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“La película es también una reflexión sobre el dolor”

Por Rodrigo Seijas

(@fancinemamdq)

dielekeEl pasado jueves se estrenó La forma exacta de las islas, documental argentino dirigido por Daniel Casabé y Edgardo Dieleke que aborda un tema muy sensible como es Malvinas, alejándose del discurso épico del nacionalismo. Dieleke dialogó con FANCINEMA sobre estas cuestiones, tan caras al sentir nacional, desde una perspectiva cinematográfica pero también política. “El nuestro no es un documental político en el sentido de discutir determinadas medidas políticas. No es una película de agenda o de bajada de línea”, señaló.

-¿Cómo es que nace y se desarrolla el proyecto?
La película en sí muestra un poco el proceso de desarrollo del proyecto, pero el nacimiento se da cuando yo conozco a la protagonista, Julieta Vitullo, quien registra el material de los ex combatientes mientras se encuentra en Malvinas, y nos acerca el material a Daniel (Casabé) y a mí. A partir de eso, surge la idea de trabajar en una película sobre Malvinas, pero con Julieta como protagonista y dejando de lado la centralidad de los ex combatientes, que suele ser el denominador más común respecto al tema Malvinas.

-En la película siempre anda rondando, en especial en los diálogos, esta cuestión de cómo hay diferentes perspectivas sobre Malvinas, que nunca terminan de armonizar entre sí. ¿Cómo fue surgiendo este punto de vista?
Fue muy deliberado en el film esta cuestión de intentar complejizar lo que se dice y/o escucha sobre Malvinas. Por eso presentamos a estos dos ex combatientes que son mucho más complejos, ricos y espontáneos que otros, pero también esta mirada de una investigadora con una historia específica muy fuerte en relación a Malvinas. Sobre todo, lo que destaca es que es la mirada de una mujer, porque las guerras en general y sobre todo la de Malvinas siempre han tenido una mirada muy masculina, y para nosotros la manera de plantear otro punto de vista era a través de una mujer, que también es madre. Asimismo, estaba la necesidad de escuchar a los isleños y -en lo que era una impronta más personal- el objetivo de mostrar el paisaje de las islas, algo básico e importante a la vez dentro del cine.

-En base a lo que decís, es notorio cómo el film va transitando entre los diálogos y entrevistas, pero también en momentos de contemplación de las islas, permitiendo que el silencio también hable a su manera.
Exacto, es muy bueno lo que decís. La intención de esos planos es capturar al espectador y empezar a llenar esos paisajes con algo nuevo. Por eso son planos muy calmos, estáticos.

-El film parece ser una paradoja, porque arranca diciendo que no es sobre la guerra, pero la guerra siempre se hace presente, y en su título se habla de exactitud -aunque también remite a una herida-, pero lo que menos hay son axiomas o sentencias inapelables que indiquen algo “exacto”. ¿Cómo se fue construyendo esta forma fílmica que presenta la película?
La intención de la película es plantear esas preguntas y hacer reflexionar al espectador, para que cada uno haga su camino. Algunas respuestas aparecen en las voces de los personajes, aunque hay diferentes perspectivas, en una construcción coral. Nos interesó salirnos de los esquemas de los documentales clásicos, para que el documental sea un ámbito de ensayo, de búsqueda, de planteos, de paradojas y de preguntas, encontrando también elementos ficcionales en los espacios reales.

-Un colaborador del sitio afirmó que la película es “emocionalmente reflexiva o reflexivamente emocional”. ¿Cómo te cabe esta definición?
Me parece muy linda. Nosotros también queríamos trabajar el aspecto emocional. Hay una frase muy bella de Herzog respecto al cine, referida a la importancia de la iluminación y el conocimiento a través de las emociones. Eso es algo que nosotros buscábamos y lo que más nos interesaba de los distintos personajes, que son emocionalmente muy cargados, con historias traumáticas, con mucho dolor. Creo que la película es también una reflexión sobre el dolor, sobre una emoción específica.

-El documental habla sobre la imposibilidad de construir una épica sobre la guerra. Y sin embargo, vemos que desde diferentes expresiones culturales, sociales y políticas hay un intento por sostener esa épica. ¿Por qué creen que sucede eso?
La película discute eso primeramente al tener a una mujer como protagonista, porque eso ya de por sí pone en crisis la noción de épica, que es un género fundamental para la construcción de las naciones. Todas las tradiciones nacionales tienen relatos épicos y en general esos relatos son machistas y presentan héroes sin fallas. Las Malvinas, entonces, representan un problema para ciertos discursos de identidad o políticos, porque hay una serie de personajes problemáticos. Por ejemplo, hasta hace poco se recuperaba la figura del Gaucho Rivero como una especie de héroe de Malvinas, que era un gaucho que estaba trabajando en las islas durante la ocupación británica, pero al que ya no se puede pensar en los términos racionales con que lo pensamos hoy; era un gaucho, un trabajador rural. Es un tema que se presta a mucha manipulación y eso es un poco lo que hace la épica: inventa espacios nacionales y realza tradiciones. Eso es intrínseco a los discursos nacionales, en cualquier Nación.

