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Relatos salvajes, por la gente de Relatos salvajes

Por Rodrigo Seijas

(@fancinemamdq)

darinTodavía faltan varios días para su estreno en las salas nacionales (14 de agosto), pero ya Relatos salvajes parece erigirse como uno de los estrenos nacionales más importantes del año. Incluso, a caballo de su participación en la competencia internacional del último Festival de Cannes, ya comienza a especularse con que podría terminar representando a la Argentina rumbo a la contienda por el Oscar.

En ese contexto, se organizó un junket donde diferentes medios de prensa tuvieron la oportunidad de dialogar con el realizador y los protagonistas. Junto a nueve colegas más, FANCINEMA pasó por cuatro mesas consecutivas, con la siguiente composición: Rita Cortese y Julieta Zylberberg (protagonistas del relato Las ratas); el director Damián Szifrón; Ricardo Darín (figura excluyente del cuento Bombita); y Leonardo Sbaraglia, Erica Rivas y Oscar Martínez (quienes tienen los protagónicos de las historias tituladas El más fuerte, Hasta que la muerte nos separe y La propuesta, respectivamente).

Con todos ellos se habló sobre los procesos creativos de los diferentes relatos, los tópicos abordados, las conexiones genéricas y cómo se inscribe el film dentro de sus carreras, entre otros temas.

A continuación, Relatos salvajes por la gente de Relatos salvajes.


DAMIAN SZIFRON: “la película celebra la ficción, en cada uno de sus planos”

szifronPara el director de Relatos salvajes, el cine es el medio “ideal para la ficción, el medio natural para estas historias”. Y en el marco de esta película, “por la magnitud de las imágenes, que por la manera en que se reunían todas en un único proyecto, vi un viaje, una duración, que hizo que el cine fuera el medio ideal”. Pero para Szifrón, no se trata de cortos: “no sé por qué, pero se me aparecían como cuentos cinematográficos y no como cortometrajes. Probablemente porque al cortometraje muchas veces se lo asocia con un ejercicio, o algo que uno produce cuando está estudiando, o cuando va camino al largometraje. Además, los cortometrajes tienen muchas veces el problema de ser largometrajes apretados. En cambio, acá las duraciones eran las adecuadas para cada narración. De hecho, son muy disímiles: el primero dura siete minutos, el último treinta”.

-¿Seguiste algún tipo de criterio para ordenarlos?
Cuando no sabía en qué orden iba a ponerlos, fui pensando en términos de espectáculo. Con el último, es como que la película no puede continuar, porque hay un giro, un proceso de transformación muy completo. Usando la metáfora del orgasmo, después de eso querés hacer otra cosa, necesitas ese momento para relajarte. Ahí el film alcanza un clímax que me parece apropiado. El primero de los relatos, por la brevedad, el impacto y la naturaleza, ya que el protagonista de la historia en términos narrativos es tácito, me pareció que era un buen prólogo y que establecía el universo en que se iba a situar la película.

-El primero tiene algo como de Almodóvar, no sólo por estar situado en un avión, sino por su estilo coral y cómo se van acumulando los diálogos.
Puede ser. Es un poco más delirante y responde a un tono adecuado para arrancar la película. Es como las escenas iniciales de los films de James Bond, antes de arrancar la aventura principal.

-¿Te quedaron relatos afuera?
Sí, pero era porque eran cuentos que no eran de esta naturaleza. Habían algunos que eran más de ciencia ficción, otros que mostraban delitos inteligentes.

-Me da la sensación, cuando veo tus obras, de que hay una conexión en cuanto al tema de la violencia, o los niveles de violencia.
Puede ser. Una conexión tiene que haber, aunque no es que decía “me quiero mover dentro de estos parámetros”, sino que uno no puede evitar ser uno mismo. O se puede, pero yo no lo hago.

Szifrón cree que no necesitó conectar las historias: “si bien fueron concebidas de manera independiente, rápidamente al reunir cuatro o cinco, pude notar que pertenecían a una misma constelación temática, narrativa, visual. Creo que hay algo que funciona mejor al estar juntas que si fueran, por ejemplo, un cuento por separado antes de un largometraje. La verdad que no hubo un ejercicio tan analítico de decidir cuáles eran las historias o cuáles iban a conectar mejor con la gente. Este proyecto lo que hace es agarrar un conjunto de sensaciones humanas, llevarlas al terreno de la imaginación y buscar desenlaces imprevisibles a través del juego. Es pura ficción. La película celebra la ficción, en cada uno de sus planos”.

