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Miguel Monforte: “el término cine marplatense es una entelequia”

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Hace unos meses la gente de Revista Ajo me pidió un informe sobre el cine marplatense (léanlo acá), el cual terminó siendo un extenso resumen con una serie de opiniones de peso: realizadores, críticos y gestores de espacios cinematográficos dejaron su parecer sobre aquello que está ocurriendo en la ciudad. Pero ese informe, por la sumatoria de voces y por las dimensiones lógicas que debía tener el texto, acercó sólo algunas de las ideas de cada entrevistado. Nuestra intención en Fancinema es, entonces, recoger todas esas opiniones sin recortes y ofrecer un dossier con las diferentes miradas. Lo que verán, día tras día, será un cuestionario similar para cada entrevistado. Lo que importa, claro, son las opiniones que cada referente tiene para ofrecer.

-Hoy: Miguel Monforte, realizador, docente e investigador de medios audiovisuales. Su último trabajo, el documental Héroe corriente, se convirtió en una referencia sobre la temática Malvinas.

monforte-¿Existe el cine marplatense?
El término cine marplatense es una entelequia. No hay un movimiento cinematográfico como manifestación de la cultura popular de nuestra ciudad, si bien las producciones mantienen relación con su época. A mi entender, en general, son realizaciones con poco compromiso estético y/o político como para ser consideradas una corriente contenida en el término “cine marplatense”. Si bien se entiende qué trata de definir “cine marplatense”, para ser correctos deberíamos en todo caso hablar de una producción audiovisual marplatense, ya que nadie en nuestra ciudad usa el cine como material concreto de expresión, sólo hubo raras excepciones en estos últimos años, y debemos decir que en todo el siglo pasado nunca tuvo nuestra ciudad una producción fuerte a través del cine industrial (16 ó 35 mm), hubo en todo caso años de bastante producción con el single y súper 8, formatos de cine de paso reducido, amateur, luego reemplazados por el video. Sí los recursos expresivos (la gramática, el lenguaje audiovisual) que desarrolló el cine a través de décadas se tratan de utilizar para contar historias con otras tecnologías en nuestra ciudad, hoy por hoy las digitales. Aún así, debo decir que no creo que podamos hablar seriamente de una producción que por cantidad, calidad y temática represente de algún modo a la ciudad.

-¿Qué es lo que define la figura de un cine regional -en este caso marplatense-?: ¿la aparición de más gente filmando en un mismo lugar o la presencia de símbolos culturales identitarios y comunes entre películas?
Ambas cosas, pero voy por partes. A veces el cine regional está definido por características socioculturales, por ejemplo algunos países europeos tienen cine regional porque, entre otras particularidades, hablan de su historia y emplean un dialecto, su lengua madre. Acá no sucede nada de eso -claro-, y además, a costa de ser antipático, afirmo que no alcanza con que mucha gente produzca material audiovisual en un determinado lugar, como el caso de nuestra ciudad; no es relevante a menos que ese material resulte trascendente por diferentes motivos: que lleve mucha gente a las salas donde se exhibe, que no lleve mucha gente pero que cada proyección sea un acontecimiento porque produce que el espectador reflexione ciertamente acerca del tema presentado, que varios de estos productos audiovisuales crucen con éxito las fronteras de su localidad, que algunos de ellos ganen premios y visibilice que hay más producción de esa ciudad que empuja con fuerza, que los realizadores tengan obra, es decir unas cuantas realizaciones en su haber y esto posibilite ver una evolución.

Por otra parte, también hay rasgos identitarios en nuestro país que hacen que la movida audiovisual de algún lugar se destaque. Por ejemplo Rosario tiene una importante producción audiovisual, que es reconocida a nivel nacional desde hace muchos años, pero sobre todo se destaca la calidad de sus directores de cine de animación, por técnica y contenido. Eso es realmente un rasgo de identidad. En Mar del Plata tenemos algunas condiciones similares entre quienes realizamos, pero no por eso se convierten en un símbolo. Por ejemplo que la gran mayoría de las producciones sigue siendo de carácter independiente, sin presencia del Estado, o que a diferencia de las obras audiovisuales que son concretadas por productoras foráneas y usan la ciudad como locación, los marplatenses no registramos “la postal”, sino lo que le pasa a sus habitantes, y eso está muy bien, porque por más que Mar del Plata sea la segunda ciudad más filmada del país, sus habitantes tenemos escasa representación en la pantalla a través del cine porteño (quizá este sí sea un rasgo).

