3xRovner: fotografías de un concierto de ilusiones

MUY BUENO

Fotos de soledades

Por Daniel Cholakian

(@d_cholakian)

Eduardo Rovner es un dramaturgo impiadoso con sus personajes. Dueño de un humor corrosivo y muy agudo al poner en texto las relaciones personales, su obra está marcada por un humor negro por momentos desolador -por su capacidad de no dejar nada en pie- pero fácilmente aceptable por el público. En la misma risa que provoca y la ausencia de toda empatía -muy lograda en esta puesta- logran que el espectador se distancie de los personajes. Es parte de sus piezas una violencia contenida, que por esa misma condición mantiene siempre la tensión que implica la amenaza.

3xRovner: fotografías de un concierto de ilusiones es un espectáculo compuesto por tres piezas breves el autor: ¿Una foto?, Viejas ilusiones y Concierto aniversario. Todas ellas tienen lazos en común y comparten las características generales que describimos en el párrafo anterior. Pero por sobre todo, tienen un humor por momentos desopilante que suelen desestructurar al espectador, que acepta de buen grado la brutalidad, el autoritarismo e incluso cierto desprecio que ejercen los personajes entre sí.

En ¿Una foto? una pareja procura sacar la mejor foto posible a su hijo apenas bebé. El niño, el cochecito, una cámara, la sonrisa huidiza del crío y una luz que no permite que el retrato tan ansiado salga como los padres esperan. En ese “sacar la foto” toda la relación entre la joven pareja, sus deseos (proyectados) y el lugar del hijo, develan lo más duro y oscuro. Contenidos en extremo, los actores construyen una cierta coreografía de la relación dentro de un espacio cerrado, que revela los lugares de poder al interior de la relación.

Viejas ilusiones es tal vez el texto menos complejo a la vez que sumamente cómico. Dos mujeres, madre e hija, reviven la situación donde la hija es sometida casi dictatorialmente por su madre ¿enferma? Lo novedoso es que la hija tiene 90 años y no sabe cómo decir a su progenitora que está a punto de marcharse del hogar para encontrarse con su amante de 100. La situación -que tiene algunas reiteraciones y por momentos parece estancada en un camino sin solución- remite a las viejas familias “venidas a menos”, a la falsa religiosidad y a la más tradicional y rancia alcurnia y sus simbolismos. Los actores -ambos varones que interpretan a mujeres- logran un tono perfecto para mantenerse lejos del ridículo y por lo tanto sostener el efecto humorístico de estas dos mujeres realmente odiables.

Concierto aniversario es sencillamente una pieza maestra del humor negro. Dispuestos como un cruce entre una orquesta de cámara y Les Luthiers parodiando un concierto, los actores encaran la obra que propone una tras otra sorpresa. Los personajes proponen grandes contrastes. Brutales con sonrisas de niños, músicos talentosos que no saben tocar, autoritarios que ceden fácilmente a la sensiblería. Violencias y burlas absolutamente normalizadas, son parte de este magnífico momento de teatro que, si hasta acá el espectador se había sentido confundido, termina por descolocarlo completamente y llevarlo a la risa abierta e impune.

Gaby Fiorito pone en escena las tres piezas como si fuera una sola. Hay un ritmo de la totalidad, más allá de las estructuras individuales. Hay un control sobre la tensión y sobre la violencia en las relaciones personales permanente, lo cual también promueve cierta unidad en la diversidad. Hay un trabajo sostenido en las actuaciones para evitar que el humor de los textos y situaciones se contagie a los protagonistas, que siempre mantienen un tono distante de los personajes. Lo mismo puede decirse del trabajo sobre el espacio y la relación entre el “dentro” y el “fuera”, que siempre funciona como condicionante de la situación (a excepción de la primera pieza, donde la idea de lo cerrado amplifica el conflicto de donde no se puede salir).

Los cinco actores, Romina Pinto, Mauricio Chazarreta, Guillermo Tassara, Iván Steinhardt y Sergio Falcón hacen su tarea de modo impecable y parejo. Todos y cada uno aportan su talento desde el lugar que les corresponde. Más histriónicos algunos, más secos otros, el trabajo actoral individual está sujeto al trabajo colectivo y el resultado es una gran articulación dramática.

Esta gran propuesta para quienes suelen reírse y aceptar la impiedad, aun cuando los burlados podamos ser nosotros mismos, es una obra compuesta de tres piezas que no fueron pensadas para presentarse colectivamente. Esa unidad en la diversidad no sólo habla de la coherencia del autor, sino también del talento de quienes las ponen en escena.

Dramaturgia: Eduardo Rovner.
Dirección: Gaby Fiorito.
Intérpretes: Romina Pinto, Mauricio Chazarreta, Guillermo Tassara, Iván Steinhardt y Sergio Falcón.
Sala: Teatro del Borde (Chile 630, Ciudad de Buenos Aires), los domingos a las 17:30 hasta el el 28/07 inclusive.

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