BUENA
Cherchez la femme
Por Virginia Ceratto
Compleja sin duda la aventura de ofrecer una (otra) versión de Eva Duarte de Perón. No obstante, el libro de Marta Avellaneda propone acercarnos nuevamente a la figura de la mujer que partió en dos la historia de la política argentina del Siglo XX. Y, sin soslayar los acontecimientos históricos más relevantes de este verdadero mito, el texto busca una Eva definida, casi exclusivamente, a partir del hombre que marcó su vida y la de varias generaciones de argentinos: Juan Perón.
Desde este camino, historia personal e historia del Movimiento son una en este tránsito evocado desde el presente en donde “Evita”, ya como fantasma, recorre el que fuera su itinerario vital a la vez que indaga acerca de un presente en el que campea como icono.
Con la libertad total que aporta una ficción absoluta que se basa en ese pacto de aceptación que el espectador contrae con la obra, una periodista de origen, digamos, acaudalado y reaccionario, entrevista al fantasma de Eva. Al principio con la distancia que le impone su clase -alejada por completo de cualquier sensibilidad para con la protectora de los “grasitas”- , luego, cada vez más involucrada con el sentir de su entrevistada y sobre todo, con su compromiso.
Estelita Avellaneda (Mónica Lerner) va descubriendo para sí una Eva que no sospechaba, y conforme se despliegan las respuestas de esta mítica mujer, se va dejando cautivar por el personaje. Paulatinamente irá pasando de la pregunta consabida -por qué no retórica- a la mismísima duda. Y también al cuidado extremo para con ese personaje al que irá descubriendo desde y con una inocencia candorosa y cómplice. Lerner pasa de la repregunta o respuesta -porque Eva también pregunta… quiere saber- filosa a la empatía y complicidad con esa hembra totémica que no le ofrece fisuras, ni siquiera cuando se quiebra ante el desencanto de algunas revelaciones.
Porque ni siquiera cuando Estelita Avellaneda descorre velos dolorosos, con extremo tacto y cuidado, como cuando uno bordea la indiscreción -la identidad del cirujano norteamericano que operó a la Primera Dama o el matrimonio de Juan Perón con Isabelita- Eva se permite claudicar en su amor incondicional para con el hombre de su vida.
Incondicionalidad, fidelidad. Dos palabras que sintetizan el carácter que Victoria Carreras le imprime a esta Evita que se resume en una frase que habla a las claras de un amor más poderoso que cualquier verdad trágica: “vos estás buscando una traición y no te la voy a dar”.
Con varias y acertadas proyecciones incidentales y un par de flashbacks puestos al servicio de bordar la cotidianeidad de la Eva en su trabajo diario y luego ya enferma, la pieza recorre la historia de Eva desde su infancia hasta su muerte y consigue mostrar la estatura de una mujer que se recreó a sí misma a partir de una pasión -en el sentido literal del término patior: lo que no se puede evitar, y qué coincidencia (no etimológica): evitar, Evita, o Evita no evitó-: la que sintió por Perón.
Para los que indagan acerca de Eva, o mejor, para los que estudian la clave de la trascendencia de Perón, aquí hay una posible respuesta. Y ya lo decían los franceses: cherchez la femme.
Dramaturgia: Marta Avellaneda.
Dirección: Daniel Marcove.
Intérpretes: Victoria Carreras y Mónica Lerner.
Vestuario: Alicia Vera.
Iluminación: Miguel Morales.
Escenografía: Alicia Vera.
Música: Fernando Villalba.
Cantante: María Bentancur.
Voz en off: Juan Carlos Lucena.
Sala: Sala Payró (Boulevard Marítimo 2380): viernes y sábados a las 21:00 .