-¿Qué diferencias encuentra entre las producciones locales actuales y las que se hacían -por poner una fecha- hace una década?
Sin dudas la calidad técnica en lo visual. A diferencia del sonido, que sigue siendo una materia pendiente, a mejorar. Y tanto ayer como hoy me parece que los marplatenses nos debemos más investigación y guiones mejor trabajados, con un proceso de maduración y reescritura que generalmente no nos damos.

-¿Cuánto ayuda a la proliferación de realizadores la posibilidad de una tecnología al alcance de la mano? La pericia técnica, ¿lleva invariablemente a la presencia de mejores artistas?
Sin dudas, aquí y en el mundo entero, el acceso a la tecnología permite desde hace unos años que muchísima gente se exprese a través de los medios audiovisuales, algo muy saludable. Siempre recuerdo a un viejo realizador marplatense que pudo concretar algunos cortos en 16 mm a comienzos de los años ´60, y falleció hace unos años sin poder hacer un largometraje cuyo guión había escrito en su juventud. Hoy, hubiese hecho posible ese sueño. De todas maneras, la pericia técnica no implica invariablemente tener mejores artistas audiovisuales, pero seguro que ayudó a que algunos talentos locales pudieran lucirse. Algunos luego de sus primeros trabajos (exitosos) eligieron buscar mejores destinos en Buenos Aires o el extranjero, pero otros de estos talentos decidieron quedarse y siguen desarrollando su carrera acá, una suerte para todos, porque la calidad de sus obras impulsa a que los demás queramos seguir creciendo como realizadores.

-¿Es posible hablar de un cine marplatense sin un público que acompañe estas propuestas? ¿Hay público? ¿Cómo se debería construir?
Toda obra artística o de expresión cumple su real cometido recién cuando alguien la ve. Y si son muchas las personas que actúan de receptoras, mejor, porque eso nutre la posibilidad de encontrar diversidad de miradas y también de puntos en común. Esta variedad, si es capitalizada por el realizador, lo hará progresar. Y si el público aprecia diferentes obras locales, fabrica su propio standard en base a su cultura, compara y luego elige. Y con la posibilidad de elegir comienza la etapa de la libertad, lo que buscamos todos. Pienso que desde hace un tiempo empezó a circular un público que se acerca con interés a ver obras audiovisuales locales, algunos con condescendencia, es el tipo de público que perdona errores técnicos, por ejemplo, pero logra identificarse con lo que se cuenta. Es cierto que aún no es una cantidad de gente significativa para una ciudad con tantos habitantes. ¿Cómo se construye y atrae más público? Con educación audiovisual desde el jardín de infantes, la primaria, la secundaria, con docentes capacitados para hacerlo. Estos jóvenes tendrán interés por ver producciones extranjeras atraídos como es lógico por el marketing, pero si verdaderamente están educados audiovisualmente, con el tiempo su cultura los hará acercarse también a ver lo que hacen sus vecinos, y lo podrán considerar poniéndolo en su justo lugar para valorarlo. Mientras eso no suceda, seguimos compitiendo, cuando en realidad nuestra expresión audiovisual local no está pensada para disputar por cantidad de espectadores, porque a los marplatenses se nos pondría dentro de un sistema comercial al cual no pertenecemos, en el mismo lugar de evaluación que a un tanque hollywoodense que está pensado para mantener una industria, un disparate. Un espectador educado y criterioso pone distintas escalas de valores y desde allí considera diversas obras, sobre todo cuando hablamos de “cine” y hay tanta plata (producción) de diferencia.

-¿Parte del problema es la imposibilidad de profesionalizar las diversas actividades que involucran lo cinematográfico? ¿Hay campo de acción en la ciudad para eso?
Sí, parte del problema es la imposibilidad de profesionalizarnos. No hay campo de acción real para lograrlo en nuestra ciudad, puede haber algún nicho momentáneo (alguna pequeña productora que durante algunos años pueda moverse entre algunas publicidades, ocasionales institucionales, fortuitas colaboraciones con producciones porteñas, videoclips de tanto en tanto). Ahora: esto ayuda a vivir del medio pero trabajando para cubrir necesidades de terceros, obviamente se gana experiencia y se desarrolla una gimnasia laboral que luego se aplicará a los proyectos propios, pero volvemos al inicio: se deben hacer esos trabajos para invertir (y no recuperar) en los proyectos personales, sean cortos, medios o largometrajes. Por otra parte, la calidad de la televisión local, en las antípodas del lenguaje cinematográfico, tampoco ayuda a la profesionalización.

