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Alma teatral


Muy Buena


En el hogar (teatral) de una mujer

Por Rodrigo Seijas

(@fancinemamdq)

alma_teatralAunque parezca obvio, no viene mal recordar que en el monólogo teatral hay un diálogo como mínimo implícito con el público, que en algunos casos se explicita, convirtiendo al espectador en un personaje más dentro de la obra. Eso se podía ver claramente en un exponente reciente como es Como quien oye llover y se ve en Alma teatral, que acaba de ganar el premio Florencio Sánchez en la categoría de Mejor Actriz en Unipersonal Femenino.

Gabriela Izcovich, desde un comienzo, invita a la audiencia a una experiencia definitivamente íntima, muy cercana hacia su persona y va entablando ese diálogo al que antes hacíamos referencia, dejando bien en claro, progresivamente, que esa sala teatral en la que estamos, con sus límites difusos, permanentemente estirados y flexibilizados, no es otra cosa que el hogar de una mujer. Y que esa mujer tiene un nombre, Lía, y una historia particular, muy personal que contar, marcada por la nostalgia y la melancolía, donde se va perfilando una carrera teatral interrumpida y un amor entrañable por un hombre también abortado, cortado antes de tiempo.

Lo sorprendente y sumamente bello en la performance de Izcovich es cómo incorpora las vacilaciones, paréntesis, idas y vueltas en su narración con una espontaneidad y naturalidad tal que le permite establecer el vínculo empático deseado con el público. Su actuación –o más bien una catarsis, porque es difícil decir que actúa, que finge, que cumple apenas un rol, cuando se ve una emocionante fusión entre el personaje y la actriz- es el vehículo perfecto para un texto que apela a emociones muy humanas, relacionadas con la pérdida y la soledad, con el anhelo por un pasado del que sólo quedan huellas que prueban su ausencia. Sus pausados movimientos, su tenue voz, sus palabras repletas de amor por la persona que ya no está o por la profesión que marcó buena parte de su existencia, son reforzados por otro elemento que podrá ser cotidiano pero en verdad es fuertemente significativo: nos referimos a la comida –en este caso unas riquísimas porciones de tarta de manzana-, que refuerza su identidad, su puente con esos invitados que somos los espectadores, su referencia a un pasado afectivo y, definitivamente, su construcción de un hogar, de un lugar de pertenencia.

Ese hogar, ese lugar al que se pertenece, no deja de ser además un escenario teatral. En última, y a la vez primera instancia, Alma teatral es una obra que piensa al teatro como otro hogar, como refugio identitario y afectivo, como otro lugar capaz de definir y construir personas, como un espacio plagado de recuerdos y vivencias, que por ser pasado no dejan de ser presente en el cuerpo de los sujetos. Porque en verdad Alma teatral no piensa tanto al teatro, sino que esencialmente lo siente y lo vive.


Dramaturgia: Gabriela Izcovich Actúa: Gabriela Izcovich Diseño de luces: Ricardo Sica Música original: Lucas Fridman Proyecciones: Betty Izcovich Diseño gráfico y letra de la canción: Ana Larravide Asistencia de dirección: Marco Riccobene Prensa: Tehagolaprensa Producción ejecutiva: Marco Riccobene Dirección: Ana Izcovich, Gabriela Izcovich Sala: Tadrón Teatro y Café (Niceto Vega 4802 – CABA) – Sábados a las 21:00.

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