Claro que Relatos salvajes podría haber tomado, con tantas historias y tantos personajes, otros rumbos. Incluso algunos actores recibieron propuestas para dos personajes: “existió una película en la que el que conducía el Audi en la ruta era Oscar Martínez. Iba a ser un episodio con menos acción y más cercano al cine de Haneke. Era otro tono, pero posible. Luego la película fue adquiriendo la forma que tiene actualmente. Hubo un proceso de casting intenso, en el que imaginé muchas versiones de la película”. En última instancia, para el director lo que hace el film es reforzar la idea del hombre como integrante del universo animal: “somos animales. Animales sociales, pero animales al fin. No es una opinión, estamos efectivamente dentro del reino animal. Reaccionamos así en muchos momentos de la vida. La capacidad que tenemos las personas, a diferencia de otros animales, es la capacidad de reprimirnos porque podemos medir las consecuencias en el tiempo”.


RICARDO DARIN: “no estoy para nada de acuerdo con varias de las cosas que hacen los personajes”

darin dosPara el actor, su personaje “es el más siniestro de todos. Pero por acumulación, es uno de los que produce mayor identificación. Si vos mirás los demás episodios, son casos puntuales, que reaccionan en el momento, no tienen mucho tiempo de elucubración y planeamiento. Sin embargo, este sí. La empatía con la audiencia viene probablemente de la mano de que todos, de alguna manera o de otra, hemos pasado por situaciones similares, aunque no sea la del tránsito. De ahí que logremos empatía con un personaje que para mí es de los más cuestionables dentro de la película. Los demás están obligados a un instante donde no tenés un segundo para pensar”.

Para él resulta natural que tomemos parte por los personajes, porque todos vivimos situaciones similares. “Me parece que lo que Damián pretende no es sólo jugar este jueguito de los espejos -es decir, te muestro lo que puede pasar si no nos detenemos, si no pensamos, si no reflexionamos- y me parece que lo consigue. Lo consigue porque el espectador se siente obligado a pensar, a reflexionar, sobre cómo hacemos para convivir en armonía si estamos permanentemente amenazados por eventos, de mayor o menor envergadura, que en algunos casos tienen un alto grado de violencia. Alguien tiene que hablar de eso, ¿no? Porque se está convirtiendo en algo común. Nosotros tenemos una gran tendencia a confundir lo común con lo natural. Como ocurre todo el tiempo, ya lo tomamos con naturalidad”.

-Lo paisajizamos…
Exacto. Forma parte de un mosaico con el que convivimos siempre. Todos los días te despertás y el día más feliz es el que por acumulación no te encontrás con que te avasallaron o te atormentaron con malas noticias, injusticias, humillaciones, desastres. Todo eso lo cargamos, lo llevamos en la mochila, te hagas o no el enfocado. Hay que tener consciencia de eso. Por eso hay que estar lo más enfocado posible, para tener siempre la chance de pensar dos segundos y contribuir a todo lo contrario de la violencia. Porque también hay situaciones de mierda en las que no tenés un segundo para pensar.

-Contrario a lo que ocurre en el resto de los episodios, en el de Rita Cortese y Julieta Zylberberg hay un poco de planeamiento.
Ahí hay un bálsamo, que es que el afectado no es el que reacciona. Allí hay un juego muy inteligente -partamos de la base de que Damián es muy inteligente-, porque lo que se propone con estos cuentos es siempre descolocarte como espectador en lo que respecta a dónde te vas a parar para observar el relato. Por eso la película está en permanente movimiento. En el caso del relato de Julieta y Rita, hace un juego que es casi una obrita maestra: la principal víctima, la que está mayormente afectada por el pasado, es la que termina defendiendo al que va a ser destinatario de la reacción y elige un elemento externo, ajeno que, por desgaste, por acumulación, cree y declara que no tiene nada para perder, para llevar a cabo el crimen. Ahí se establece un doble juego que es genial, es perfecto en sí mismo.

Darín hace referencia a la realidad latinoamericana para potenciar el discurso de Relatos salvajes. “En Latinoamérica tenemos una relación con las instituciones en la que el ciudadano común, que no tiene contactos, que no tiene amigos en el poder, cada vez que se tiene que enfrentar a la posibilidad de hacer un reclamo frente a una empresa, una institución o lo que fuere, siempre se encuentra con trabas u obstáculos enmarcados en un sistema perverso. En el caso de Relatos salvajes, mi personaje no tenía forma de saber que ahí no se podía estacionar. Sin embargo, lo que ocurre siempre en estos niveles de esas estructuras es que la obligación es pagar primero y luego ver si el reclamo puede encontrar una vía de acceso. Y es difícil encontrarse con alguien que no se haya sentido avasallado, humillado, ninguneado, que haya sido escuchado en el momento en que lo necesitaba”.

