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En Islandia

landho poster

Título original: Land Ho!
Origen: Islandia / EE.UU.
Dirección: Aaron Katz, Martha Stephens
Guión: Aaron Katz, Martha Stephens
Intérpretes: Earl Lynn Nelson, Paul Eenhoorn, Daníel Gylfason, Þrúður Kristjánsdóttir, Karrie Crouse, Elizabeth McKee, Arnar Guðmundsson, Magnús Kr. Guðmundsson, Bjarni Tryggvason, Emmsjé Gauti
Fotografía: Andrew Reed
Montaje: Aaron Katz
Música: Keegan DeWitt
Duración: 95 minutos
Año: 2014
Compañía editora:Blushine


6 puntos


Superficies de amabilidad y melancolía

Por Rodrigo Seijas

(@fancinemamdq)

landho unoCon producción ejecutiva de David Gordon Green (realizador de Un niñero sinvergüenza, ¿Su alteza? y Piña express) y ganadora del premio John Cassavetes en la más reciente edición de los Independent Spirit Awards, En Islandia es un film que toma unos cuantos elementos de ese cine dirigido al público más adulto, con ancianos como protagonistas, para pasarlo por el filtro estético y narrativo del cine independiente estadounidense.

El argumento es en extremo simple: dos ex cuñados en edad de jubilación se embarcan en un viaje por Islandia. Mitch es más extrovertido y teniendo en cuenta que buena parte de sus preocupaciones -por así decirlo- giran en torno al sexo y al género femenino, puede ser calificado fácilmente como un viejo verde; Colin es más reservado y serio, siendo incluso hasta un poco rehén de las iniciativas de su compañero de andanzas. Y eso es todo, porque el film de Aaron Katz y Martha Stephens -quienes también ofician de guionistas- no tiene un conflicto fuerte y nunca busca tenerlo; es, como mucho, una suma de situaciones hilvanadas con suficiente fluidez, donde lo que prima indudablemente es la capacidad de improvisación de Earl Lynn Nelson y Paul Eenhoorn (ambos estupendos) sobre un hecho o tema en particular, con una cámara casi en permanente movimiento y muy cercana a los cuerpos.

En verdad, el viaje es una excusa para que la película vaya profundizando en su preocupación principal, que es la vejez: Mitch y Colin son dos tipos que, desde diferentes posiciones, se ven como dos personas que están terminando una etapa de sus vidas y empezando otra, y es hora para ellos de hacer un balance, con lo que lentamente, sin brusquedad ni grandes confrontaciones, irán dejando salir sus preocupaciones y dilemas internos. Ahí es donde el relato desliza sutilmente una observación sumamente crítica y hasta triste sobre cómo nuestra sociedad inserta a la gente en determinados esquemas vinculados a lo laboral y familiar, dándoles un sentido de pertenencia a través de instituciones como el matrimonio, la familia o el típico laburo de toda la vida, para luego sacarlos abruptamente de esas posiciones y dejándolos un tanto a la deriva.

Por suerte, En Islandia jamás se permite caer en el miserabilismo o la oscuridad excesiva en la que suele caer buena parte de la vertiente independiente del cine estadounidense. Lo que privilegia es un tono amable y pausado, donde la narración fluye como un río y la melancolía surge casi por decantación, sin descartar -e incluso imponiéndose, en especial sobre el final- síntomas de energía y vitalidad en los protagonistas. Se le podrá reprochar que a pesar de su formato de road movie, el paisaje islandés no termine de ser aprovechado en todo su potencial ni incorporado adecuadamente a lo que se está contando. De hecho, hasta parece una sucesión de postales turísticas, aunque hay un par de secuencias -como una discusión que tienen Mitch y Colin en una oscuridad casi absoluta, perdidos luego de un paseo un tanto irresponsable- que respiran cine y capturan la atención del espectador. En el balance final, lo que prima es un momento particular en la vida de dos personajes sinceros, coherentes y entrañables.

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