-¿Te parece que el cine nacional, por ejemplo en Iluminados por el fuego, intenta crear una épica o ya se puede ver ahí una dificultad?
Yo creo que Iluminados por el fuego todavía mantiene cierto aspecto épico, porque ahí sigue estando la idea del derrotado que sufre y se sacrifica en nombre de una comunidad.

islas-El “ganador moral” en cierto modo.
Exacto. Y la película, además, reivindica una posición nacional. Y lo cierto es que a nosotros no nos interesa el cine en un sentido nacionalista. Nos interesa como exploración de zonas que van más allá de lo nacional y que tienen que ver con emociones que compartimos con seres humanos de cualquier otro origen.

-La discusión sobre las Malvinas sigue girando sobre la soberanía. ¿Sigue teniendo sentido esa discusión? Si lo tiene, ¿cuál sería?
Esa pregunta pasa directamente al sentido político, a los reclamos de un Estado soberano frente a otro. Esos reclamos tienen sentido por otras razones: económicas, ecológicas, estratégicas. Me parece bien que esa cuestión trascienda porque es importante más allá del carácter simbólico, que es lo que nos interesa dentro de la película. El nuestro no es un documental político en el sentido de discutir determinadas medidas políticas, sino en un sentido más personal e incluso te diría cinematográfico. No es una película de agenda o de bajada de línea.

-Igual por ahí en la producción cultural sigue faltando esta cuestión de cómo cerrar heridas o hacerse cargo de las heridas, y en cierto modo la película busca hacerse cargo de esa discusión.
Sí, totalmente. El film viene a abrir preguntas y no a cerrarlas, a discutir ciertos lugares un tanto anacrónicos desde la cultura respecto a Malvinas, que es la del soldado-víctima, el accionar de la dictadura o lo absurdo de la guerra y plantear lo que sucedió en términos más amplios. Había una sociedad en ese momento que apoyó de manera casi mayoritaria la guerra, y eso hay que repensarlo.

-Julieta Vitullo no participa de la dirección, aunque sí del guión y es el personaje central. ¿Se podría decir que en base a eso, y a que ella también carga con una herida difícil de cerrar, esta película también es suya?
Sí, claro, la película es también de ella. Ella al principio, en la primera parte del proyecto, estaba mucho más involucrada pero luego, al ser un tema tan personal y tan fuerte, le costó seguir de cerca desde la dirección, porque tenía que tomar demasiadas decisiones sobre cómo contar cuestiones muy cercanas. A la película la trabajamos los tres juntos desde el guión, ella iba a figurar como directora, pero en su momento hubo que establecer una distancia porque era muy difícil relacionarse con la película y con su propia vida de manera tan directa.

-Ustedes estrenan la película justo cuando acaba de terminar el mundial de fútbol, que es un acontecimiento donde se ven ciertos comportamientos y discursos en los que se exacerba un nacionalismo vinculado a Inglaterra, como los cantos que afirman “el que no salta es un inglés” o donde son calificados de “piratas”. ¿Cómo es estrenar la película en ese contexto?
La verdad que no sé, vamos a verlo ahora. Tampoco sé cuánta repercusión va a tener la película. Malvinas es un tema muy presente en la cancha, con los tatuajes y banderas, pero lo cierto es que muy poca gente se preocupa por saber cómo es Malvinas. No se sale mucho de ese lugar de “perdimos la guerra”, el fútbol, “el que no salta es un inglés”. Es casi como un slogan, un lugar común del nacionalismo. Ahora los alemanes festejaban haciendo una especie de paso de los gauchos, y lo cierto es que los gauchos hoy ya no existen. Se hace una reducción para poder hablar del otro. Me parece que lo de Malvinas sirve a ese propósito. De hecho, le sirvió a la dictadura, ya que se invadieron unas islas que a nadie le importaba demasiado. Te doy otro dato que me parece significativo en relación al tema: vos o cualquier argentino puede viajar a Malvinas sin problema alguno. Nosotros lo hicimos, se puede ir, pero desde Argentina no va mucha gente, excepto los que tienen algún familiar que murió allá, ex combatientes, periodistas o gente como nosotros. No hay mucha gente que vaya porque quiere conocer ese lugar, saber cómo es, cómo se vive, quiénes lo habitan. Malvinas es, obviamente, un lugar importante simbólicamente, estratégicamente, políticamente, etcétera, pero luego, en ciertos discursos, termina siendo un lugar que sirve para muchos usos. Hoy día, a la gente todavía le cuesta confrontar con el trauma que fue Malvinas y falta seguir hablándolo.

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