Por Daniel Cholakian y Carlos Prado
El caso de Necrofobia fue particular, y es conocido. Una película nacional, la de Daniel de la Vega, a la que se le prometieron una cantidad de salas para su estreno y que finalmente no pudo llegar a los cines, porque pocas horas antes de ese 4 de septiembre, los exhibidores le dijeron que no, porque no querían darle salas 3D justo cuando se estrenaba Hércules. Y esto no es sólo un problema de reprogramación, sus productores habían pagado una campaña publicitaria en diversos medios. Desconsideración y, también, un acto discriminatorio. Hay que decir que Necrofobia pertenece al género policial, no estamos hablando de un raro documental. Tampoco de un film al que muchos críticos, de muy mala leche, califican como aburridos, afirmando que no le interesan a nadie. No, esto es cine popular. Y que no se le haya brindado espacio es una decisión bastante singular, que nos lleva a pensar otros asuntos vinculados con la identidad cultural. De la Vega habló con nosotros al respecto y se refirió a la decisión de los exhibidores como “monopólica y discriminatoria”.
-¿Cómo es tener todo preparado para estrenar tu película en una fecha determinada y que al final eso no se concrete?
En verdad esta es una práctica habitual por parte de los exhibidores, que es en esencia no brindar un espacio para que la industria nacional cumpla rol dentro del gusto de los espectadores. Lo que ocurre es que luego de todo un proceso de producción, viene la parte más difícil, que es poder llegar al público. Y es entonces que uno va un día lunes, donde se entera qué hueso te toca de aquello que les sobra. Para mi sorpresa, a pesar de que ya estaba muy preparado para estas cosas -por eso se pide el triple de lo que uno necesita para obtener el tercio que en verdad quiere, que es como funciona en general la ecuación-, todos los exhibidores se habían puesto de acuerdo para cerrarle las puertas a una película argentina en 3D y que esta pueda llegar a la gente de la forma en que fue concebida. En este momento, Hércules está en 195 salas, de las cuales 120 son 3D. No estamos hablando de que yo fui a buscar 200 salas: mi idea era conseguir tres o cuatro, para que la gente pudiera elegirnos, y la verdad que fue muy fuerte que hoy los medios, y los exhibidores principalmente, hayan decidido que los argentinos no podemos ver un producto nacional en 3D.
-Me interesaba algo que escribiste en tu cuenta de Facebook, donde te referís al enorme esfuerzo que hay que hacer para llegar a un estreno, y cuánto impacta la fecha precisa del lanzamiento.
En esencia, el problema es que vos tenés un montón de gastos vinculados a la vía pública, Internet, tráilers, afiches, banners, costos concretos que establecés para una fecha determinada anunciada a través de un ente, que en este caso es el INCAA, y cuando llega la hora de la verdad, que todos los exhibidores, con cierta coherencia, digan que no hay espacio para vos, mientras que hay 120 salas para Hércules, para mí es una actitud discriminatoria contra el cine nacional por parte de ellos. Más allá de los valores del film y las cuestiones personales referidas a mi problema, lo que me parece relevante es que es un atentado a la industria nacional, hacia la posibilidad de que haya un desarrollo y un recupero de los espectadores a través de un cine diferente o una propuesta técnica concreta que pretende acercar a un público que muchas veces no elige nuestro cine. Me parece que no darle una oportunidad a esta película, o a todas las que vienen detrás, es el meollo del asunto. Me parece que hay que dejar en claro que, más allá de esta película y sus valores, acá lo que está en juego es que muchos realizadores como yo no tienen un espacio ni apoyo por parte de los exhibidores.
–No es menor que vos hayas programado y pautado publicidad para estrenar el día 4 y que de repente te pospongan tres semanas.
La verdad es que me metieron en un problema financiero concreto, sobre el cual prefiero no explayarme, porque lo siento como un problema muy mío.
-Pero lo que se ve es que el Estado, finalmente, no puede regular en esta tensión, que se termina resolviendo por la voluntad de los exhibidores. Y se da a través de decisiones que probablemente ni siquiera son económicamente inteligentes, porque muy probablemente les convendría tener a Hércules en 110 salas y darle 10 a Necrofobia.
La verdad es que nadie le está pidiendo a Hércules que retroceda hasta la posición en la que estoy yo. Sólo le estamos pidiendo que se corra de cuatro salas. Acá se trata de un derecho legítimo de expresión de una persona que produjo una película con el apoyo del Estado, que reconoció a este proyecto como de interés, pero a la hora de la verdad nos están diciendo que cinco años de esfuerzo no valen, porque acá lo que vale es lo que yo decido, y la gente va a elegir lo que yo quiero que elijan. Esto para mí es una práctica discriminatoria: ellos eligen que haya películas estadounidenses que sí tengan la posibilidad de acceder a salas 3D y que el espectador pueda elegirlas.
-Ellos eligieron en definitiva lo que los espectadores pueden elegir.
Y nosotros como industria retrocedemos. Y eso no tiene que ver sólo con Necrofobia, sino también con las películas que se van a realizar después de esta experiencia. Por eso nosotros queremos que haya un precedente: si se quiere hacer una película en 3D y recuperar a los espectadores, tenemos que enfrentarnos a las prácticas monopólicas y discriminatorias de los exhibidores. Por eso quiero agradecerles a ustedes y a todos los medios que están haciéndose eco de este asunto, que no tiene tanto que ver con mi problema particular. Yo voy a salir en VHS o se las voy a contar si es necesario, porque la película tiene que llegar a la gente. Pero esto yo y muchos otros realizadores lo venimos sufriendo hace rato: estamos a merced de decisiones unilaterales que responden a intereses extranjeros. Es un tema que sigue sin solución y yo la verdad que tampoco la tengo.
(esta entrevista fue realizada en el programa Bajo el volcán, que se emite por FM La Tribu)