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El hobbit oscuro: Malas nuestras

Por Rodrigo Seijas

(@fancinemamdq)

malas_nuestrasEl Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en una nueva demostración de que la administración macrista siempre encuentra formas creativas de meter la pata en cuestiones culturales, quiso homenajear al escritor Jorge Luis Borges con un pequeño cartel en la estación San Martín de la Línea C de subte, pero citó una frase equivocada, porque en verdad pertenecía a Veronica Shoffstall. A la hora de salir a pedir disculpas (luego de primero echarle la culpa al Archivo General de la Nación), la cuenta oficial de la Dirección de Ecosistemas Culturales (¿a qué demonios se refiere con “ecosistemas culturales”? ¿Hay una Dirección para eso?) publicó lo siguiente: “Quisimos homenajear a Jorge Luis Borges, pero cometimos un error de cita. Nuestro escritor de `Ficciones´ no escribió esto DISCULPA, MALA NUESTRA. Ya sacamos los carteles de circulación”. Debe ser el peor pedido de disculpa de la historia: “mala nuestra” dicen, como si fueran un adolescente que eructó por accidente durante la cena donde se presenta por primera vez ante los padres de su novia. Esa informalidad a la que recurren a menudo los cerebros de la comunicación macrista muchas veces los hace parecer unos irresponsables de campeonato. Pero, al fin y al cabo, la frase “mala nuestra” puede ser muy útil para minimizar otros papelones y seguir como si nada, hasta con estilo se podría decir.

Podrían usarla los cientos o miles de artistas e intelectuales que han manifestado a viva voz su indignación respecto a los dichos negacionistas del Ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires Darío Lopérfido respecto a la última dictadura militar y los números de desaparecidos –en los teatros, por ejemplo, se lee un comunicado repudiando las declaraciones del funcionario-, pero que nada dijeron cuando el ex Secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno dijo que el gobierno de Mauricio Macri era peor que el de Videla porque bueno, el dictador desapareció a muchos compañeros pero al menos no hambreaba al pueblo. Uno quiere pensar que los artistas e intelectuales, tan lúcidos ellos, no comparten la bestialidad afirmada por Moreno, que banaliza la lucha de miles de desaparecidos e ignora olímpicamente el terrible plan económico del Proceso de Reorganización Nacional, ejecutado por ese señor tan simpático llamado José Alfredo Martínez de Hoz y que ya era denunciado por un tal Rodolfo Walsh en su Carta a la Junta Militar. También uno quiere pensar que esta diferenciación de criterios no tiene que ver con cuestiones de pertenencias partidarias y que como Moreno es integrante del proyecto nacional y popular, entonces para muchos es más cómodo mirar para otro lado: esto tiene que ver con valores democráticos que trascienden figuras y sesgos partidarios, ¿verdad? ¿Verdad?… Mala nuestra, pueden decir los artistas e intelectuales, mientras se enojan con Lopérfido y callan con Moreno, que hasta se dio el lujo de ratificar sus dichos, demostrando que lo suyo no fue un simple eructo.

A similar táctica podría recurrir Sir Chandler, director del sitio web Cinesargentinos, que sigue ratificando en esta entrevista al CEO de Cinemark, Martín Alvarez Morales, que lo suyo es la defensa de las cadenas de cines. Pero también la pereza, a varios niveles: uno puede intuir que en las supuestas dos horas en las que entrevistó al ejecutivo no le salió ni una pregunta difícil (no sea cosa de preguntarle, por ejemplo, sobre las dificultades que encuentra buena parte del cine argentino para acceder a una sala en esta cadena y en la de Hoyts, a la que acaba de comprar), pero también que el muchacho no andaba con muchas ganas de desgrabar esas dos horas de charla. Entonces hizo la más fácil de todas: simplemente tiró todo un listado de temas y definiciones de una vacuidad alarmante, con el agregado de los ya habituales errores de redacción y ortografía que abundan en el sitio. Si yo fuera Alvarez Morales, me sentiría un poco estafado: dos horas de conversación para que el entrevistador termine publicando un mamotreto ilegible, sin criterio alguno. “Mala mía”, podría decir Sir Chandler, que no sólo no sabe escribir, sino que ni siquiera tiene ganas.

Lo bueno es que uno puede mandarse bestialidades de todo tipo a futuro, y simplemente decir “mala mía”, o a lo sumo “mala nuestra” (si es que hace todo mal junto con otra gente), y seguir adelante como si nada. Qué bonitos funcionarios, que bonitos artistas e intelectuales, que bonitos críticos. Qué bonito país.

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