No obstante, es consciente de lo que la película puede generar: “ojo, esto no lo digo a modo de justificación: no es que estoy justificando al personaje, porque yo no estoy para nada de acuerdo con él. De hecho, no estoy para nada de acuerdo con varias de las cosas que hacen los personajes dentro de esta película. Lo que yo creo que Damián quiso poner en esta cadena de historias es un compendio exagerado de situaciones donde normalmente frenamos y decidimos no reaccionar, pero él propone el ejercicio de ver qué pasa si uno va más allá, qué pasa si uno no frena, qué pasa si no contamos con tu buena voluntad y con tu educación, qué pasa si el tipo al que hoy avasallo viene de recibir o soportar una humillación desde hace mucho tiempo y lo encuentro en el momento exacto en que ya no aguanta más. El, en ese ejercicio, contrariamente a lo que algunos puedan decir -porque estoy seguro de que en algún momento va a aparecer alguna crítica-, lo que persigue es todo lo contrario: si uno mira con un poco de detenimiento al final de las seis historias, luego de atravesar esa montaña rusa emocional, la sensación que queda, por lo que he visto en reacciones ajenas, es que no te queda más remedio que reflexionar, que mirar para adentro”.


JULIETA ZYLBERBERG Y RITA CORTESE: “actuar es una catarsis personal, casi como un juego de niños”

zylberbergPara las actrices, el tema de la justicia y el juicio de valor acerca de lo que está bien o está mal, es clave en el film. Aunque Cortese aseguró que “los personajes cruzan el cerco de la justicia. El de la justicia interna, ya ni hablar el de la justicia externa. Se trata de ver cuáles son nuestras partes salvajes”. Aunque “creo que la sociedad, el afuera o determinadas circunstancias lo sacan del contexto, que generalmente, a través de lo que piden, es justicia. En todos los relatos los personajes ejercen justicia por mano propia, más allá de que no se trate de una justicia liberadora en todos”, señaló Rita. En ese sentido, Julieta se sintió involucrada por el espíritu “liberador” de la obra de Szifrón: “actuar me parece una catarsis personal, casi como un juego de niños, hacer lo que nunca pensarías hacer en tu vida”.

-Los personajes femeninos protagonistas estallan frente a figuras masculinas. ¿Cómo se fue realizando esa construcción desde el guión, la dirección y la actuación? ¿Cómo sienten que terminan esos personajes?
Zylberberg: Hay un enfrentamiento, pero no creo que tenga relevancia genérica.
Cortese: La construcción del personaje parte de lo que el libro te pida, no tiene que ver necesariamente con lo genérico. Implica imaginar cómo es ese personaje, cuál es la situación en la que está inmerso, las líneas de fuerzas que hay dentro del cuento y, obviamente, el punto de vista del director.
Z: En el caso de mi personaje, cuando arranca el relato, está anclada en un lugar un poco triste y opaco. Hubo situaciones de su vida que no pudo atravesar ni superar. Por medio de la venganza del personaje de Rita se ve liberada. Creo que mi personaje termina salvada.
C: Es verdad lo que decís. Está buenísimo. Y mi personaje de alguna manera también se libera, cada una a su manera. El personaje de Julieta se libera sin desearlo, porque las circunstancias la fuerzan, pero el mío lo desea, porque logra salir de donde está. Logra salir de la sociedad.

cortese-¿Se trabajó una historia previa para cada personaje?
Z: Sólo pinceladas, un poco en las reuniones previas.
C: El entrenamiento nuestro consiste en que, si el director me dice “poné la copa acá y no camines con la copa hasta allá”, yo de esta síntesis tengo que entender y expresar algo. En el cine, lo que transmite el director no es tanto, uno tiene que codificar un poco.
Z: Yo no soy tan mental. Trato de absorber el imaginario del director. Mi cuerpo se coloca de una manera determinada ante muchas informaciones, me predispone a llevar a cabo una escena de una manera.
C: Claro, porque el actor es un cuerpo curioso.

Zylberberg y Cortese fueron muy precisas en destacar la importancia del nombre Szifrón para involucrarse en esta producción. “A mí lo que me atrajo principalmente fue trabajar con Damián. Cuando me dijo que el relato era con Rita, eso también me fascinó la idea de trabajar juntas, ya que en Los Marziano no habíamos compartido escenas, sólo nos conocíamos de cruzarnos. Asimismo, me encantó el relato, me pareció muy particular, muy burbujita. Y el personaje que me tocó tenía una expresión hacia el mundo bastante contenida y termina desmadrada, hay una captación entre corchetes de ese momento en particular de su vida que está muy bien”, señaló Julieta.

“Eso es mérito de Szifrón -confió Rita-. En todos los personajes hay una cierta evolución. En mi caso lo que me atrajo es todo el guión, y estar dirigida por Damián, de quien yo creo que es un gran director. Además, es alguien temeroso frente a la obra que va a empezar, que siente peligro, lo cual me merece respeto porque siento que no hay banalidad. El guión en sí mismo era maravilloso, lo mismo que el elenco. Para continuar con los relatos, hay un gran mérito de él en la construcción de un tempo que, dependiendo de cada uno, son más cortos o largos. La mayor síntesis, que termina siendo una genialidad, se da en el primer relato”.


