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Ben-Hur

benhur1Título original: Idem
Origen: EE.UU.
Dirección: Timur Bekmambetov
Guión: Keith R. Clarke, John Ridley, basados en la novela de Lew Wallace
Intérpretes: Jack Huston, Toby Kebbell, Rodrigo Santoro, Nazanin Boniadi, Ayelet Zurer, Pilou Asbæk, Sofia Black-D’Elia, Morgan Freeman, Marwan Kenzari, Moises Arias, James Cosmo, Haluk Bilginer, David Walmsley
Fotografía: Oliver Wood
Montaje: Dody Dorn, Richard Francis-Bruce, Bob Murawski
Música: Marco Beltrami
Duración: 125 minutos
Año: 2016


6 puntos


EL AGUATERO DE JESUS

Por Henry Drae

(@henrydrae)

benhur2Cada vez que escucho el nombre de Ben-Hur de boca de alguien la primera imagen en asociación libre que me viene a la mente es la de Charlton Heston en su carro de competición tirado por veloces caballos blancos, ataviado con las faldas y sandalias tan característicos del péplum y un látigo firme en su mano haciendo juego con su entrecejo adusto. Y luego de ver esta versión contemporánea la imagen seguirá siendo la misma por la simple razón de que no alcanza este intento de reflotar el clásico de la mano del ruso Timur Bekmambetov, al que probablemente sigamos recordando por su excelente Guardianes de la noche producida y rodada en su tierra natal y no por sus producciones hollywoodenses más mediocres como Se busca, Abraham Lincoln: cazador de vampiros o la misma Ben-Hur que nos ocupa.

La historia de este príncipe judío desterrado y convertido en esclavo por obra y gracia de su propio hermano que regresa años más tarde por la redención en épocas de la crucifixión de Cristo, admite demasiados puntos de vista a la hora de reversionarla, algunos relegando el tema religioso a un segundo plano para apoyarse en la acción y la aventura y la otra, que toma esta versión, vinculando todo directamente con las enseñanzas de ese Cristo encarnado por Rodrigo Santoro, que siendo aquí un personaje secundario tiene más relevancia y presencia que varias de las representaciones fílmicas más conocidas hasta el momento de mismo personaje.

Lo primero que se me antoja un problema es la selección de casting: Jack Huston podrá ser un actor de reparto sólido pero para la talla de un Ben-Hur que quiere traerse para suplantar a un péplum tan clásico le queda cortísimo. Lo mismo podría decirse de Toby Kebbell que interpreta a su hermano y para ser el personaje antagonista no resulta tan despreciable como debiera. Probablemente la intención haya sido esa, no polarizar hacia lo irreconciliable pero ¿cómo no hacerlo sin perder la tensión necesaria para que no se caiga el conflicto o no haga perder el interés? Ni siquiera Morgan Freeman, que como ese salvador, que al igual que en Gladiador de Ridley Scott con ese personaje póstumo de Oliver Reed se encarga de darle la mano al esclavo fugitivo para que llegue a convertirse en héroe, puede salvar al reparto bastante mediocre carente de brillo. Bromeando con mis colegas en la radio sobre mi candidato a encarnar a este héroe propuse a Dwayne Johnson, recordando un poco al fallido Hércules que interpretó hace un par de años, pero sin dudas que a esta superproducción le faltó una personalidad a la altura.

Luego en la acción, el ritmo, el devenir de cada situación, el film cumple de manera convencional, no destila prodigiosidad en ningún rubro aunque en escenas como las del naufragio recordemos un poco el manejo subacuático que tienen directores como Wolfgang Petersen o en la más esperada de la carrera de cuadrigas nos pongamos un tanto pretenciosos y escépticos al compararla con la original, que dicho sea de paso, se destaca apenas por esa rigurosidad y realismo que en ese entonces carecía del poder del retoque digital. Lejos de decepcionar pero tratando de emparentarse, la carrera está filmada y editada a la usanza clásica pero con el vértigo y los cortes de los que requiere el cine actual, casi como si Vincent Toretto de Rápido y furioso cambiara el acelerador por un látigo sin perder un miligramo de adrenalina en pantalla. Los problemas mayores quizás se den en los diálogos y situaciones dramáticas que se ponen demasiado declamativas y llenas de sermones religiosos, lo cual curiosamente lleva a que las escasas -teniendo en cuenta el género- dos horas que dura el film rindan casi como las cuatro que ocupa la versión del 59, que de yapa tenía a Charlton Heston.

En definitiva Ben-Hur no es una catástrofe, se disfruta más allá de su mensaje y de esos guiños forzados que intentan cruzar los caminos del protagonista con Jesucristo. Aunque por momentos pareciera que el mismo estudio fuese a encarar, según el éxito de esta entrega, una película más sobre el mesías más rendidor de todos los tiempos y esta suerte de spin off sirva de presentación. Quizás estemos ante la presentación de un universo cinemático como el de Marvel o DC pero con superhéroes bíblicos.

Por favor, no lo hagan, Diosito los está mirando.

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