-¿Es posible desarrollar la idea de un cine marplatense, sin el acompañamiento de técnicos y actores que ayuden a modelar una estética?
No es posible desarrollar la idea de un movimiento audiovisual marplatense sin la participación comprometida de todos aquellos que están involucrados en una producción, incluyo al guionista, la dirección, el equipo técnico, los actores/actrices, músicos, si no hay un crecimiento grupal, se producen pequeños divorcios que no dejan llegar a buen puerto la obra. La parte técnica en general ha avanzado, de la mano del desarrollo digital y su relativa accesibilidad. Desde hace un tiempo algunos realizadores locales con mucha experiencia están llevando adelante talleres de actuación frente a cámara con muchos inscriptos y buenos resultados, hay actores y actrices de formación teatral que ya han trabajado en diversas producciones audiovisuales y han entendido muy bien la diferencia entre una expresión y otra, llenos de paciencia y compromiso se prestan a largos rodajes que muchas veces conspiran contra su concentración, y muchos logran salir airosos en cámara. Sin dudas, la clave pasa por el talento del director para saber pedirles lo que quiere de cada personaje, y ensayos que los hagan crecer, como cualquier trabajo profesional. A menos que se quiera improvisar las interpretaciones porque eso es parte del proyecto. Pero realmente creo que de a poco, todas las áreas del audiovisual local han crecido, sin dudas. Incluso pondero la utilización de música de artistas locales, el tema es no abusar de ese recurso, como en cualquier película.

-¿Cuál cree que es la presencia del Estado comunal y si le parece que debería involucrarse más? ¿En qué aspecto sería más necesario?
El Estado comunal tiene cierta presencia, aunque a los realizadores siempre nos parezca insuficiente. Desde hace varios años funciona Videofactorías, dependiente de la Secretaría de Cultura, un taller anual de teoría y realización audiovisual totalmente gratuito. Por otra parte, este año se puso en marcha una serie de capacitaciones para diferentes áreas de la realización. Además ha recuperado una línea de fomento propia, el Premio Municipal a la Producción Artística, que está en marcha y otorga un premio en dinero para el guión local que lo gane. También ha generado este año un espacio de exhibición, el Festival de Cine Marplatense, al que le quitaría la parte competitiva para que sea un lugar de encuentro y muestra sin la antipatía de la competencia. La Municipalidad también apoya al ciclo Mar del Plata en Cortos, que creo que debe ser reconsiderado y ayudado para que logre un nivel excelencia, no sólo con la intención que se mantenga a pesar de los avatares, lo mismo que el MARFICI, desde el año pasado auspiciado por la Secretaría de Cultura, puede desarrollarse mejor con la contribución estatal y lograr un nivel alto, sin que esto signifique que sea más grande, hablo de apoyo logístico para que todas las piezas estén aceitadas y funcionen bien, entre ellas la sección Pinta tu aldea, la de exhibición de obras marplatenses. Desde mi humilde lugar, propuse que el Estado municipal se ocupe de generar un Archivo Audiovisual con el propósito de reunir, catalogar resguardar las producciones locales, una idea que también está en proceso de ponerse en marcha. Apoyar a través de declaraciones de interés a proyectos que buscan vías de financiamiento nacional. Se puede (y debe), desde luego, mejorar, perfeccionar lo que hay y también ampliar este abanico de acciones, por ejemplo con la ordenanza que posibilite el mecenazgo para apoyar la cultura local, entre otras. Ahora, no creo en una movida audiovisual que dependa del Estado (ni municipal, provincial o nacional) como tampoco en otras artes, sino estaríamos hablando de un encorsetamiento peligroso. Me parece que el Estado debe gestionar lo que la gente demanda de un modo coherente y sin demagogias. Por supuesto, tampoco renuncio a ningún tipo de apoyo estatal si hay posibilidad de lograrlo y esto no interfiere en mi libertad de expresión.

-En lo personal, cuando ve un film local, ¿busca algo con cierto nivel de profesionalismo o prefiere profundizar en el terreno de las ideas cinematográficas, aún a costa de cierto amateurismo?
Cuando veo una producción local, trato de entregarme al asombro, siempre espero que me atrape, y en lo posible que me sorprenda para bien. Sinceramente, sentarme a ver una obra audiovisual me sigue estimulando como cuando era chico, por suerte (y porque me lo propongo) no perdí la motivación y no dejo de darme la oportunidad de “ver y flashear” con una película local. Ahora, como realizador mi motivación evolucionó: con casi 30 años en el medio, pienso mucho cuando quiero contar una historia, superé la mera necesidad de “hacer para calmar mi ansiedad realizativa”, hoy en día me pregunto antes para qué le servirá esa obra al espectador. Cuando encuentro la respuesta, comienzo a trabajar apasionadamente.

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