LEONARDO SBARAGLIA, ERICA RIVAS, OSCAR MARTINEZ: “cualquier actor argentino seguramente quería trabajar en esta película”

sbaragliaEn Relatos salvajes, por las decisiones que toman los personajes, la consulta habitual es cómo vivió el actor cada episodio desde un plano personal, cómo se ven a ellos mismos en esas situaciones. Pero Sbaraglia tiene su punto de vista al respecto: “los personajes son un diseño. Son personas extraordinarias. No son seres humanos, son súper-seres humanos. Son el diseño de alguien para una tarea en particular, mucho más extraordinarios que la vida ordinaria que uno tiene. Entonces, cuando te preguntan si tal o cual personaje tiene algo de mi vida, es como reducir todo mi trabajo y el del autor, de lo que se quería contar…

-Cuando elegís un personaje determinado para una película y luego otro, ¿no hay algo en la elección misma en la que establecés un diseño? Yo por ejemplo veo una continuidad en tus personajes de Aire libre, En terapia y ahora Relatos salvajes, a través de la violencia.
Sbaraglia: Puede ser. Hay un diseño que uno va estableciendo, pero es un diseño imposible de planificar, en el sentido de que uno no puede autogestionarse todos los trabajos que hace. Sería imposible, no depende de mí, porque no son mis creaciones. Hay una especie de conciliación entre lo que uno va deseando, lo que va necesitando, en tu vida y en tu trabajo como actor. Es difícil que todo sea como lo que uno necesita o quiere, pero yo tengo la suerte de poder elegir. Por supuesto, entre diez opciones elijo una. En cuanto a esta película, se caía de maduro que cualquier actor argentino seguramente quería trabajar en ella. Sé que hay actores que dijeron que no, pero tiene que ver con rollos particulares.

rivasCada personaje interactúa con un espacio bien definido en su cuento. El de Sbaraglia, por ejemplo, lo hace en el paisaje salteño. ¿Hay forma de imaginarse esa historia en otro espacio? Martínez es rotundo: «Cafayate hace al espíritu de la historia, además del espectáculo. Hay algo muy urbano en el personaje de Leonardo, enseguida se nota que no es de ahí, mientras que el otro es alguien que pasa siempre por ahí. Y el paisaje realza el aislamiento del protagonista. Yo tuve la mala idea de ir al sur en auto. Es una ruta en el medio del desierto, son muchos kilómetros de pura línea recta y cada tanto se ven autos estrolados, que son como monumentos a la fatalidad. Al tipo este le pasa eso, en un lugar que no es precisamente la ruta a Mar del Plata. Es un lugar, además de inmenso y bello, muy solitario».

-Aparte, en el antagonismo entre los dos personajes, el de Sbaraglia queda en desigualdad, porque no conoce el terreno.
Martínez: Exacto. Es sapo de otro pozo.

martinezLa construcción de los personajes llevó un dibujo de su vida previa a lo que se cuenta en el film. Martínez aseguró que eso se hace siempre, que es el primer trabajo del actor: “al ser historias cortas, uno tiene que saberlo muy bien, o haberlo imaginado. Por suerte Damián tenía claro todo. En el caso mío, no es un villano, no es un corrupto, porque si es así, no tiene sentido la historia. Es un padre que se ve frente a una fatalidad y da la casualidad de que es un hombre con recursos como para poder intentar hacer lo que hace. Mi personaje es alguien que laburó toda su vida, que hizo mucho dinero pero por derecha, querido por sus empleados, con prestigio social. Por eso el tipo tiene contradicciones a la hora de iniciar la negociación, no es alguien acostumbrado a comprar funcionarios”.

Por su parte, Rivas explicó que “con Damián hablamos más que nada de la presión que tenía todo el tiempo para ser perfecta. Me acuerdo que en el momento en que todo empieza a verse rojo, las indicaciones de Damián eran ‘pensá todo lo que le costó a tu papá organizar esto’. Hay algo que tiene que ver con la búsqueda de la libertad con respecto a pasarse. La libertad también significa una muerte. En el corto que protagonizo, si queremos ponernos un poco filosóficos, hay una muerte de esa pareja y un renacimiento a otra manera. Hay algo más después de eso, una liberación”.

“Lo que más le interesaba a Damián era sacarnos de roles buenos o malos. Todo el tiempo nos ayudaba a darnos la alternativa de que eran personas con las que los espectadores se podían identificar. El no quería tomar partido por ninguno. Las circunstancias e historias previas sirven para hacer de todos los personajes personas. Por eso los actores lo hacen: para poder traer a los personajes a territorios verosímiles, de la lógica de cada uno y de la lógica del espectador”, concluyó Sbaraglia.

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