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Observarlas y entenderlas: sobre Las pibas, de Raúl Perrone

laspibasPor Pablo Suárez

Dentro de la sección Panoramas del BAFICI 2012, Raúl Perrone, un verdadero pionero del cine independiente local, estrenó Las pibas, un nuevo trabajo en una larga serie de notables películas que muestran la mirada cinematográfica de un autor único que siempre mantuvo su propio estilo (el film se verá también en la 5ª edición del Festival Internacional de Cine Sobre Diversidad Sexual y Género – Libercine, que comienza este jueves 7 y finalizará el próximo miércoles 13).

Las pibas son dos chicas jóvenes que recientemente rompieron la relación amorosa que las unía, pero están pensando (una vez más) en comenzar de cero. Conversan y se dicen lo que quieren, lo que pueden dar, lo que necesitan, y lo que les gustaría tener. La conversación tiene un ritmo acompasado, con pausas, algunos pequeños silencios, un poco de risa, y mucha espontaneidad -típico de las películas de Perrone, el diálogo refleja cómo estas personas hablan en la vida real-.

Sin usar primeros planos y con poco movimiento (inclusive dentro del cuadro), una cámara fija captura a las chicas en sus conversaciones informales, así como también registra el mundo alienante y masculino donde una de ellas trabaja. En contraste con la ternura de las chicas, en el trabajo hay violencia, y parece que nadie se da cuenta -o si alguien se da cuenta, no les importa-. Alternando un lugar con el otro y representando fragmentos de la cotidianeidad, Perrone traza un honesto y emotivo retrato de las pibas que buscan un vínculo profundo que las pueda unir y que las haga sentir queridas -y quizás, también, completas-.

El espacio es representado impecablemente, ya que Perrone ubica su cámara de modo tal que lo pueda capturar todo, pero, con justa razón, no permite que los espectadores se distraigan por lo que hay en los bordes (y afuera) del cuadro -excepto en un violento episodio en el lugar de trabajo en donde el fuera de campo es la mejor resolución dramática posible-. Perrone quiere que veamos y escuchemos a sus personajes porque sólo de ellos se trata el relato -y de nada o nadie más-. Por lo tanto, el uso del color, si bien es vívido y atractivo, nunca es enceguecedor o demasiado vibrante. La idea es transmitir algún tipo de armonía -aunque no sea muy estable-.

No hay conclusiones o ideas esclarecedoras acá, y no hay, de hecho, un conflicto en el sentido convencional del término. No hay trama, ni vueltas de tuerca, ni ningún objetivo que haya que cumplir antes que termine la película. En cambio, Las pibas propone observar cómo las personas intentan relacionarse en asuntos del corazón. A veces observar puede ser una tarea muy árida -e inclusive fútil- cuando no hay mucho para observar. O cuando ser modernoso es más importante que comunicar algunas ideas. Por suerte, en el caso de Las pibas, observar tiene mucho sentido porque permite que los espectadores entiendan a otros que puedan tener las mismas preocupaciones que sus protagonistas.

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