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FICIC 2013: tercera luna coscoina

OLYMPUS DIGITAL CAMERAPor Javier Luzi

La mañana del viernes empezó con pocas horas de sueño pero con expectativas por la proyección de Nosilatiaj, la belleza. Antes, debo decir algo del tiempo en estas zonas. Durante el día el sol se luce y ofrece un calorcito acogedor, pero cuando se pone el frío comienza a notarse sin medida. Las noches son heladas y hacen apurar el paso y tratar de estar al reparo y no caminar por estas calles desoladas en donde lo único que puede cruzarse -como suele ser un clisé en las ciudades o pueblos del interior- son perros.

La ópera prima de Daniela Seggiaro, estrenada hace unas semanas en CABA, es otra prueba del talento femenino salteño en el cine (Lucrecia Martel, Bárbara Sarasola-Day). La historia sigue el vínculo entre una familia criolla y la joven wichi que trabaja en la casa. Casi obsesionados por el próximo y cercano festejo de quince de la adolescente de la familia, Antonella, todo y todos giran en torno a esa situación. Mientras Yola se ve a veces como partícipe, a veces como una simple colaboradora, siempre pivotando entre la aceptación y la sutil discriminación. Su voz en off narra en wichi su pasado sobre la imagen del viento meciendo unos pastos, un tronco de árbol o un río cuyas aguas fluyen indetenibles. Ritmo idiomático que escancia el relato y acerca la otredad en su puro aparecer.

La cámara pudorosa de Seggiaro se acerca siempre con seguridad pero jamás invasora ni invasiva, se asoma desde los umbrales y dinteles, desde el vano de la puerta o con ésta a medio abrir o cerrar, a distancia prudencial, muchas veces, respetando siempre a los personajes. Y con esos encuadres, esa atención puesta en los detalles mínimos de la cotidianeidad es que a medida que va avanzando la resolución del relato es más fuerte y contundente su cierre. De buenas intenciones está sembrado el camino del infierno se dice y de correcciones políticas también, que finalmente descubren nuestros prejuicios más internos e imbricados en nuestra interioridad a pesar de nuestra más sincera buena voluntad por respetar al otro. La Otredad pasa mayoritariamente por la tolerancia y entonces sigue siendo una medida que nos coloca en el mejor lado de la relación, cuando en verdad, el otro es a pesar de nosotros y de lo que queramos o no para él. Seggiaro evita traducir con los parámetros de la “cultura” y ofrece la presencia de aquello que nos excede, ahí, presentificado, en latencia y en potencia, con sus ambigüedades y las contradicciones que, entonces, nos provocan.

El cuarto programa de cortos estuvo compuesto por tres argentinos y dos españoles. María de Mónica Lairana es un durísimo y contundente relato sobre la trata sexual donde los cuerpos (desnudos) se imponen sin reparos ni pruritos, la sordidez (casi ripsteiniana) es la estética elegida, y el bisturí se hunde hasta la médula del problema evitando cualquier efecto de condescendencia y tranquilidad para con el espectador. La incomodidad y el ahogo son efecto, además del relato, de la puesta y el encuadre. Bienaventurados de Andrés Pasman construye desde la fe el largo camino (del Delta a Luján) de dos hermanos pequeños para pedir por la salud de su madre. Libre directo, del español Bernabé Rico, trata sobre una mujer que ha vivido gran parte de su vida en pos de los otros, especialmente su marido que sólo parece quererla para su propia atención, hasta que una oportunidad puede hacer que las cosas cambien para siempre. La alfombra roja, de los españoles Manuel Fernández e Iosu López, recupera a la pequeña que actuó en Slumdog Millionaire y hasta participó de la entrega de los Oscar en Hollywood, con su testimonio en la actualidad viviendo en el slum real y persiguiendo el sueño de ser actriz con una sonrisa en mitad de la miseria más cruel. Delante de Pablo Conde es un brevísimo corto de animación sobre un hombre que aunque se caiga al probar vencer un obstáculo sigue intentándolo aunque sepa que siempre habrá más por delante.

Por la tarde ante un auditorio colmado el director Gustavo Fontán tuvo una charla con Alejandro Cozza para hablar sobre su más que interesante y original corpus cinematográfico del cual el FICIC ofreció una retrospectiva que incluyó la exhibición de la trilogía: El árbol, Elegía de abril y La casa, y La orilla que se abisma sobre el poeta Juanele Ortíz. Origen de las ideas, producción, posproducción, distribución, el cine argentino fueron temas que recorrieron la amena conversación.

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