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En la inevitable llegada del otoño


Buena


La familia como foco de la identidad

Por Rodrigo Seijas

(@fancinemamdq)

inevitable_llegadaHace un par de días miraba –medio de reojo- la película Las joyas de la familia, típico exponente de las comedias familiares en las que una reunión, evento o celebración termina desatando una larga serie de conflictos, para arribar a un cierre que reacomoda a los miembros de la familia, quienes terminan en un lugar diferente, pero a la vez más apropiado de acuerdo a lo que pide la institución, tanto en lo general como en lo particular. En la inevitable llegada del otoño, escrita y dirigida por Pablo Viollaz, presenta elementos similares desde el teatro y con una mirada argentina.

Acá la instancia de quiebre es la celebración de las Bodas de Oro de Luis (Néstor Rosendo) con su esposa Gloria (Susana Beltrán), quien está afectada por una enfermedad terminal y un estado de salud cada vez más delicado. Luis está dispuesto a lo que sea con tal de que el encuentro familiar para el aniversario –que podría ser el último- sea el mejor posible, pero claro, antes hay que zanjar las diferencias y tensiones, que son muchas, demasiadas: Máximo (José Cremona), el hijo mayor, y Mariano (Adrián Tórtora), el del medio, están peleados a causa de una mujer; Margarita (Flor Inchauspe), la única hija se siente totalmente ignorada, penando por un amor no correspondido y con el tío Lorenzo (Alejo Olabor) como único integrante de la familia dispuesto a escucharla; y hasta el propio Luis ha entrado en fuertes niveles de conflicto con Mariano y su hermano Lorenzo, básicamente porque no ha podido mantenerse neutral u objetivo –¿quién podría?- y ha tomado posiciones por las que ha pagado consecuencias.

Aunque lo disimule, aunque vaya construyendo situaciones para darles espacio a las perspectivas de los otros personajes, la mirada central de En la inevitable llegada del otoño se va cimentando en buena medida desde la postura de Luis, lo cual es lógico, porque la obra, a pesar de poner en crisis el modelo familiar, no deja a la vez de reivindicarlo o reafirmarlo, lo cual también obedece a otra lógica, que es la de los personajes: todos edifican sus identidades a partir de ese núcleo de pertenencia que es la familia. Por eso, inevitablemente Luis es la autoridad erigida a partir de su rol de esposo y padre, aunque ambos papeles tambaleen: el primero porque es impotente ante la enfermedad de su mujer y el segundo porque sufre cuestionamientos de todos sus hijos y tampoco logra servir de mediador para resolver las disputas internas.

Los demás, obviamente, también repiten esquemas y estereotipos tradicionales en las estructuras familiares: Máximo es el orgullo, el que tuvo éxito; Mariano la oveja negra, el que no sabe todavía qué hacer con su vida; Margarita la que no causa problemas, porque nadie –o casi nadie- sabe o se ocupa de ella; Gloria es la presencia materna que todo quiere solucionar con gestos pequeños de afecto y comprensión, aunque muchas veces carezca de las respuestas adecuadas y los demás no le exijan mucho debido a su condición; y Lorenzo cumple con el mandato de romper los mandatos de los demás, lo cual hace con toda comodidad y revela que es el único personaje realmente feliz y tranquilo consigo mismo.

La obra, de manera un tanto despareja, logra que todo este presente nutrido de muchas historias pasadas se perciba de manera no forzada, a partir de una puesta que trabaja la cotidianeidad y rutinas familiares con fluidez y actuaciones donde se destacan la naturalidad de los mayores, aunque los hijos luzcan un poco forzados en las intensidades que manejan. Ese dispositivo de tiranteces íntimas, apenas subterráneas, donde aparecen combinados los momentos de drama y humor –con escenas definitivamente logradas y otras un tanto vacilantes y forzadas-, irá tomando cada vez más volumen, en un tránsito previsible pero indudablemente honesto. Es esa misma honestidad y coherencia con los protagonistas el mayor mérito de En la inevitable llegada del otoño.


Autoría y Dirección: Pablo Viollaz Actúan: Susana Beltran, José Cremona, Flor Inchauspe, Alejo Olabor, Néstor Rosendo y Adrián Tórtora Vestuario y Escenografía: Maite Corona Iluminación: Agustín Coronel Prensa: Tehagolaprensa Sala: Teatro Del Artefacto (Sarandí 760 – CABA) – Sábados a las 20:30.

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