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Sobre The killing y Hannibal: otra clase de asesinos

the_killingPor Rodrigo Seijas

Los primeros tres o cuatro capítulos de The following causaron una gran expectativa, pero luego esta serie del creador de la saga de Scream se cayó a pedazos, para arribar a un final de temporada tan previsible como anodino, con dos interesantes actores como Kevin Bacon y James Purefoy completamente desperdiciados. De ahí que nos preguntemos cuál es la necesidad de una segunda temporada, cuando la historia parece totalmente agotada.

Por suerte la televisión estadounidense ofrece alternativas para los fanáticos del subgénero de asesinos seriales, tanto en el cable como en la televisión abierta. Con estilos diferentes, The killing y Hannibal muestran que los giros y vueltas de tuercas son sólo una parte de lo que se necesita para construir historias atrapantes y personajes sólidos.

Basada en un formato de origen danés, The killing se centró en sus dos primeras temporadas en el asesinato de Rosie Larsen, una joven perteneciente a una familia de clase trabajadora, cuyo cuerpo aparece en un auto perteneciente al comité de campaña de un concejal que se postula a Alcalde. El relato se dividió en tres vertientes: la repercusión política del caso, el impacto en la familia de la víctima y la investigación encabezada por dos detectives, Sarah Linden y Stephen Holder (Mireille Enos y Joel Kinnaman). Sus méritos se sostienen primariamente en la habilidad para combinar los giros al final de cada episodio (que abarca un día en la cronología de la trama), que funcionan como gancho para lo que viene a continuación, con la dosificación de información a lo largo de un gran arco narrativo que en verdad está destinada a ir configurando un universo de apariencias que van cayendo, revelando aspectos putrefactos instituciones como la Policía, la Justicia, la Familia y la Política. Esto no significa que los personajes pasen de ser buenos a malos sin transición, sino que va surgiendo toda una serie de grises en los protagonistas, cuya humanidad es puesta a prueba por una situación extra-ordinaria, que los lleva al límite. No hay sentencias fáciles, sino complejidad, ambigüedad, luces y sombras. Dentro de este armado, la ciudad de Seattle cobra un gran protagonismo, como un espacio urbano compuesto de numerosas superficies en el que se da una constante lucha de clases donde los que pierden siempre son los más pobres y desprotegidos.

Hay que decir que se cometió un error en The killing al estirar el misterio de este asesinato a la segunda temporada, cuando todo indicaba que lo más acertado y pertinente era cerrarlo en la primera. En consecuencia, los trece “días” adicionales para el caso lucieron demasiado forzados. Sin embargo, la nueva temporada, que introduce la persecución de un asesino serial que ya se cobró diecisiete jóvenes víctimas, remonta a partir de la utilización de las mejores herramientas de la serie: varias líneas narrativas entrecruzadas –entre ellas las de un preso condenado a muerte que puede estar vinculado al caso, interpretado por el siempre solvente Peter Sarsgaard-; la exploración de las áreas más marginales de Seattle (uno siente como espectador que ya conoce cada rincón de esta ciudad gracias a este programa); y una violencia que impacta a partir de la dosificación.

hannibalPor otro lado, los méritos de Hannibal se realzan a partir del hecho de ser emitida en un canal abierto como la NBC, donde, a diferencia del cable, la violencia no es precisamente usual. Pero surge la figura de Bryan Fuller (creador de la también muy interesante Pushing daisies), quien configura una precuela a Dragón rojo, la primera novela de la saga del Doctor Lecter, contando el comienzo del vínculo de este psicópata (interpretado aquí por Mads Mikkelsen) con el Agente Will Graham (encarnado por Hugh Dancy), de una forma tan inesperada como lógica. En vez de ser una mera extensión del fenómeno cinematográfico, la serie sólo toma los elementos que les son útiles para construir algo propio. El resultado es un relato que en cierto modo es deudor de la lógica de los procedurals (esos shows como CSI que siguen con detalle los procedimientos de determinados profesionales), pero cuyo objetivo final es armar una gran narración donde lo verdaderamente importante son los personajes.

Hannibal recuerda los mejores momentos de Cazador de hombres (aquel estupendo y poco conocido filme de Michael Mann basado en Dragón rojo) y El silencio de los inocentes, con una puesta en escena que privilegia los climas desestabilizadores sin ahorrar una violencia tan brutal como sofisticada. El espectador no puede dejar de sentir miedo, porque el punto de vista pasa de Graham -alguien con una capacidad innata para identificarse con los homicidas que persigue, cuya mente y percepción nunca es precisamente estable, sino que incluso bordea la demencia- a Lecter, cuya personalidad es un juego de cajas chinas, un enigma dentro de otro enigma, alguien al que es difícil dilucidarle los motivos y planes. De hecho, las actuaciones responden a esto, con Dancy explicitando el permanente desequilibrio de Graham y Mikkelsen trabajando a partir de la introspección y la sobriedad para Lecter. A medida que se han ido sucediendo los trece capítulos de esta primera temporada, el clima pesadillesco ha ido in crescendo, hasta terminar con un cierre de año perfecto que genera una gran expectativa de cara a lo que viene. Fuller, como cabeza del proyecto, es conciente de la atención que ha generado entre cierto público y ha redoblado la apuesta, revelando que planea a lo largo de siete temporadas abarcar también los hechos correspondientes a los libros (y películas) Dragón rojo, El silencio de los inocentes y Hannibal, reescribiendo y refilmando esos hechos.

Ambas series han tenido, y tienen, bastantes dificultades en lo que a ratings se refiere. The killing fue cancelada luego de su segunda temporada, aunque “revivió” a partir de un acuerdo de financiación entre la cadena AMC y Fox Television Studios para la tercera temporada. Hannibal estuvo cerca de ser cancelada aunque finalmente la NBC decidió darle luz verde para un nuevo año. El camino que les espera es seguramente arduo, aunque ambas merecen ser vistas.

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