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50 a 1

50a11Título original: 50 to 1
Origen: EE.UU.
Dirección: Jim Wilson
Guión: Faith Conroy, Jim Wilson
Intérpretes: Skeet Ulrich, Christian Kane, William Devane, Madelyn Deutch, Todd Lowe, David Atkinson, Calvin Borel, Bruce Wayne Eckelman, Hugo Pérez, Eloy Casados, Tish Rayburn-Miller, Jessi Badami, Judith Jones
Fotografía: Tim Suhrstedt
Montaje: Ben Callahan
Música: William Ross
Duración: 110 minutos
Año: 2014


6 puntos


PEQUEÑA ALMA DE HEROES

Por Rodrigo Seijas

(@fancinemamdq)

50a12Hay films que son un poco como sus personajes y más aún si encima tienen la excusa de que esos personajes son reales. 50 a 1 es, al igual que sus protagonistas, una obra repleta de imperfecciones que termina sorprendiendo en el final, superando todas las expectativas previas.

El film dirigido, coescrito y producido por Jim Wilson toma la historia verdadera de un grupo un tanto impresentable de vaqueros de Nuevo México que deben emprender un particular viaje cuando el caballo que tienen, Mine that bird, termina clasificando, casi de casualidad, para el Derby de Kentucky, una de las carreras más importantes de los Estados Unidos. El relato guarda unas cuantas similitudes con el de Alma de héroes -de hecho, se hace cargo explícitamente-, pero si la película de Gary Ross tenía un presupuesto gigantesco, la ambición (lograda) de constituirse en un fresco de época, un elencazo y un realizador como Gary Ross en su mejor forma, lo de 50 a 1 es bastante más modesto, no sólo por su bajo presupuesto, su falta de voluntad para ser un retrato social -aunque algo de eso tiene, pero está lejos de ubicarse entre sus prioridades- y su reparto con nombres más terrenales -Skeet Ulrich, Christian Kane y William Devane, entre otros-, sino porque Wilson está lejos de ser un gran narrador.

De ahí que 50 a 1 arranque bastante bien, con una pelea antojadiza y disparatada, pero efectiva, para luego entrar en dificultades para hallar su centro narrativo y construir un hilo narrativo fluido y sólido. Se le nota a Wilson que tiene cariño por lo que cuenta, pero estira demasiado ciertas acciones y otras las lleva adelante de manera apurada, con lo que hay muchos pozos narrativos. Aún así, se las arregla para configurar una galería de personajes que indudablemente tuvieron sus altas y bajas en la vida, que por ahí tuvieron algo de suerte (buena o mala), pero que siempre avanzaron o retrocedieron en base a sus esfuerzos. Laburantes como son, esperan esa gran oportunidad para dar el gran golpe que cambie todo.

Y esa oportunidad llega para los protagonistas en la instancia final, que es la del derby. Ahí Wilson toma unas cuantas decisiones de puesta en escena realmente muy sabias (como la de usar al verdadero jockey que montó a Mine that bird para su ficción), adaptándose con habilidad a las limitaciones presupuestarias y aprovechando totalmente a su favor el factor decisivo de la historia real: la carrera que vemos es ciertamente increíble, casi inverosímil si uno no tuviera en cuenta que sucedió realmente, y esos dos minutos, escenificados en tiempo real, son absolutamente épicos y emocionantes. Así, 50 a 1, al igual que Mine that bird, acelera a fondo y llega a la meta de forma arrolladora. Después de eso (y de ver a las personas reales que protagonizaron los eventos narrados), es difícil reprocharle algo. Algunos films son así: se definen por sus cierres y no por las casi dos horas previas. 50 a 1 es de esos casos raros.

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