabajo con lo icónico y su impacto en el ámbito socio-político es que Race, el triunfo del espíritu consigue imponerse a sus fallas y esquematismos, incluso diluyéndolos un poco y hasta mostrando los grises, cómo los “buenos” tienen más de un punto de coincidencia con los villanos. Por eso el final, donde lo real se fusiona con la representación ficcional, conmueve sutilmente, exponiendo las ambigüedades de un país sumamente contradictorio como es Estados Unidos, donde el pasado siempre vuelve para hacerse presente.

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