Título original: Idem
Origen: EE.UU. / Canadá / Inglaterra
Dirección: Ricky Gervais
Guión: Ricky Gervais
Intérpretes: Ricky Gervais, Eric Bana, Vera Farmiga, Kelly Macdonald, Kevin Pollak, America Ferrera, Raúl Castillo, Benjamin Bratt, Kim Ramirez, Jim Norton, Bob Banks, Jonathan Langdon
Fotografía: Terry Stacey
Montaje: Nicolas Chaudeurge
Música: Dickon Hinchliffe
Duración: 100 minutos
Año: 2016
Compañía editora: Netflix
5 puntos
La invención de la mentira
Por Mex Faliero
Conocido por su estilo de humor cáustico, negro, políticamente incorrecto, el británico Ricky Gervais se instaló fuertemente en Hollywood, representando de alguna forma una especie de válvula de escape por donde la incorrección política puede avanzar sin la presión que otros comediantes generacionales tienen por sostener algún tipo de multitarget (sacamos a Will Ferrell de esta ecuación, claro que sí). Pero hay otro asunto sobre el cual el cine/tv de Gervais transita y que genera más interés, y es su reflexión sobre la mentira, sus alcances y sus consecuencias bajo determinados parámetros sociales. Hace unos años, en su debut como director en el largometraje, trajo La invención de la mentira, que era una película de premisa (un mundo en el que la mentira no existe y qué sucede con aquel que se inventa una) y que se sostenía, aún cuando sobre su última parte era ganada por un moralismo algo disimulada. Su nueva película como guionista y director, Special correspondents, padece un poco estos asuntos, aunque no por los mismos motivos.
En Special correspondents -nueva producción de Netflix-, una comedia que empieza en un medio tono algo incómodo que va alcanzando sus mejores momentos por la mitad del metraje, Gervais es un técnico de una radio y Eric Bana el periodista estrella; medio chanta, pero estrella al fin. Ambos son enviados a cubrir una suerte de revuelta en Ecuador, pero por una situación particular pierden pasajes y pasaportes. Y antes de reconocer ante sus jefes el bochorno de no poder viajar, deciden hacer móviles desde una casa que está frente a la radio, inventándose la cobertura. Otra vez, entonces, Gervais y su mirada reflexiva sobre el arte de mentir y sus consecuencias, hiperbólicas aquí si tenemos en cuenta que esas mentiras terminan alentando el espíritu patriótico, exhibiendo lo más naif de una sociedad como la norteamericana y generando hasta problemas diplomáticos.
Uno tiene la idea de que Special correspondents debería ser más graciosa de lo que es, pero Gervais elige antes que un humor explosivo lo más introspectivo del humor sardónico y satírico, algo que por demás mantiene raíces con su estilo muy británico. Si algo se agradece de esta comedia, es que Gervais tiene el tino de impedir que aquellos personajes despreciables hagan el giro del final para reivindicarlos, incluso los protagonistas siguen siendo casi los mismos del comienzo. Sin embargo, Special correspondents sufre en su última parte la indefinición de tirarse de cabeza hacia el absurdo más delirante o por ejercer un control riguroso, poniéndose un poco solemne sobre la suerte de sus personajes. Todo esto, dejando de lado cuestiones ideológicas como la ridícula Ecuador que ponen en escena, demostrando también que a veces la ignorancia que denuncian los artistas cuando se ríen de los demás es un poco la de ellos mismos cuando tienen que mostrar aquello que desconocen. Lo que demuestra Special correspondents, además, es que las ideas de Gervais, hijo del guionismo, son atomizadas y poco expansibles, y que no se sostienen demasiado por fuera de una serie televisiva de media hora. Como quien dice, más ingenio que inteligencia.
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